28 de marzo de 2024
28 de marzo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Contaminación de las fábricas de harina de pescado: relevamiento en el territorio
Condiciones de vulnerabilidad de los vecinos del puerto de Mar del Plata
Participaron psicólogos y trabajadores sociales de ATAJO, a pedido del fiscal federal coordinador de Distrito, Daniel Adler. El trabajo realizado sobre los vecinos de la Villa Vértiz, fue presentado ante la fiscalía que investiga la contaminación proveniente de las fábricas de harina de pescado.

En la ciudad de Mar del Plata, donde ATAJO funciona desde noviembre de 2014, el fiscal federal de distrito, Daniel Adler, presentó ante la fiscal Laura Mazzaferri, a cargo de la Fiscalía N°1, una denuncia ante la posible comisión de delitos de contaminación ambiental en concurso ideal con lesiones leves a la salud de la población, por parte de los propietarios de las fábricas de harina de pescado del puerto de la ciudad. Además, pidió investigar posibles incumplimientos y/o situaciones de venalidad de parte de los funcionarios públicos encargados de impedir situaciones contaminantes.

En virtud de ese planteo, la Fiscalía interviniente solicitó al equipo de ATAJO la posibilidad de realizar un primer acercamiento al tema, que permitiera dar cuenta de la situación de vulnerabilidad social en la que se encontraban los vecinos afectados por la contaminación.  Ante ello los profesionales que trabajan en el territorio, de manera coordinada con el equipo social de ATAJO relevaron las zonas afectadas recopilando información, reconstruyendo la historia del lugar, entrevistando a vecinos, a referentes, y poniéndose en contacto con los responsables de las distintas instituciones que allí trabajan.

Villa Vértiz

A lo largo de las vías por las que circulara hasta principios de los años 1980 el ferrocarril General Roca, que enlazaba el puerto de Mar del Plata con la red nacional, se extiende desde entonces una paradigmática villa miseria de varios kilómetros de recorrido y pocos metros de ancho, la “villa de Vértiz”, una de las más afectadas por la contaminación de las harineras y la industria del pescado.

El asentamiento se instaló primero en los intersticios de la trama ferrocarrilera y luego, desafectada tal trazo en el año 1982, ocupó todo el corredor ferroviario. Desde entonces, en numerosas oportunidades se consideró la hipótesis de la re-localización del asentamiento para favorecer la reapertura del ramal; sin embargo esto nunca ocurrió por dos factores: por un lado, la resistencia de los vecinos al desalojo, y por otro, el reducido volumen de exportaciones y el exiguo mercado interno de pescado no justifican tal infraestructura ferroviaria. De esta forma el asentamiento se fue consolidando y engrosando a través de las últimas décadas.

La Villa Vértiz se extiende entre la Av. Martínez de Hoz y la ruta 88, en un trayecto de 7 km de extensión y unos 30 metros de ancho. El trayecto comprendido entre la avenida Edison y la Calle Marcelo T. Alvear de cerca de 1, 5 km de extensión, representa el sector más densamente poblado y conflictivo del asentamiento.

Para Virginia Sívori, responsable de la delegación local de ANSES, “la precariedad habitacional es una característica principal de los asentamientos formados a los costados de la vía que atraviesan el barrio. La comunidad portuaria es llamativamente patriarcal, siendo los hombres los  principales jefes de hogar. En el barrio conviven organizaciones del tercer sector vinculados a la religión, al deporte, principalmente el fútbol, y a los orígenes extranjeros de la zona”.

Según un estudio realizado por la municipalidad de General Pueyrredón en el año 2010, la Villa Vértiz estaba habitada por 264 familias que totalizaban 998 personas, predominantemente jóvenes menores de 20 años ( un 56,5%)  teniendo un 30% restante entre 30 y 40 años. Su población poseía cierto arraigo en el lugar, ya que un 38% de los grupos censados acreditaba una antigüedad de entre 5 y 10 años (es decir entre 1990 y 1995), mientras que un 37 % señalaba entre 1 y 5 años de su instalación y sólo el 5% registraba menos de 1 año de estadía.

Un gran porcentaje de las familias asentadas procedía del noreste y noroeste argentino (un 38% de la población de la villa era originaria de Santiago del Estero y Tucumán), mientras que el 28% había nacido en el partido o en áreas rurales vecinas. El asentamiento se formó con familias que venían a buscar trabajo, hacían temporada y se quedaban, o marplatenses nacidos en la ciudad que perdían sus empleos y no podían sostener un alquiler.

A continuación, se exponen las principales líneas del informe que fue presentado ante la fiscalía actuante durante el mes de noviembre.

Salud

En cuanto al aspecto de salud, la ciudad cuenta con 2 hospitales públicos HIEMI, HIGA, 38 centros de salud y 1 centro de especialidades médicas ambulatorias. A nivel privado hay varias clínicas, sanatorios y consultorios.

Los habitantes de Villa Vértiz concurren al Centro de salud N° 2, ubicado en el barrio de Villa Lourdes, en la calle Guanahani 4546. El mismo se encuentra rodeado de fábricas de pescado donde se observan desechos pesqueros, aguas servidas, y olores nauseabundos, insalubres para las personas que viven en el barrio. Dada la cantidad de especialidades que brindan atención en el Centro N° 2, se constituye en un centro de referencia para otras unidades sanitarias.

El equipo ATAJO mantuvo una entrevista con la Trabajadora social de dicho Centro de Salud, quien al preguntarle acerca de las problemáticas de salud más frecuentes en los vecinos refirió las siguientes:

“Dolor muscular, problemas respiratorios, dolor de huesos, accidentes laborales, atendiéndose en la guardia o en el servicio de traumatología. Como enfermedades recurrentes vinculadas directamente en la industria pesquera, se pueden nombrar enfermedades respiratorias, problemas de articulación, artritis y artrosis. En el área de pediatría, las problemáticas son principalmente respiratorias, las causas están asociadas a cuestiones habitacionales”.

La trabajadora social además citó los basurales del barrio como focos importantes de contaminación como así las aguas servidas. Sarna y parásitos son enfermedades vinculadas a dichos focos de contaminación y que muchas veces son transmitidas a través de los perros.  Cerca de la Sala de salud nombra que existe una fábrica que largaría amoníaco a la calle.

“En nuestra dependencia el pedido de jubilación anticipada por discapacidad, RTI (retiro por invalidez), es una solicitud frecuente por parte de población adulta. Lamentablemente, los condiciones laborales y el esfuerzo físico requerido para la tarea portuaria hace que muchas veces la población deba recurrir a este beneficio”, señala la responsable de la ANSES.

Asimismo, la referente del Programa ENVION expresó que las problemáticas de salud más frecuentes son: en los más pequeños asma y bronquiolitis relacionada con las condiciones de  precariedad habitacional ya que las casillas no tiene calefacción y en la gran mayoría las chapas están agujereadas. También enumeró casos de sarna por la connivencia con los perros, algunos casos de tuberculosis, agravados por el consumo de tolueno, faltas de controles de salud, y recurrentes problemas odontológicos. En relación a la actividad de los fileteros se observaron problemas reumatológicos por el frio en la manipulación del pescado en contacto con el hielo y problemas de columna, hernias de disco por el esfuerzo en la carga y descarga.

Un ejemplo de lo relatado es el caso de una referente barrial, que hace 28 años que vive en el barrio: Ella trabajó durante 25 años en la actividad filetera. En algunos casos trabajó en negro y otras en blanco.

Producto de la actividad contrajo artrosis y producto del avance de la enfermedad ha dejado de trabajar. “Otra cuestión que aparece son los padecimientos psíquicos debido a sentirse discriminado, expulsado del sistema, las adicciones para sobrellevar el dolor de existir”.

La referente barrial expresó que “un grupo de vecinos ha mandado a analizar el polvillo que dejan los desagües y han encontrado parásitos que  son típicos de otras provincias. La población ha tenido problemas intestinales”.

Situación laboral

El trabajo tiene un carácter ordenador en la vida cotidiana de los sujetos, desde aspectos materiales (reproducción material de la fuerza de trabajo y de su grupo familiar, que se transformara en una nueva fuerza de trabajo) hasta aspectos simbólicos (el status social de una persona en la sociedad que se adscribe a través de un reconocimiento colectivo de su trabajo u oficio; un estigma cuando un trabajo que en la sociedad aparece asociado a poblaciones empobrecidas o marginales). Esto es importante apreciarlo porque ayuda a entender cómo el trabajo precario implica no sólo condiciones materiales de existencia específicos, sino también, a la reproducción simbólica de grandes grupos familiares.

Es así que el trabajo en situaciones precarias tiene un carácter altamente frágil y el mercado como mecanismo de intercambio social parece ser más un obstáculo que una orientación en el ejercicio de la ciudadanía y la integración de los individuos.

La Trabajadora Social del Centro de Salud Guanhani, que asiste a vecinos de barrio de Villa Vértiz, explicó que “en la década del 70 explota el desarrollo de la zona. Quienes poblaron la zona venían en búsqueda de mejoras en el trabajo, primero venía un familiar y luego viajaba toda la familia. Los inmigrantes son del interior, Santiago del Estero y Río Hondo principalmente. Se asentaron tanto al costado de la vía como en la Villa de Paso. Se incorporaban a la actividad del pescado o a la gastronómica, en algunos casos se instalaban definitivamente y en otros venían por tres meses, los trabajadores golondrinas”.

Hoy la precariedad implica una integración frágil, ya que incorpora la incertidumbre económica sin medios de protección que no sean el esfuerzo individual y el emprendimiento. Las inserciones frágiles tienen como consecuencia un debilitamiento de la relación entre el individuo y las vinculaciones con la sociedad y su propia ciudadanía.

En el caso de Villa Vértiz, muchos de los entrevistados tienen como una actividad laboral, el fileteo de pescados en pequeños talleres cercanos a sus domicilios. La precariedad y la inestabilidad son las principales características de esta actividad. Esta dependencias Laboral se da no sólo de forma estructural sino más bien funcional puesto que el llamado al trabajo es diario siguiendo las contingencias de la provisión de materias primas a merced de inclemencias meteorológicas que impiden el arribo de las mismas, el exceso de oferta estoqueada en cámaras frigoríficas por las patronales o impedimentos derivados de los mecanismos de exportación. Dicha precariedad laboral se manifiesta de un modo evidente en el escaso nivel de registración del empleo y la generalizada utilización del fraude laboral, encubriendo relaciones laborales en supuestas cooperativas conformadas al abrigo de las grandes empresas. Estas últimas utilizan en forma directa la mano de obra de estos trabajadores así organizados. Esto les significa a los trabajadores, carecer de salario digno y beneficios sociales (obra sociales, aportes jubilatorios, familiares, etc.).

“El 70 % de la población trabaja en el puerto, mientras que el resto se dedica a la actividad gastronómica. Actualmente hay poco trabajo en el puerto por lo que hay mucha desocupación. Las pseudo-cooperativas utilizan a la gente”, señala una referente.

Se observa una asociación en lo discursivo, de la actividad filetera y las trayectorias familiares, ya que muchos refieren tener ascendencia familiar que se desempeñó en la actividad históricamente. “Mis papás trabajaron como fileteros, ahora no pueden trabajar por que tienen artrosis. Eso es por el frio. Igual el oficio lo comenzó mi abuelo, que se vino de Santiago, luego mis papas y así. Casi todos aprendimos de algún familiar, que traía los pescados a la casa”, señaló Florencia, de 25 años de edad, y vecina de Villa Vértiz.

La mayor ocupación laboral de la zona es en las fábricas de pescado, donde las relaciones laborales son precarias, informales, temporarias o encubiertas por cooperativas que exigen a los trabajadores tener monotributo pero permanecer en una relación de dependencia igualmente.

“Las pseudo-cooperativas son una mentira porque son grandes empresas que tienen muchas cooperativas. El trabajo en la zona es una problemática muy grave debido a la irregularidad, pero la gente no tiene alternativa. Es muy difícil reclamar porque el sistema está instalado. En un comienzo, la oferta laboral parece buena, pero luego las jornadas fluctúan tanto que el promedio no alcanza para vivir. Por otro lado, en este último tiempo se ve poco trabajo en tierra. Hay más trabajo en los buques factorías. Trabajan en altamar. Cobran bien pero tienen inestabilidad laboral, no pueden acceder a créditos por estar en negro, ni tienen vacaciones o aguinaldo”, advirtió el cura párroco del barrio.

Por otro lado también existen astilleros  muchos trabajan en el mantenimiento de los mismos, como marineros y pescadores. Otra fuente laboral es la gastronómica debido a la gran cantidad de restoranes en la zona portuaria y de balnearios.

La precariedad extrema también trae aparejada consecuencias en la subjetividad de los individuos, quienes se ven adscriptos a prácticas sociales precarizadas. Podemos remarcar el subcontrato de los trabajadores, falta de cobertura médica, enfermedades asociadas al desempeño de la actividad, empleabilidad de grupos familiares enteros, no reconocimiento de las diferentes actividades de la vida (escolaridad de los hijos, enfermedad, vejez, controles de salud, etc.) que influye negativamente en la posibilidad de una percepción colectiva del acceso a los derechos como trabajadores, a los derechos sociales y la relevancia de la intervención del Estado en su situación.

Impacto ambiental

En relación a la situación habitacional, el asentamiento no cuenta con los servicios básicos y solamente las casas que lindan con el pasillo central se encuentran conectadas a la red cloacal. Muchos se encuentran conectados de manera precaria a la red eléctrica, mientras que algunos pocos disponen de medidores sociales.

Al preguntar a los vecinos sobre su situación habitacional, en su mayoría refirieron que no poseen título de propiedad, el material predominante es el cemento y ladrillos, los domicilios no poseen cubierta ni revestimiento interior, por lo cual presentan problemas de humedad, fisuras y pisos deteriorados. No cuentan con servicio de gas, sino que deben proveerse del mismo mediante la compra de garrafas. En muchos casos la conexión a la red de agua es casera, y los desagües son a pozos ciegos, aunque algunas viviendas vierten los desechos cloacales en una canaleta que desemboca en la vereda.

“No tenemos agua, ‘la robamos’ (sic), tiramos una manguera del terreno baldío donde hay una conexión, sólo pusieron medidores de luz y cloacas en algunos tramos. Realizamos reclamos únicamente a obras sanitarias, pero no me dieron solución porque este es un terreno sin propietarios” (Patricia, 54 años).

Los vecinos del barrio ven limitadas sus acciones en relación a mejorar la calidad de los servicios y la infraestructura urbana: las acciones sólo parten de continuar los reclamos realizamos, sin tener soluciones concretas a dichas demandas y continuar realizando obras informales para poder obtener los servicios básicos en sus viviendas. “No sé qué agua estoy tomando. A veces está mucho más oscura y directamente no tomamos; otras veces está dentro de todo pasable”, refirió Cristian, de 39.

La situación habitacional no puede verse aislada del impacto ambiental, de la cotidianeidad, en una situación de extrema pobreza, de déficit habitacional y hacinamiento. Los vecinos de Villa Vértiz, al ser consultados por el impacto ambiental, manifestaron que el problema central se basa en la problemática urbana de falta de servicios. Esto refiere principalmente a problemas respiratorios por la precariedad habitacional, presencia constante de roedores por falta de zanjeo, y desborde cloacal y colapso eléctrico. Esta situación territorial de dicha población pone el eje en la efectivización de los servicios básicos como prioridad.

“Realizamos reclamos por que las cloacas están tapadas y afloran malos olores y junto con la basura que acumula en los pasillos mucho no podemos entrar a las casas. Eso también trae ratas, por eso solicitamos un contenedor para la basura pero nunca nos contestaron y acá hay muchos chicos” (Graciela, 57 años.).

A las precarias condiciones concretas de existencia de los vecinos de Villa Vértiz se suma la presunta contaminación por parte de las harineras, que  impacta negativamente en el medio ambiente de la zona, provocando una situación de extrema complejidad y riesgo en la población.

Otra es la situación de los vecinos de Punta Mogotes, en donde los servicios básicos están garantizados, y el nivel económico de esta población es superior a la de los vecinos de Villa Vértiz. En este caso, el eje se encuentra puesto en el impacto ambiental generado por las harineras, encontrándose en su cotidiano con las dificultades presentes en relación a los olores que producen los desechos dichas fábricas.

Las principales problemáticas ambientales que presenta la zona están supeditadas directa o indirectamente a la industria pesquera. La reestructuración de la industria no sólo trajo consecuencias negativas en términos sociales y de sustentabilidad del recurso pequero sino que también potenció el deterioro del medio ambiente urbano provocado por la operatoria de la industria pesquera, especialmente en la zona portuaria en donde se encuentra radicado el centro residencial, comercial, industrial, social y político de la actividad y de la comunidad de pescadores.

Durante la década 1960-1970 existió una significativa inversión pública y privada en la infraestructura urbana, pero en el año 1990 el Estado nacional se retiró de la administración de ciertos servicios públicos y las industrias recortaron costos a expensas del deterioro ambiental.

Las empresas pesqueras tendieron en forma creciente a externalizar su costo ambiental descargando sus desperdicios directamente a la red pluvial y cloacal y/o subcontratando partes del proceso productivo hacia cooperativas informales que también descargan sin tratamiento previo a sus residuos.

“A la madrugada se filetean los pescados, luego se trasladan las tripas a las harineras en camiones abiertos, por eso en el camino se van volcando líquidos, cabezas de pescado, que quedan en la calle, cuando llegan a media mañana ya están podridas porque el proceso de descomposición en muy rápido. El problema es que no tienen las instalaciones adecuadas. No paran nunca, pero de noche trabajan más y el olor se agrava”, señaló Claudia, de Punta Mogotes.

La misma vecina ilustró del siguiente modo las dificultades: “Abrís el auto y sentís olor, aunque estés adentro del garaje, abrís el placard y sale olor a pescado, la ropa tiene olor a pescado, varía según de dónde sopla el viento, pero en verano se intensifica mucho y no podés abrir las ventanas, hay días que no podés colgar la ropa o cuando se secó y la entraste tiene mucho olor y la tenés que volver a lavar”.

Esta persistencia en el olor también repercute negativamente en relación al turismo, principalmente en la planificación de la política destinada a que Punta Mogotes sea un lugar de crecimiento turístico. En relación a ello, los vecinos afirmaron que “el olor en el verano lo sentís mucho más, por eso los vecinos y los turistas prefieren irse a las playas del sur, escapando del olor”. Según Susana, “mi nuera trabaja en un hotel en la zona céntrica de Mogotes, donde recibe turistas y siempre nos cuenta que la gente cuando llega vomita en el patio por el olor creciente”.

Varias son las acciones realizadas por los vecinos del barrio tendientes a poder hacer visible esta problemática ambiental, que tiene impacto en situaciones de salud y en situaciones económicas en relación a familias que se dedican al turismo. “Antes funcionaba un 0800 para denunciar olores nauseabundos, creo que es algo de la provincia. Los vecinos llamaban y algún impacto tuvo; las harineras hicieron, hace mucho, inversiones necesarias. Incluso –continuó Horacio, vecino de Mogotes- hace un tiempo se acercó alguien de la municipalidad y me tomaron una denuncia e hicieron un relevamiento, pero no pasó nada”.

Algunas conclusiones

El trabajo realizado por el equipo profesional de ATAJO muestra una cara novedosa del MPF, capaz de analizar las complejidades de la realidad desde un abordaje interdisciplinario, y de poner a disposición cada una de sus dependencias en pos de la protección de derechos de la población, a fin de elaborar propuestas de trabajo que incidan positivamente en la vida de las personas, como una forma de contribuir a la paz social y a la prevención del delito.