Los jueces en lo penal económico Luis Imas, Karina Perilli y Claudio Gutierréz de la Cárcova condenaron a un ciudadano colombiano a cuatro años y seis meses de prisión por el intento de contrabando de cocaína liquida. En su alegato, el fiscal de juicio Marcelo Agüero Vera había solicitado la misma pena. La droga estaba disimulada en dos libros que Alexis Grajales López quiso despachar hacia Hong Kong.
En su fallo, los integrantes del Tribunal Oral N°3 inhabilitaron al hombre para el ejercicio del comercio por seis meses y también para el ejercicio de la patria potestad y de la administración de bienes por el tiempo que dure la condena. Por el voto de los jueces Imas y Gutierréz de la Cárcova, Grajales López no quedará detenido hasta que la condena quede firme aunque tiene prohibido salir del país y deberá presentarse en la sede del Tribunal cada 15 días.
El caso
El 11 de marzo de 2013, Grajales López despachó una encomienda en un local de la empresa DHL ubicado en el shopping Alto Palermo. El envío costó 165 dólares y debía ser remitido a Hong Kong. Se trataba de dos libros: “Who moved my cheese” de Spencer Johnson y “Operation Mastermind” de L.G. Alexander, que fueron declarados por el acusado como “sin valor comercial”.
Ocho días después, alertados de “un envío sospechoso”, funcionarios de la División Drogas del Departamento de Inspecciones Aduaneras de la D.G.A. - AFIP Aduana se presentaron en el predio de DHL en el barrio de Mataderos. Allí, según reconstruyó el fiscal, se verificó que varias hojas de los libros estaban manchadas por lo que, ante la presencia de testigos, se aplicó el reactivo correspondiente y el resultado fue positivo para cocaína. Según las pericias realizadas, los 151 gramos de clorhidrato de cocaína equivalían a 1510 dosis “umbrales”.
Según los testigos Mariano Alvarez y Ariel Ávila, esta clase de procedimientos eran habituales. Álvarez recordó en el debate que, al acercase al paquete “se sentía el aroma” como también se observaba que los libros “estaban manchados con la sustancia”. Para el fiscal, esos testimonios desecharon la explicación del acusado, quién en su indagatoria había expresado que los libros se los dio un amigo y que no se había percatado de nada extraño.
Para Agüero Vera, hubo un “inequívoco destino de comercialización” tanto por la cantidad como por la modalidad detectada. Destacó que el imputado pagó una gran cantidad de dinero por el envío de dos libros cuyo precio no excede los siete u ocho dólares, “por lo que surge a la vista lo poco creíble del envío”. En su fallo, los jueces retomaron lo expresado por el representante del Ministerio Público: “Resultaba absolutamente antieconómico el envío al otro lado del globo de dos libros de fácil acceso, tanto por su disponibilidad como por su precio y que se pagara más de 170 dólares para enviarlos”.