02 de mayo de 2024
02 de mayo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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La defensa reconoció las lesiones
Absolvieron a un gendarme juzgado por vejaciones a dos niños
El fiscal Fernando Fiszer dio por probado el hecho y pidió una condena de 2 años y 8 meses de prisión en suspenso e inhabilitación por el doble de tiempo. El Tribunal, que dará a conocer los fundamentos el miércoles, dispuso que continúe la investigación en la etapa de instrucción.

El Tribunal Oral en lo Criminal N° 16 absolvió ayer al cabo de la Gendarmería Nacional Argentina Raúl Darío Pereyra, al culminar el debate en que se lo juzgó por vejaciones contra dos niños de 12 años, en el barrio porteño de Villa Lugano.

Durante la jornada -la segunda- brindó su testimonio una mujer, propuesta por la familia de una de las víctimas. A su término expusieron el fiscal Fernando Fiszer -interinamente a cargo de la Fiscalía N° 16- y la defensa de Pereyra.

La fiscalía pidió en su alegato que Pereyra sea condenado a 2 años y 8 meses de prisión por encontrarlo como co autor de apremios ilegales y lesiones leves, y su inhabilitación por el doble de tiempo. El fiscal reconstruyó lo sucedido el 4 de septiembre de 2012 y dio por probado el hecho, que varía según lo narrado por los testigos en la primera audiencia y la versión de Pereyra. Los relatos tienen puntos de contacto en cuanto al origen del operativo: la denuncia de un colectivero acerca de que estaban arrojando piedras. Pero de acuerdo al gendarme juzgado, sólo presenció cuando un chico, ya sobre el suelo y bajo la presión que ejercía sobre él otro uniformado, llorando dijo que los que lo hicieron “están a la vuelta”. Al volver a ese lugar, todo habría terminado.

Para el representante del Ministerio Público Fiscal se incurrió en el delito por la manera en que los chicos fueron tratados: las lesiones constatadas, expresiones tales como “ahora lloran gallinitas”, la restricción a la libertad ambulatoria; incluso a uno de los chicos le rompieron un billete y le tiraron las llaves. Asimismo, aun si el hecho hubiera ocurrido como lo contó Pereyra, el fiscal consideró que se trata de un apremio ilegal, ya que no intentó impedir o detener esa conducta.

Además, solicitó la revisión de los testimonios para que en la etapa de instrucción se determine el rol que tuvieron los demás gendarmes involucrados en el hecho, y la responsabilidad de los agentes que habrían omitido informar a sus superiores acerca de lo sucedido. En cuanto al pedido de condena, Fiszer encontró como agravantes la utilización de armas (bastones o tonfas y una escopeta), la diferencia corporal entre los gendarmes y las víctimas y la cantidad de personas. Por otro lado, valoró como atenuante el concepto que los actuales compañeros tienen de Pereyra.

Por su parte, la defensa también reconoció las lesiones de los niños y que hubo gendarmes implicados, pero solicitó la absolución de Pereyra por supuestos “errores” en la instrucción y por la duda del rol que le cupo al imputado.

Las juezas María Cristina Bertola e Inés Cantisani y su colega Gustavo González Ferrari absolvieron a Pereyra, y establecieron la lectura de los fundamentos para el miércoles a las 13:30. Por otro lado, dispusieron extraer los testimonios "de las partes pertinentes" y remitirlos a la etapa de instrucción para que el juzgado "continúe la investigación respecto de la responsabilidad penal que pudiera caber en el hecho ventilado durante el debate, a Ángel Rivero Barreto, Rodrigo Matías Sondulín, Dante Darío Penayo, Efraín Lisandro Perussatto y Paola De los Ángeles Morel", todos ellos gendarmes que prestaron servicio en el mismo puesto de control en que lo hizo Pereyra.

En la audiencia de la semana pasada, la mamá del niño A. [por la inicial de su nombre de pila] narró que al llegar a su casa después de trabajar, les pidió a los chicos que esperen al frente de su casa porque después irían a comprar la merienda, mientras entraba unos minutos. En ese ínterin, empezó a escuchar gritos y a los perros que ladraban. Se asomó y vio a un gendarme que tenía a su hijo del cuello y le pegaba, mientras éste lloraba. Cuando preguntó qué ocurría, le contestaron que “si no vigila a sus hijos no haga tantas preguntas”. Al salir a la puerta, notó que a unos metros otros tres integrantes de la fuerza -a los que describió como “dos rubios con anteojos y uno morocho”- “tenían a un chico en el piso al que le pegaban con bastones”. La mujer advirtió que cuando el otro niño [de nombre M.] logró incorporarse, tenía sangre en la remera. Los gendarmes, de acuerdo al testimonio, salieron corriendo hacia un auto.