Por: Fabio Muente *
Durante el primer semestre del año, ATAJO animó un ciclo de talleres de formación y promoción de derechos en tres centros de la villa 1-11-14, donde se dictan diariamente las clases del Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo (PAEByT).
Ese Programa, dependiente del gobierno porteño, funciona desde hace treinta años en distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires. Su función es alfabetizar a personas mayores de 14 años, y quien finaliza sus cursos obtiene el título de educación primaria.
Resultó particularmente interesante la experiencia de esos talleres, debido a la heterogeneidad de su población. Personas de muy distinta edad, nacionalidades diversas y niveles de escolaridad variables, reflexionaron colectivamente sobre las temáticas abordadas. Que las “doñas” del barrio intercambiaran impresiones sobre violencia de género con jóvenes de 14, 15 y 16 años, significó, en sí mismo, todo un hecho a destacar.
En el Bajo Flores, las clases del PAEByT se dictan en tres sitios distintos de la villa: el histórico comedor “La Hormiguita Viajera”, situado en el Barrio Rivadavia; en otro comedor de la manzana 9, llamado “Niños felices”, y en la Capilla de Itatí, sobre la manzana 14, frente a la llamada “Cancha de los paraguayos”.
La equidistancia entre los tres puntos permitió a los operadores de ATAJO tomar contacto con demandas comunes y otras específicas entre los pobladores de la villa. Si bien algunas de ellas son estructurales, otras van cambiando según el lugar de cada centro y adquieren rasgos propios.
La Hormiguita viajera
Al primer taller en el comedor “La hormiguita viajera”, sobre “Acceso a la Justicia”, asistieron quince vecinos y vecinas, mayormente mujeres de edades variables. Muchos de los vecinos que participan en el PAEByT están aprendiendo a leer, razón por la cual el disparador para comenzar los debates y analizar los contenidos en relación a la Justicia fueron distintas fotografías: un campo abierto y verde, un puente sobre un arroyo, jóvenes en la esquina de un barrio, mujeres reunidas o bailando una danza boliviana ancestral, hasta hombres encarcelados, una pareja discutiendo, un hombre golpeando a una mujer, gendarmes caminando por los barrios, una gorra policial, la escena de una detención violenta, entre otras.
La consigna era que cada participante eligiera la imagen que considerara que más relación tenía con la Justicia. Mientras cada uno fundamentaba su elección, Laura Duarte, del área de Formación y Promoción de derechos de ATAJO, escribía en un afiche los conceptos que iban surgiendo: “Derechos”, “Libertad”, “Unirse”, “Paz”, “Policía”, “Educación”.
“Yo nací en un lugar así, un campo grande”, argumentó una mujer de nacionalidad paraguaya. Otras refirieron situaciones de maltrato padecidas en distintas instituciones, como el hospital y la comisaría, que relacionaron con su condición de extranjeras, pobres y mujeres
“Si tenemos que ir a la justicia, ¿dónde vamos?”, preguntó una. El largo silencio que acompañó la inquietud moldeó una respuesta: la comisaría, recientemente cuestionada por el proceder de algunos de sus uniformados. De ahí la importancia de la Agencia Territorial de Acceso a la Justicia del Ministerio Público Fiscal de la Nación.
• Psicólogo. Integrante del equipo ATAJO de la villa 1-11-14