Los chicos iban uno detrás del otro. Delante, cabezas cabizbajas y manos anudadas en la espalda, simulando las esposas. Detrás, los niños que simulaban ser policías les daban bofetadas en la cabeza. Jugaban al poliladron, en la vereda del centro comunitario del barrio El Martillo. Cuando Lucía Muraca, quien integra el equipo de ATAJO en Mar del Plata, les advirtió que la policía no podía agredir a una persona detenida, la respuesta de los chicos decía lo contrario: “Somos policías callejeros, sí podemos”.

Momentos después, esos mismos chicos participaron de un taller sobre violencia institucional titulado: “Jóvenes y fuerzas de seguridad. Conocé tus derechos para poder ejercerlos”, que nació de una iniciativa de la Comisión de Jóvenes del Centro de Integración Comunitaria (CIC) -donde trabaja el equipo de ATAJO local desde hace más de un año- a partir de la represión que Gendarmería desató a fines de enero en el Bajo Flores, cuando una murga estaba ensayando.

La primera consigna de la jornada fue detectar aquellas situaciones de violencia que ejerce la policía y que los mismos jóvenes las veía naturalizadas: “Iba caminando tranquila por la calle y me paran para pedirme documentos”. “Pararon a un pibe que estaba robando, lo tiraron al piso y le pegaron con una cachiporra”. “Entraron a la casa de mi vecina, rompieron la puerta y revisaron la casa. Después se disculparon porque el allanamiento era al lado”. Cada uno de esos letreros, después de debatirlo en grupos, se colocaron junto a la luz roja de un semáforo en papel de colores que se improvisó sobre una de las paredes.

El taller estuvo a cargo del director general de Acceso a la Justicia, Julián Axat, el juez de Garantías Juan Tapia y el defensor oficial Ricardo Mendoza. Además, participaron los referentes de ATAJO en la ciudad, Pablo Carignano, Juan Pablo Gelemur y Lucía Muraca, quienes todas las semanas concurren al CIC a llevar la Justicia más cerca de la sociedad.

Se armó una ronda de sillas en el sum central del Centro, que sobre uno de los laterales tenía pintados dibujos de carnaval. Tímidamente algunos de los niños y niñas -muchos de los cuales participan de la murga del barrio "Los únicos del Martillo"- fueron tomando la palabra. Contaron las experiencias que les tocó vivir, o ver, o que sufrió algún familiar por violencia de las fuerzas de seguridad. Las autoridades fueron dando respuestas a los interrogantes que se plantearon, y se dejó en claro que los integrantes de ATAJO pueden tomar las denuncias.

“¿Qué? ¿Se puede denunciar a la policía?”, preguntó sorprendida una niña.

Sobre el final, se habló de la represión que sufrieron algunos niños y adolescentes de la murga “Los auténticos reyes del ritmo” de la villa 1-11-14. “Les tiraron tiros, yo lo vi en el noticiero”, contó uno de los chicos. “Había chico chiquitos, pero era como si no les importaran”, mencionó otro. “No les gusta la murga”, arriesgó una nena. Frente a ello, supieron que el ATAJO que funciona en el barrio recibió las denuncias y 24 horas después estaba interviniendo la Procuraduría contra la Violencia Institucional.

Al comenzar el taller, el juez Tapia habló de derechos. De la igualdad de todos los niños y niñas, de mujeres y varones, más allá que tengan distintos trabajos o vivan en barrios diferentes. De eso se trató.