19 de abril de 2024
19 de abril de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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En línea con lo solicitado por el fiscal Marcelo Martínez Burgos
Condenaron a prisión perpetua a un hombre que asesinó a su madre
La víctima tenía 76 años y estaba “en una situación de abandono”. Pablo Gabriel Artaza también fue condenado por aprovecharse del estado de su madre para vender un departamento.

El Tribunal Oral en lo Criminal Nº22 condenó a prisión perpetua a un hombre que mató a su madre dentro de su departamento, en junio del año pasado. La misma pena había solicitado el fiscal Marcelo Martínez Burgos. Pablo Gabriel Artaza también fue condenado por aprovecharse del estado de salud de la víctima para vender una propiedad y perjudicar económicamente a su hermana en beneficio propio.

Artaza está detenido desde el año pasado en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza. Fue condenado por los delitos de “homicidio agravado por ser la víctima su ascendiente en concurso real con defraudación por circunvención de incapaz”.  En su alegato, el fiscal afirmó que la mujer de 76 años se encontraba “en situación de abandono”, tenía “un precario estado de nutrición”, dificultad para movilizarse y deterioro cognitivo.

Una muerte violenta

El 13 de junio de 2015, alrededor de las 16, el hombre de 44 años mató a su madre dentro del departamento en el que ambos convivían, sobre la calle Pasco al 500, en el barrio de Balvanera. Los jueces Sergio Paduczak, Ángel Gabriel Nardiello y Patricia Cusmanich citaron en su fallo al médico forense que realizó la autopsia y quién afirmó que se trataba de “una muerte violenta”. Según se estableció, Artaza comprimió el cuello de su madre y la asfixió.

La fiscalía recalcó en su alegato que el acusado “montó una estrategia” después de matar a su madre y que para ello se comunicó con sus amigos a modo de coartada. Pasadas las 18, Artaza volvió al departamento junto a un amigo para “sorprenderse” por la muerte de su madre. “Esto marca una frialdad al intentar eludir su responsabilidad”, consideró Martínez Burgos.

En esa misma línea, el Tribunal citó la declaración del hombre que entró con Artaza, quién dijo que había estado “nervioso” durante su encuentro. Cuando llegaron a la casa, aseguró que estaba tranquilo pero que luego, al llegar el Same “se hizo como el artista, el eufórico”. Para los jueces, “Artaza lo utilizó como coartada para generar una estrategia defensista para justificarse”. Descartaron, además, la versión del ahora condenado, quién dijo estar constantemente preocupado por su madre: “justamente no fue la impresión que nos dio; por el contrario, ponía la música muy alta y hacía fiestas constantes en su departamento con su madre ahí adentro con un estado de salud muy precario”.

Martínez Burgos tuvo en cuenta durante su alegato el testimonio de una de las vecinas del edificio de Pasco, quién pasado el mediodía, escuchó la palabra “socorro” cuatro o cinco veces y luego describió “como un ahogo”. La mujer también contó sobre los malos tratos a los que era sometida la víctima por parte de su hijo.

El Tribunal descartó la versión que dio Artaza sobre un posible robo dentro del departamento. “Ningún vecino, ni nadie, vio ni advirtió nada raro, la cerradura de entrada al edificio así como la de la casa no estaban violentadas, por lo que descartamos de plano la hipótesis de un robo”, afirmaron los jueces. En su exposición, el fiscal había considerado algo similar: “nadie tenía las llaves, nadie ingresó al edificio, ni fue violentado, no se robó absolutamente nada, fue alguien del círculo íntimo”.

“Crónica de una muerte anunciada”

Tanto el Tribunal como la Fiscalía tuvieron en cuenta las 13 lesiones que presentaba el cuerpo de la víctima y que eran previas al momento de su muerte. El forense expresó que todas tenían distintos “tiempos de producción” y que todas fueron provocadas por terceros, lo que daba cuenta de la situación de maltrato a la que era sometida la mujer.

Tanto el Tribunal como la Fiscalía tuvieron en cuenta las 13 lesiones que presentaba el cuerpo de la víctima y que eran previas al momento de su muerte.

Los jueces hicieron hincapié en el testimonio de la hermana del acusado, quién relató los malos tratos y que incluso dijo que “vivían llamando a la comisaría”. Otro de los testimonios que describió la violencia con la que se manejaba Artaza fue de otra vecina, que enumeró las denuncias que presentaron a la administración, a la policía y a la fiscalía. “Se sentían los golpes y ella gritaba; era un cadáver, pedía comida en la calle”, recordó y luego agregó: “un día la sacó en invierno a la calle y le tiró agua fría porque le decía sucia”. Para ella, se trataba de la “crónica de una muerte anunciada”. El Tribunal aseguró en su fallo que no tenían dudas sobre esa afirmación.

También, repasaron las denuncias de violencia que tenía Artaza en su contra. La primera de ellas es de 2010 y fue realizada por la víctima, quién se presentó en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema (OVD) y contó las agresiones, los gritos, los empujones que sufría por parte de su hijo.

En 2013, una de las vecinas de la mujer vio como el imputado golpeaba a su madre y la tomaba de los pelos. Ese mismo año, su hermana se presentó también en la OVD con el registro de una de las veces en que Artaza le tiró baldes de agua a la víctima. “Se encuentra ampliamente probado el maltrato constante que existía por parte del imputado hacía su madre, no siendo un caso aislado sino por el contrario una situación que se daba asiduamente por no decir todos los días, desde hace mucho años”, afirmaron los jueces.

La maniobra de defraudación

En mayo de 2013, el ahora condenado logró que su progenitora le vendiera un inmueble ubicado sobre la calle Combate de los Pozos, en San Cristóbal a un tercero, pese a que no conservaba “la capacidad biopsicológica necesaria para firmar el boleto de compraventa”. Los 182 mil pesos fueron recibidos por Artaza y se desconoce qué pasó con ellos. Martínez Burgos explicó que el hombre perjudicó económicamente a su hermana en beneficio propio y se aprovechó de la disminuida capacidad mental de su madre.

Por ello, el fiscal pidió que se extraigan testimonios para determinar si el dueño de la inmobiliaria, una amiga de Artaza que trabajaba allí y la escribana que intervino en la operación fueron parte de la maniobra. Los jueces hicieron lugar al pedido y afirmaron que, luego de escuchar a los tres en el debate, había dudas acerca de la veracidad de sus testimonios.

Indicaron que no se supo si la escribana estuvo o no presente en el acto, los motivos que llevaron a que haya testigos de la situación si la madre de Artaza tenía su documento y, en definitiva, cual era el precio real del inmueble, ya que no hubo tasación real.

“Sí podemos afirmar a estas alturas que la operación se llevó a cabo; que el poder se firmó el día 29 de mayo de 2013 cuando la señora no se encontraba en condiciones para ceder un inmueble, que no tenía un curador designado para tal efecto, que en la operación sólo participó el imputado, desplazando totalmente a su hermana y que conforme surge del poder ese dinero quedó en manos de Artaza”, concluyeron los jueces.