El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°2 de San Martín condenó a cuatro hombres por encontrarlos culpables de un secuestro extorsivo ocurrido en junio de 2012 en la localidad bonaerense de San Miguel. A lo largo de la etapa de instrucción, a cargo de Paul Starc de la Fiscalía Federal de Tres de Febrero y del juicio, encabezado por el fiscal Alberto Gentili, se determinó que los ahora condenados —Hugo Alberto Cabrera Cáceres (28), Eduardo Alberto Medina (67), José Alejandro Mohamed (59) y Ricardo Máximo Vázquez (44)— planificaron el hecho con antelación al secuestro, observando y vigilando a la víctima y su entorno. Además, utilizaron armas de fuego y actuaron con un grado de violencia tal que produjeron graves lesiones.

Por otro lado, en los fundamentos de la sentencia dados a conocer el martes 19 de agosto, los jueces Daniel Alberto Cisneros, Diego Leif Guardia y Daniel Antonio Petrone explicaron el porqué de su rechazo a un planteo de nulidad presentado por la defensora de uno de los imputados contra el rol del Ministerio Público Fiscal. La abogada Mariana Grasso intentó cuestionar algunas de las facultades legales asignadas al MPF por la ley 25.760, que en su artículo 2 establece que en las causas en las que se investiguen secuestros extorsivos la pesquisa quedará en cabeza del organismo, aun cuando haya autores individualizados.

“La tramitación de este legajo es un claro ejemplo del avance en el sistema procesal en pos de una mayor profundización del contradictorio, en tanto el planteo de la defensa parece fruto de la nostalgia hacia el esquema inquisitivo, como bien lo señalara el fiscal de juicio al ejercer su derecho a réplica” afirmó el juez Cisneros en su voto, al que adhirieron los demás magistrados. La sentencia agregó que la labor del fiscal “se ajustó a las normas procesales vigentes”.

El hecho

El tribunal oral encontró a los acusados como coautores del “delito de secuestro extorsivo calificado por la intervención de tres o más personas y por haber logrado el propósito perseguido, que concurre idealmente con el de robo calificado por el uso de arma”. El detalle de las penas es el siguiente: Cáceres, 12 años de prisión, accesorias legales y costas; Vázquez, 13 años de prisión, accesorias legales, costas y declaración de reincidente y pena única de 14 años y seis meses de prisión; Medina, 13 años de prisión, accesorias legales, costas y declaración de reincidente; y por último Mohamed, 14 años de prisión, accesorias legales y costas, condena que incluyó la del delito de tenencia del arma.

De acuerdo con la sentencia, el 29 de junio de 2012 los imputados Cáceres y Vázquez, con la participación de Medina y Mohamed, sustrajeron, retuvieron y ocultaron a la víctima para obtener el rescate a cambio de su liberación. La intercepción se produjo aproximadamente a las 13:15, en el cruce de Gaspar Campos y Rodríguez Peña de la localidad de San Miguel, cuando el hombre secuestrado circulaba en su automóvil y fue abordado por un Volkswagen Vento, al que lo hicieron subir violentamente.

Junto a otro auto de apoyo —luego identificado como un Peugeot 307— se dirigieron al camino del Buen Ayre, donde ingresaron por la subida de la ruta 201. Desde allí, se comunicaron a través del teléfono celular de la víctima con el de su hijo, exigiendo el pago de trescientos mil dólares.

Los familiares juntaron dinero (una suma un poco superior a los 140 mil pesos), tres relojes, tres anillos y dos cadenitas de oro, que colocaron dentro de una mochila. El hijo fue dirigido telefónicamente por los captores, y finalmente dejó la mochila con el rescate sobre la colectora mano a Capital Federal de la Autopista Panamericana, a la altura del centro comercial Unicenter. Cerca de las 15:00, la víctima fue liberada en la misma colectora, en las calles Olaguer y Feliú del Partido de Vicente López.

Mientras duró el cautiverio, el hombre fue amenazado con armas, golpeado en su cabeza —lo que le produjo un traumatismo de cráneo—, y también desapoderado de sus efectos personales.

Inteligencia previa

Con los numerosos testimonios prestados en el debate y la instrucción, salió a la luz que pocos días antes, el hombre habría sido marcado en el Banco Río, mientras realizaba una operación. Por un motivo particular, su hijo debió salir de la casa y notó que fue seguido por un automóvil y divisó a una persona que se subió en él. Ya para el mismo día del hecho, al abrir la puerta de su hogar advirtió la presencia de un hombre que miraba insistentemente la vivienda y se subía a otro vehículo; sus sospechas eran atinadas, ya que resultó ser el secuestrador Mohamed.