04 de mayo de 2024
04 de mayo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Del origen de la villa 21.24 a hoy, pasando por la dictadura
Una historia atravesada por las demandas de justicia
Cómo influyó la dictadura cívico-militar en las vidas de los habitantes de la villa de Barracas, en relación a sus demandas de justicia en la actualidad.

Por: Fernando Juárez

El origen de las villas se remonta a la década del 30, como un subproducto del movimiento migratorio desde las provincias del interior, y también de personas de países lejanos (en su mayoría europeos), hacia los grandes conglomerados urbanos de la región central, como consecuencia de la aceleración del crecimiento industrial y la creación de nuevas oportunidades de trabajo.

Hacia la década del 40, las villas se extendieron acompañando las nuevas industrias de sustitución de importaciones. En los 60 se sumaron los migrantes de los países limítrofes (como Paraguay, Uruguay y Bolivia). Tanto la Ciudad de Buenos Aires como las localidades del Gran Buenos Aires, fueron los lugares de recepción. Los grandes establecimientos fabriles crecían a la par de villas miserias habitadas por trabajadores de escasa calificación y precariamente insertos en el mundo laboral. Pero a esta precariedad, se le sumaba una complejidad importante: el déficit habitacional y la inexistencia de políticas habitacionales.

Entrados los años cuarenta comenzó a registrarse la ocupación de terrenos baldíos donde las familias construían sus “ranchos”, con materiales precarios y con servicios que hoy consideramos esenciales, inexistentes (luz, agua potable, cloacas, etc.). A partir de los años 40, la población de la villa 21 -24 se fue incrementando, hasta la década del 70. Las primeras familias se ubicaban en las cercanías del ferrocarril y de los cordones industriales.

El gobierno de facto del año 1966 promulgó el Plan de Erradicación de Villas de Emergencia. En el marco de dicho plan, fue construido el Núcleo Habitacional Transitorio Zavaleta (NHT), considerado como un “barrio de tránsito” hasta la entrega de viviendas definitivas para los vecinos de la villa. Esta es la dirección que mantuvo la planificación, en un principio, de las villas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El plan de erradicación se dirigía a villas específicas, especialmente aquellas ubicadas al norte de la ciudad, de la cual sólo resistió el embate la villa 31. Sin embargo, varios otros conglomerados fueron expulsados, incluso en la región sur de la capital. En 1977 el plan continuó con su segunda etapa, que correspondía a la erradicación de la villa 1.11.14 y de Barrio Rivadavia, y hasta una tercera etapa (y última), que preveía la eliminación de la geografía urbana de la villa 21-24 junto a todas las otras villas de la zona sur de la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Todos los procesos de erradicación de las villas respondían a lógicas diversas. La principal, la sobrevaluación económica de los terrenos que abarcaban estos grandes sectores empobrecidos; y en segundo orden, el excluyente concepto de pertenencia y derecho de propiedad: “Quién merece la ciudad”. En el libro El barrio obrero conocido como villa 21-24 Zavaleta, se afirma que “la villa fue uno de los lugares más intensamente perseguidos, no sólo porque allí se encontraban vecinos solidarios, organizados, con proyectos de una sociedad más justa e igualitaria, sino también, porque su modo de habitar la ciudad era despreciado por los militares”.

La población de la villa 21.24 continuó creciendo hasta la década del 70, específicamente hasta la instauración de la dictadura cívico militar, donde se el desalojo violento de las villas se hizo casi sistémico. Las políticas de erradicación, iniciadas a través de la ordenanza número 33.652 sancionada el 13 de julio de 1977 (El Plan Cacciatore), durante la última dictadura, dejaron apenas una centena de familias que resistieron los desalojos. Muy pocas familias recurrieron a la justicia para detenerlos, interponiendo recursos de amparo, ante las topadoras que se llevaban por delante sus casas.

También es importante destacar los procesos de estigmatización de las personas que vivían en las villas, que a través de los relatos que los operadores de ATAJO pudieron rescatar dan cuenta de la imperiosa necesidad de generar estrategias de supervivencias reales y simbólicas, para sobrellevar ese momento. Desde reubicaciones estratégicas en los fondos de los asentamientos, hasta identificaciones pura y exclusivamente para acreditar su origen “villero”, dando la posibilidad de entrada y salida sólo en horarios establecidos.

A pesar de esta negación de la vida, de lo que se designaba como ciudadano o no, la villa 21 24 resistió. Luego de esto, y una vez superada la época dictatorial, comenzó un proceso de repoblamiento ininterrumpido que continúa hasta hoy, con un crecimiento poblacional acelerado.

* Trabajador Social, miembro del equipo interdiscipliario del ATAJO de la villa 21.24, Barracas.

Bibliografía consultada:

-CASTAÑEDA, Vanesa y otros: El barrio obrero conocido como Villa 21-24 y Zavaleta: Una historia de dificultades, luchas y conquistas. Buenos Aires,  Espacio Memoria y Derechos Humanos, 2012.