10 de diciembre de 2025
10 de diciembre de 2025 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Encuentro entre Karamelo Santo y los músicos de la villa 31
La música, una forma de ser y estar en el mundo
Cómo fue el encuentro entre los jóvenes músicos de la villa 31 y los experimentados integrantes de Karamelo Santo. El paso del amateurismo al profesionalismo, el sostenimiento de una carrera artística al margen del circuito comercial, las dificultades económicas y de todo tipo para quienes ven en la música una forma de ser y estar en el mundo.

El lunes 8 de diciembre el equipo ATAJO del barrio Padre Mugica (ex villa 31), realizará un festival cultural en la canchita Bichito de Luz, para comenzar a despedir el año junto a los vecinos y vecinas, con quienes viene sosteniendo desde su llegada al barrio creciente vinculación. En ese festival confluirán bandas de hip-hop y rock integradas por jóvenes que viven en la villa, y una agrupación musical reconocida, de larga trayectoria en la escena rockera, la mendocina Karamelo Santo. La organización del festival demandó varios encuentros de organización, que reunió en conversaciones más que interesantes a los jóvenes músicos de la 31, y a los experimentados miembros de Karamelo.

Desde que fue instalada la oficina de ATAJO en el barrio, se desarrollaron diferentes actividades de difusión y promoción de derechos que permitieron establecer lazos con distintos actores del barrio. La inserción comunitaria es central a la hora de encarar el desafío de acercar el sistema de administración de Justicia a la población más vulnerable de la sociedad.

En ese marco fue que se propiciaron encuentros con músicos que viven en la villa, muchos de ellos alumnos de los diferentes talleres de hip-hop dictados en organizaciones e instituciones barriales. También, con docentes de una de las escuelas de formación musical (Escuela de Música y Arte de Orientación Emergente y Cambiante - EMAOEC), que dicta clases de forma gratuita a niños, niñas y jóvenes, y otros integrantes de bandas de rock, folklore y reggae conformadas en los diferentes espacios barriales que propician la práctica musical.

Algunos de ellos se nuclearon hace algún tiempo en lo que dieron en llamar la “Mesa de Músicos Organizados de la Villa 31”, espacio pensado inicialmente como aglutinador de quienes desarrollan actividades musicales, pero también como un dispositivo a partir del cual visibilizar las realidades que atraviesan a quienes ejercen la profesión en un contexto de vulnerabilidad social y fomentar la construcción de herramientas colectivas para afrontar esas realidades.

Karamelo Santo y la profesionalización del músico

El encuentro entre los jóvenes músicos, todos ellos con altísima calidad expresiva, y dos de los integrantes de la banda de reggae Karamelo Santo –el  saxofonista Pablo Clavijo y Piro Rosafa, cantante y percusionista de la banda-, se produjo inicialmente en las instalaciones de la oficina de ATAJO ubicada en el Centro Integrador Comunitario (CIC), que ofició de punto de encuentro para iniciar una caminata por las calles de la 31 hasta el Bachillerato Popular “Casa Abierta”, espacio de referencia para algunos de los jóvenes presentes, como así también para el equipo de ATAJO, por ser el segundo lugar en el que se desarrolla una atención semanal de consultas para los habitantes de la villa que viven en puntos distantes respecto del CIC.

“Casa Abierta” fue entonces el espacio propicio para intercambiar miradas, experiencias y expectativas en relación a la música. Surgieron allí múltiples interpretaciones de la música en tanto concepto, entendiendo su amplitud, la complejidad y diversidad de las expresiones artísticas relacionadas.

Sin embargo, algunas ideas y preguntas particulares guiaron el encuentro: ¿se puede pensar a la música en tanto una de las herramientas para la expresión de las culturas subalternas? ¿Puede ser la música una herramienta para propiciar la inclusión y el desarrollo social? Y, finalmente, la conciliación de dichos ideales en el ejercicio profesional bajo contextos de vulnerabilidad y exclusión social, y, en este sentido, la pregunta por las trayectorias posibles para pasar del amateurismo a la profesionalización.

Los músicos barriales (“barriales” porque viven en la villa 31, y no en desmedro de su calidad artística), expresaron los sentidos que asocian a la música, todos ellos ligados a un ideal de profesionalización en el barrio y para el barrio. Las ideas que guían las letras y ritmos de sus canciones muchas veces expresan la realidad que vive la comunidad en las villas, aunque desde distintos estilos musicales. Generalmente, narran las formas que adoptan la exclusión y la violencia en la vida cotidiana.

“Siempre zapamos juntos, o tocamos, o vienen a casa, o nos mandamos cosas por internet para escuchar lo que estamos haciendo, para poder darle difusión a lo que cada uno está haciendo y también fortalecer el trabajo. Sabemos de dónde venimos y queremos ir a otro lugar, no existe ese lugar, lo más aproximado a eso es la música”, expresó Guillermo, uno de los jóvenes músicos de la 31, en uno de los pasajes de la charla, cuando todos coincidieron en el esfuerzo que implica hacer música con muy pocos recursos y en la importancia de fortalecer los lazos de cooperación comunitaria entre todos los que desarrollan actividades artísticas en la villa.

En tal sentido, Piro, de Karamelo Santo, destacó que “no importa el lugar al que vas,  lo que importa es el camino que hagas”, compartiendo en este punto la historia de la banda, el esfuerzo que implicó la conformación y sostenimiento de sus integrantes y lo complejo que es elegir vivir del arte, de la música, fuera del circuito comercial.

La música, herramienta subjetiva

Los jóvenes de la 31 se mostraron muy interesados en conocer ese recorrido emprendido por los diez integrantes de Karamelo Santo, allá por la década de los noventa, intentando comprender las lógicas que les posibilitaron hacer de la música, no sólo una profesión, sino una herramienta para el desarrollo grupal y subjetivo.

“La música es la herramienta, si yo fuese carpintero, la carpintería sería mi herramienta, en este caso es la música”, expresó Guillermo, sintetizando la idea que atravesó gran parte del encuentro: la música es una salida, pero también un medio para reconocerse y ser.

En el caso de estos jóvenes, la música no sólo es un medio propio, para los que se dedican a ella, sino también una herramienta para la sociedad toda, ya que necesariamente se nutre de las historias y realidades particulares que viven las comunidades vulneradas y estigmatizadas, y las visibilizan. La música es también una forma de protesta y una herramienta para estallar los muros de silencios que rodean a los barrios más postergados.