Un matrimonio, el hijo y la nuera están acusados de conformar una organización delictiva dedicada a la venta de marihuana en Mar del Plata. Tres de ellos, por el fallecimiento de la mujer mayor, afrontarán un juicio por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, previsto por el artículo 5 inciso C de la ley 23737, todos en grado de coautores, de acuerdo al requerimiento de elevación a juicio firmado por el entonces fiscal federal subrogante Carlos Martínez, un año atrás. Sin embargo, la joven permanece prófuga.
Durante la investigación, pudo constatarse que en la vivienda ubicada en Falucho al 7300, donde vivía la pareja conformada por Carlos Alberto Llanes y Marta Presentado, se comercializaba droga y desde allí era coordinada la distribución y provisión de estupefacientes. En el lugar funcionaba, supuestamente, un lavadero de autos, que en los hechos no era más que una pantalla. Desde allí, se siguió a ambos hasta otra vivienda ubicada Paula Albarracín 64, donde residía su hijo Daniel Llanes y su pareja, Romina Giselle López, -también imputados- junto a dos hijos menores de edad.
“Los registros domiciliarios y la requisa vehicular demostró que la droga estaba perfectamente acondicionada, tanto como prueba de su entrega procedente como de su aptitud para distribuirla comercialmente luego, estaban los ladrillos, de similar pesaje entre sí, embalados todos con cinta, conservados de manera de evitar su degradación, ordenados con cuidado, a punto de ser vendidos, podría decirse”, determinó el requerimiento de elevación a juicio. En total, se secuestraron 39.422,95 gramos de marihuana.
Las imputaciones
A la hora de prestar declaración, Daniel Llanes habló de un problema con el consumo de drogas, lo cual fue desestimado por el fiscal en su momento. “Lo que aquí nos convoca son todas sus acciones relativas a la comercialización de drogas a gran escala, mediante movimientos y rutinas, por cierto, ágiles, dinámicas, organizadas, consecuentes diariamente, de salir de su domicilio, del de sus padres, de recorrer el Barrio Belgrano, de llevar y traer bolsas de nylon, a veces de considerable peso, de un lado hacia el otro, siempre ayudado por su auto de buen porte, un Chevrolet Vectra que, según surge del boleto de compraventa encontrado en su auto, comprara recientemente en $ 86.000, significativa suma para quien ni sus padres saben a ciencia cierta a qué actividad (legal o ilegal) se dedica para su manutención”, indicó el escrito del representante del Ministerio Público.
Además, las observaciones del personal policial descartaron que vaya a algún negocio, atienda uno o realice cualquier actividad manual o intelectual, sino por el contrario se lo vio “siempre a bordo de su auto a excesiva velocidad recorriendo casas por breves minutos”.
Tanto Marta Robaina como Carlos Llanes intentaron despegarse de los hechos y deslindar la responsabilidad en su hijo. A ello, el fiscal contrapuso “los pasamanos detectados” en la puerta de su casa, de los que ambos participaban. “A esta altura sostener que no intervenían en esta organizada tarea de obtener y luego vender estupefacientes es difícil, ya improbable”, señala el requerimiento.
El matrimonio adujo que en su casa funcionaba un lavadero, pero que no tenía cliente alguno. “Tampoco es compatible con la llegada de diferentes personas por breves minutos que, curiosamente, no dejaban el auto”, señaló Martínes. Incluso, habló de contradicciones entre Carlos Llanes, quien dijo que el negocio no funcionaba y por eso habían puesto a la venta “la hidro y la aspiradora”, y la mujer, quien intentó justificar que siempre había gente en su casa por ese comercio que las tareas de inteligencia revelaron que trabajaba.