Los jueces Martín Vázquez Acuña, Alberto Huarte Petite y Luis Salas condenaron a seis años de prisión a tres hombres por realizar un robo bajo la modalidad de “entradera”, en enero de 2015. En su alegato, la fiscal Mónica Cuñarro había solicitado una condena de ocho años de prisión.

El 9 de enero de 2015, pasada las 23:00, Damián Joaquín Collia, Leonardo Gustavo Fernández y Walter Hugo Rodríguez llegaron a la puerta del edificio de Avenida Del Libertador 2202. Tenían dos revólveres, uno de ellos cargado y una llave similar a la de la puerta de entrada del lugar, lo que les permitió simular que vivían allí. Cómo no podían acceder, el encargado suplente de la portería les abrió la puerta. Cuando ya estaban en el hall, lo amenazaron y lo obligaron a subir al ascensor de servicio hasta el sexto piso.

Allí, con un juego de llaves, ingresaron a un departamento por la puerta de servicio, ataron al encargado y lo dejaron en el lavadero. Fernández fue hasta el living, donde el dueño de la casa miraba televisión. “Esto es un robo” le dijo mientras empuñaba un revólver. Inmediatamente, comenzó a exigirle dinero, a lo que el hombre le respondió que sólo tenía 20 mil pesos en una bolsa marrón al lado de la cama de su esposa.

Rodríguez se dirigió a la habitación de la mujer: “Dame todo lo que tenés, todo, dame dólares, dame plata” y le sacó de su cuello una cadena de oro. En ese momento, Fernández trajo al marido al cuarto y los maniató con cinta adhesiva a ambos, mientras seguían en la búsqueda de más dinero. Collia cumplía la función de “campana”: entraba y salía de la habitación y rondaba la vivienda para asegurar que el robo se llevara a cabo sin inconvenientes.

De la vivienda, además del collar y los 20 mil pesos, se llevaron 9.217 pesos más; 2.662 dólares; tres monedas de oro, y varias joyas que encontraron. Se dirigieron al estacionamiento y cargaron parte de lo robado en un auto Audi A8, que pertenecía a una de las vecinas y que no estaba cerrado. Para ese momento, una mujer había alertado a la policía de la presencia de los tres hombres y los efectivos habían cercado la manzana y los posibles accesos al edificio.

Al advertir la situación, Rodríguez, Collia y Fernández subieron a la azotea del garage. Los policías detuvieron a Fernández allí mientras que los otros dos fueron sorprendidos en el pulmón de un edificio lindero, adonde habían llegado tras trepar por los aires acondicionados y los caños del lugar.

Los hombres fueron condenados por los delitos de “robo agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa, en concurso ideal con tenencia de arma de uso civil y de guerra, sin la debida autorización legal”. El Tribunal y la Fiscalía tuvieron en cuenta el testimonio del damnificado, quién relató la secuencia del robo durante el debate. Cuñarro hizo hincapié en la importancia de las cámaras ubicadas tanto dentro como fuera del edificio que permitieron reconstruir el hecho.

Los jueces resaltaron que los hombres conocían el nombre del nieto de la familia asaltada y que actuaron de forma organizada, planificada, con un reparto de roles y funciones. Consideraron que se aprovecharon de las víctimas porque eran “personas de edad avanzada” y que los amenazaron de muerte varias veces, lo que incrementó “la violencia e intimidación ejercida contra aquéllas”.

Por último, el Tribunal señaló que nunca le fueron devueltos al damnificado los 20 mil pesos y el collar de oro, que no aparecieron junto a los otros objetos que fueron robados aquella noche. Aclaró que los acusados no tuvieron oportunidad de llevárselos, a diferencia de otros objetos que si pudieron ocultar. En base a esto, ordenó que se extraigan testimonios para que se investigue a las personas que estuvieron en el lugar durante el operativo y se establezca por qué no se incautaron ni se hallaron esos dos elementos.