28 de marzo de 2024
28 de marzo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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El próximo martes culmina la exposición de Gabriela Sosti y Alejandro Alagia
La desaparición de 19 estudiantes: el alegato de la Fiscalía en el juicio por los crímenes en el Circuito ABO
Desde hace dos semanas, el MPF expone la prueba sobre los 352 casos de víctimas que llegaron a juicio por los crímenes de lesa humanidad en los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo. Aquí se presentan 19 hechos de desaparición forzada perpetrados en la Capital Federal en febrero de 1977, que tuvieron como víctimas a jóvenes militantes de la UES de entre 16 y 20 años de edad, y el caso de una mujer secuestrada junto a sus niños.

"Y esa noche infernal seguían cazando a los chicos de la UES de 16, 17, 18 años", describió la fiscal ad hoc Gabriela Sosti, durante el abordaje de la prueba de los 352 casos que componen el objeto procesal del juicio por los crímenes en el circuito de centros clandestinos de detención (CCD) Atlético, Banco y Olimpo (ABO). La alusión fue sobre a los frenéticos operativos de secuestro llevados a cabo entre el 16 y el 18 de febrero de 1977, cuando 19 militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) fueron llevados al Atlético para ser asesinados y desaparecidos.

Hace dos semanas, la Fiscalía, integrada por el fiscal general Alejandro Alagia y por Sosti, viene exponiendo su alegato en este proceso. Culminará el próximo martes, tras analizar la responsabilidad de los nueve acusados y pedir finalmente pena.

El debate va a cumplir un año de audiencias orales y públicas: comenzó el 16 de septiembre del año pasado ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°2 de la Capital Federal.

El caso de los 19 militantes de la UES secuestrados en apenas 48 horas en el verano de 1977 fue expuesto por Sosti con la hilvanación de testimonios prestados en la audiencia y documentos incorporados al debate, desde legajos de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) hasta declaraciones prestadas en juicios anteriores.

El hilo conductor de la exposición de los casos fue el testimonio de una sobreviviente del Atlético que tenía 18 años al momento de los hechos. Sosti recorrió su declaración y enalteció su aporte a la verdad: "Es una de las pocas sobrevivientes de esa masacre. Carga en su memoria y en su cuerpo el último momento de cada uno de sus compañeros torturados en esas mazmorras y exterminados; pero aún a riesgo de más dolor, nunca duda en darle a la justicia esa información imprescindible, nunca deja de rendirle homenaje a esos compañeros de los que está orgullosa".

Una de las características fue la negación de la identidad: los represores imponían una denominación alfanúmerica para individualizar a sus víctimas.

Aquella testigo estuvo en el CCD entre las 2.00 del 16 y las 3.00 del 19 de febrero. Como en todos los casos, su nombre fue reemplazado por una letra y un número. La llamaron B13. "Fue abusada sexualmente y ferozmente torturada para sacarle información sobre sus compañeros, hasta provocarle un ACV, que le dejó paralizado medio cuerpo", describió la fiscal. Pero su caso no figura entre los 352 del objeto procesal, "por un incomprensible recorte de la instrucción", dijo la fiscal.

Durante los tres días en el Atlético, aquella joven fue testigo de la faena emprendida contra los estudiantes. El ingreso y egreso de la patota con nuevas víctimas, los interrogatorios, las torturas con el objeto de obtener información en un recinto que denominaban "quirófano" y las nuevas salidas para dar con sus compañeros. Como en los casos de todas las víctimas que pudo identificar, la testigo se comunicó con su familia para contar lo que supo de los últimos momentos con vida de sus seres queridos.

En el juicio recordó que gracias a Daniel Alfonso Ibarra, desaparecido, pudo saber el nombre de todos los que estaban allí. Le decían "el Negro" y era el responsable de la UES en la Escuela Joaquín V. González. "Después de una paliza brutal, Daniel Ibarra les pidió a todos los compañeros tomarse de las manos, decir sus nombres para saberse juntos, para al menos sobrevivir en la memoria de quienes pudieron salir de ese infierno", describió Sosti.

Así la testigo supo los nombres de María Pabla Cáceres, que estaba embarazada y fue secuestrada junto a su esposo, Fernando Simonetti, en la madrugada del mismo 16 de febrero. Simonetti recuperó la libertad, pero María Pabla Cáceres continúa desaparecida.

Mario Alberto Calvo, "Lito", también fue secuestrado el 16 de febrero y permanece desaparecido. La testigo, recordó Sosti, intentó intervenir para que no lo torturaran, dado que lo castigaron "bestialmente", con patadas y saltos encima de su cuerpo, y la terminaron torturando a ella.

Verónica Barrionuevo, la "Tana", era de la ENET 4. Tenía 19 años y en el CCD la renombraron como B18. Fue torturada y desaparecida. La testigo, que compartió el cautiverio con ella, contó que le acarició el pelo para calmarle la angustia por el dolor de la tortura con picana en sus pechos.

También mencionó a Sergio Aneiros, quien militaba en la ENET 15 y vivía a la vuelta de la casa de la testigo. Fue secuestrado el 16 de febrero y permanece desaparecido.

María Elena Garasa tenía 16 años y estaba embarazada de siete meses -la testigo recordó haber visto su panza prominente- y junto a su marido, Emilio González, de 22, y su hermano, Mario Garasa, pasó por el Atlético. Los tres están desaparecidos. Tampoco se sabe del niño o niña que debía nacer dos meses después. "Solo quienes implementaron este genocidio saben si ese bebe nació y fue, –obviamente, apropiado, o además de matar a sus padres, también la criatura tuvo ese destino", indicó Sosti.

"Después de una paliza brutal, Daniel Ibarra les pidió a todos los compañeros tomarse de las manos, decir sus nombres para saberse juntos, para al menos sobrevivir en la memoria de quienes pudieron salir de ese infierno", describió Sosti.

La testigo tambíén recordó al "Conejo" Gustavo Ignacio Mendoza, quien también llegó al Atlético en la medianoche del 16 de febrero y permanece desaparecido. Y al "Flaco Leche", Daniel Carlos Diego Ramos, quien estuvo en la celda ubicada junto a la que ella ocupaba. Era egresado del Colegio Industrial N°19, y tras su paso por aquél CCD nunca más se supo de su paradero.

Adriana Marandet, "Pacha", de 19 años, fue vista por última vez por la testigo en la "leonera" del CCD el 17 de febrero. Tenía su pantalón verde manchado por la sangre de su compañero Eduardo Edelmiro Ruival, quien fue asesinado en la madrugada de aquél día por los represores que irrumpieron en su domicilio. Sosti narró que la testigo, que estuvo en el Atlético hasta el 19 de febrero, "se fue del pozo escuchando los gritos de Adriana, pidiéndole a sus verdugos que no la torturen más".

En el mismo operativo en que se llevaron a Marandet y a Ruival, fue secuestrado Eduardo Álvaro Franconetti, de 18 años, quien vivía a la vuelta del domicilio de la pareja. También se llevaron a su padre, quien luego fue liberado. La familia sufrió también el secuestro de las hermanas de Eduardo, Ana María y Adriana. Está última desapareció junto a su marido, Jorge Donato Calvo, en la Escuela de Mecánica de la Armada, reconstruyó la Fiscal el cuadro completo. El joven Eduardo y Ana María -"Ardilla", de 20 años-, permanecen desaparecidos tras su paso por el Atlético.

La lista de los 19 militantes de la UES secuestrados y desaparecidos en 72 horas se cierra con los casos de Roberto Rascado Rodríguez y de Hugo Estanislao Gjurinovich, novio de la testigo. A ambos los vio por última vez en la leonera del CCD.

"La presa preciada"

"Miguel escuchó los gritos de dolor, de suplicio, de clemencia, de todos los que pasaban por ahí, quizá 700 sesiones de tortura en esos noventa días. Algo que no pudo explicar pero dijo, y esto lo mencionó siempre, es que el 17 de julio [de 1977] 'fue un momento de euforia de los asesinos estos. Parecía que habían ganado un mundial, no sé cómo explicarlo. Es un momento donde, no sé, los que salen a cazar, cazan la presa preciada'", citó a un sobreviviente la fiscal Sosti en su alegato.

Esa cita fue la presentación de los casos de tres mujeres militantes del PRT-ERP, uno de los cuales, el de Elena Codan, integra el objeto de este juicio. Conocida en el ámbito de su militancia como "la tana", "teniente Paula" o la "teniente Ana", la mujer fue secuestrada junto a su hija de tres años y medio y a su bebé cuando intentaba dejar el país a bordo de un colectivo Pluma. En el mismo vehículo viajaba junto a "Yoli" Prieto de Di Vito, quien también iba junto a su hijo, y Leila Sade El Juri. Las tres mujeres y los niños fueron fueron llevados al Atlético.

"La Tana se resistía, se desataba, se agarraba a trompadas, puteaba. Supongo que quería que la mataran ahí mismo. Terrible. Todas las torturas fueron terribles, pero esa alcanzó un grado extremo", dijo el testigo sobreviviente sobre "los dos días enteros" que dedicaron los represores a torturar a aquellas mujeres.

Elena Codan, que tenía entonces 29 años, había estudiado Filosofía y Letras. La Fiscalía consideró acreditado su asesinato en aquél contexto. Sus restos nunca fueron hallados. Su hija y su bebé fueron devueltos por los represores a las 72 horas del secuestro. Aquella niña prestó testimonio en este debate, cuarenta años después de los hechos.