19 de abril de 2024
19 de abril de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Las historias detrás del ataque a una murga en la villa 1.11.14
Represión en el Bajo Flores: "Recibí el disparo que iba dirigido a mi papá"
Con apenas catorce años, Yonathan fue uno de los jóvenes baleados por personal de Gendarmería el pasado 29 de enero, cuando participaba del ensayo de la murga "Los Auténticos Reyes del Ritmo" junto a otros amigos, familiares y vecinos. Al recordar el hecho, asegura que la herida en su rodilla fue por colocarse entre un efectivo y su padre. Su anhelo de jugar al fútbol profesional -"en Boca", aclara- y su participación en las actividades desarrolladas por la Agencia Territorial de Acceso a la Justicia (ATAJO) en el barrio.

“¿Mi ídolo? Luciano Acosta”, dice Yonathan sin dudarlo un segundo, con la mano por detrás de la cabeza, acostado sobre el colchón en el living de su casa. “Él salió del barrio y es mi primo por parte de mi papá –fundamenta-; todavía tiene a su abuela acá, aunque hace mucho que no viene”, dice sobre el crack que volvió a Boca tras su paso por Lanús, y que supo gastar esos mismos potreros a los que Yona faltará por un tiempo.

Es que tras un operativo de Gendarmería ocurrido durante la noche del viernes 29 de enero, el joven resultó baleado en su pantorrilla izquierda mientras acompañaba el ensayo de la murga barrial Los Auténticos Reyes del Ritmo. El hecho mereció la intervención de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), que luego de recoger testimonios en la sede del ATAJO del Bajo Flores, distante a tres cuadras de la casa del joven, denunció penalmente a los miembros de esa fuerza de seguridad y solicitó la investigación de su cadena de mandos, para delimitar las funciones de cada uno de ellos. 

La mamá, al lado de Yona en todo momento, hace silencio, pero sabe bien que el tiro en la pantorrilla amenaza el mayor sueño de su hijo: ser futbolista profesional. Tiene con qué: Yona estuvo en las divisiones infantiles de Argentinos Juniors, luego pasó a San Lorenzo y de ahí a Deportivo Riestra. Juega de enganche, como Luciano Acosta, y si bien su pierna más hábil es la derecha, también puede pegarle con la zurda. Con todo, su mayor deseo es jugar en Boca, aunque su más inmediato desafío era probarse en Barracas Central e ingresar en sus divisiones inferiores, ya no en la categoría infantil, sino en la de juveniles. Pero para eso primero debe recuperarse de la profunda herida de bala, que atiende una ambulancia que asiste a su domicilio una vez al día, para que un médico le haga las curaciones.

“Está todo el tiempo jugando a la pelota, a veces juegan por asados”, aporta la mamá, con su niña de 2 años en brazos, una de los 8 hermanos que tiene Yonathan. Sus hermanos, repartidos entre los 21 años de la mayor, hasta los 2 de la más chica, lo ayudan en sus tareas cotidianas desde el viernes que ocurrió todo, especialmente su hermano de 19, que lo carga en su hombros para bajarlo del primer piso en que vive en la tira de departamentos del barrio Illia 2, hasta la calle, donde anteayer volvieron los ensayos de la murga.

“Yo no bailo, no me gusta, no sé; yo toco el redoblante”, dice sobre su función en Los Auténticos, que dirige su padre, Gustavo “Marola” González. Formada el 11 de enero y con pocos ensayos encima, la murga tiene la particularidad de reunir en su formación mayoría de niños, de entre 2 y 16, más algunos adultos. Yonathan dice que recibió el disparo luego de ponerse en el medio entre un gendarme y su padre. "Recibí el disparo que iba dirigido a mi papá", recuerda.  “En el momento él no se dio cuenta, salió corriendo y a mí me vinieron a buscar. No le salía mucha sangre, lo que tenía era como pedazos de piel colgando”, explica la madre sobre esa noche fatídica. 

Frente a Yona, su hermana de cinco años duerme empecinadamente, a pesar del televisor encendido a todo volumen en un canal de noticias.  

Nacido en julio de 2001, Yona asiste al turno tarde de la Escuela de Educación Media Nº 3, ubicada a pocas cuadras de su casa, en la esquina de Agustín de Vedia y Barros Pazos. Debiera haber pasado a segundo año, pero repitió. El fútbol pudo más. “A mí me gustan matemáticas y física”, cuenta sobre sus materias preferidas, y aclara: “Educación física”, cuando el cronista pone cara de sorprendido.

El cuerpo docente del EMEM 3, un bachillerato con orientación en comunicación social y comercial, organizó junto con el ATAJO del Bajo Flores varios talleres de formación y promoción de derechos durante el año pasado. Los múltiples encuentros incluyeron un taller de radio con contenidos producidos por los propios chicos, y media docena de charlas a cargo de los funcionarios de las Procuradurías especializadas. La Procuvin, entre ellas.

No es el único vaso comunicante entre la vida de Yonathan y el ATAJO. En diciembre pasado, el joven participó activamente del torneo de fútbol que la Dirección General de Acceso a la Justicia organizó en el Bajo Flores. La copa “Un ATAJO a tus Derechos”, convocó a niñas y niños de entre 8 y 14 años de ese barrio porteño, y fue parte de los eventos organizados por esa dependencia del Ministerio Público Fiscal para despedir el año. Uno de los tres equipos de fútbol que Yona integró esa mañana alcanzó la final, aunque perdió por penales.

“Me vinieron a buscar ese día de tres equipos, porque dicen que juego bien. Pero me dio bronca perder la final por penales”, recuerda de ese partido. Los ojos negros como las sombras de ese punto sin mapa en la geografía porteña, se le iluminan al recordar ese campeonato. Todo el día estuvo jugando esa vez, y a pesar de perder el partido final, los jugadores de los dos equipos compartieron una Coca tras el último penal.

Quizás, el recuerdo le haga olvidar por un momento el dolor en el tobillo, donde “me arde, ayer todo el tiempo, y ahora menos”, se alegra. “Ojalá Tévez se entere y me regale una camiseta firmada por él”, se entusiasma. “Por qué no”, le dice su madre, mientras Yona alisa con la mano la misma camiseta de Boca con la que salió en todos los diarios.