Por: Lucía Fasciglione, Cecilia Maloberti y Fabio Muente
En la semana del 10 al 14 de noviembre, el Programa de Acceso Comunitario a la Justicia del MPF realizó tres talleres de formación con jóvenes que aspiran a convertirse en "Líderes deportivos”, como se llama el Programa dependiente de la Secretaría de Deportes de la Nación, en articulación con los ministerios de Desarrollo Social y de Trabajo, Empleo y Seguridad Social nacionales. Los encuentros se desarrollaron en distintos puntos de la villa 1-11-14, en el Bajo Flores, y estuvieron a cargo del equipo multidisciplinario de la Agencia ATAJO, situada en la Casa 17 de la Manzana 26 de la villa, sobre la avenida Riestra y su cruce con la calle Rivera Indarte.
Los talleres se realizaron en la Asociación Civil Puertos del Sur; en un local comunitario que recuerda al párroco villero Rodolfo Ricciardelli, y en el Centro Cultural Mate Cocido.
El segundo de los talleres tuvo como protagonistas a doce jóvenes, de entre dieciocho y veinticuatro años. Si bien la propuesta de abordaje fue similar a la del primer encuentro, llevado adelante en la Asociación Civil Puertos del Sur, la renovación de los participantes implicó la emergencia de perspectivas novedosas por compartir.
En este sentido, es importante destacar la modalidad de talleres adoptada por el equipo de ATAJO en la mayoría de los encuentros desarrollados, en tanto herramienta que abre posibilidades de participación y, fundamentalmente, de construcción de saberes desde una perspectiva colectiva y comunitaria.
Este formato, basado en los fundamentos de la educación popular, es el que atraviesa gran parte de las actividades realizadas por ATAJO en los barrios, comprendiendo que los participantes no son quienes concurren a aprender un saber impartido por expertos, sino que la construcción de ese conocimiento es dialógica y relacional. Es decir, el conocimiento se construye entre todos y, en ese proceso, talleristas y participantes son necesariamente interpelados por las experiencias y saberes que aporta cada uno.
La propuesta del taller sobre “Vínculos violentos” y, en particular, la premisa inicial de la actividad “¿qué es la violencia?”, dispararon múltiples interpretaciones por parte de los presentes. La consigna era plasmar a partir de una palabra, una frase o un dibujo, el sentido otorgado a dicho término. Los conceptos que fueron emergiendo se relacionaron en algunos casos a la discriminación en tanto una forma de negar, de rechazar al “otro”, los estereotipos que se construyen sobre los habitantes de las villas y la estigmatización que generan tales relatos, la diferenciación entre las distintas formas de ejercicio de la violencia, como la física y la psíquica.
En el taller realizado en el centro Rodolfo Ricciardelli, se manifestaron con mayor intensidad otras formas de violencia, ocupando largos minutos del encuentro el debate e intercambio en relación a la violencia ejercida contra las mujeres.
Si bien el grupo contaba con mayoría femenina, el dibujo de una mujer viviendo una situación de violencia de género, fue aportado por uno de los compañeros varones. Más aún, los jóvenes fueron quienes expresaron inicialmente sus vivencias y conocimientos en relación a la temática. Las jóvenes, muchas de ellas madres y en pareja, también participaron, en ocasiones discutiendo algunas de las afirmaciones expresadas: “Las mujeres si cuidan a los hijos, no pueden trabajar”, o bien: “Si el hombre trabaja, las mujeres tienen que encargarse de los quehaceres de la casa”.
Las discusiones, por momentos intensas, pusieron de manifiesto los preceptos de la sociedad patriarcal, imaginario que estuvo presente a lo largo de todo el encuentro. Los mismos participantes, propusieron el análisis histórico de las frases discutidas y concluyeron que “hubo una evolución en la independencia de las mujeres” y que “antes era mucho peor”.
En este punto, y a modo de reflexión, es importante destacar que en las dinámicas grupales de desmenuzamiento de los conceptos y de las distintas modalidades que adopta la violencia en la vida cotidiana, las y los jóvenes fueron construyendo en sus discursos, distintas modalidades de encadenamientos de las violencias, es decir, desplegaron en los relatos distintas formas de articulación de las diversas prácticas violentas descriptas; relaciones que se intentaron visibilizar durante el encuentro.
Siguiendo en esta línea, fue llamativo que, si bien comenzaron hablando sobre la violencia de género, las intervenciones derivaron en la problematización de las formas violentas adoptadas en la crianza de los hijos y en el sostenimiento de los vínculos familiares. Fue así que surgió la pregunta “¿a quién no le pegaron sus papás de chicos?”, estableciéndose una nueva relación/articulación de violencias, esta vez con la que es ejercida entre los niños, afirmando en este sentido algunas de las madres presentes “en casa no le pegamos a mi hijo, pero pega porque lo aprende en la escuela”, o expresando que los vínculos entre los niños muchas veces se dan a partir de “lo que les enseñan los grandes”.
Así, el concepto “enseñar a pegar” se convirtió en un emergente que generó preguntas, tales como: ¿ciertas formas de violencias pueden ser/son aprendidas?
La aparición de interrogantes de este tenor permitió poner en debate el surgimiento de ese tipo de violencia y su reproducción. ¿La violencia se enseña? ¿De qué manera? Ambas cuestiones dispararon como respuesta ciertos imaginarios que nos interpelan cotidianamente respecto de la crianza de los niños. “Es difícil si estás todo el día trabajando y después llegás y los nenes están insoportables y, por más que les hables, no paran... ¿Qué haces ahí?”, surgiendo así la problematización de “la mano fácil” frente a la práctica del diálogo.
La posibilidad de dialogar sobre estos temas en grupo, junto a otros padres y madres, permitió también repensar aquellos lugares comunes que generalmente no son puestos en tensión.
La importancia del Otro
Finalmente: las redes, la comunidad, el Otro. La consigna final tuvo que ver con elegir alguna de las formas de violencias expuestas, o alguna de las situaciones expresadas y pensar en las redes de contención barriales a las que se puede recurrir en caso de ser víctima de alguna/s violencia/s. Algunos remarcaron la importancia de contar con instituciones y organizaciones a las que acudir en estos casos, identificando aquellas que trabajan específicamente las cuestiones de género en el barrio.
La frase empleada por uno de los participantes del taller, “en este barrio cada uno arregla sus problemas por sí mismo”, abrió el espacio para pensar las consecuencias de dicha afirmación. Como respuesta a tal disparador se destacó la necesidad de involucrarse y estar presente para los otros: “Tenemos que saber que no estamos solos, siempre hay otros que pueden escucharnos y ayudarnos”, siendo fundamental, en este sentido, que esos otros estén allí para prestar el oído, contener y acompañar.
* Comunicadora social, Socióloga y Psicólogo, respectivamente.