A pedido del titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°14, Andrés Madrea, el responsable del Juzgado Nacional N°39 de ese fuero, Hugo Decaria, elevó a juicio la investigación seguida contra un hombre acusado de asesinar y descuartizar con una amoladora a su pareja, el 15 de marzo de 2019, en el interior de la vivienda que compartían en la Villa 31 bis de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En base a las pruebas recolectadas, el fiscal solicitó la elevación a juicio de la investigación en orden al delito de homicidio agravado por el vínculo y mediando violencia de género, en perjuicio de su pareja. Distintos testigos refirieron durante la investigación que el acusado era celoso, que en una oportunidad le había roto el celular, que supervisaba sus comunicaciones con sus familiares, que no dejaba que sus amistades fueran a la casa, que le controlaba los gastos, que había intentado ahorcarla mientras dormía -quince días antes del crimen-, y que mantenían una disputa por el destino de la vivienda, que el hombre quería vender, pero la víctima no.
El hecho
De acuerdo a la investigación, aquel día el imputado coordinó con su hermana para dejarle al cuidado a los dos hijos de la pareja. Luego, en la vivienda que compartían con la víctima, aprovechó cuando se bañaba para apuñalarla. Tras ello, la descuartizó con una amoladora e hirvió parte del cuerpo.
El fiscal solicitó la elevación a juicio de la investigación en orden al delito de homicidio agravado por el vínculo y mediando violencia de género.
En la tarde del día siguiente, ya consumado el crimen, se comunicó con su hermana para que le alcanzara a los niños a la Terminal de Ómnibus de Retiro, donde se despidió de sus hijos y le dijo a su hermana que retornaría cuando finalizara su jornada laboral. Sin embargo, abordó un micro hasta la ciudad misionera de Posadas, donde quedó registrada su salida del país, por el paso internacional, hacia la localidad paraguaya de San Roque González de Santa Cruz.
En la tarde del 17 de marzo, la madre y la hija del imputado llamaron a la Policía, ya que el hombre y su pareja no contestaban sus mensajes ni atendían en la vivienda y que había un olor nauseabundo en el lugar. Al ingresar a la casa, la policía encontró la dantesca escena: partes del cuerpo de una mujer, en el interior de la bañera, dentro de una olla en la cocina y al lado del perro de la familia. De acuerdo a la autopsia, la mujer presentaba un golpe en su cara, tres heridas cortantes en el cuello, lesiones defensivas en sus manos y, una vez muerta, su agresor la había descuartizado -en 25 pedazos, los que a su vez cortó con un cuchillo que se secuestró en el lugar- y hervido partes de su cuerpo.
La identidad de la víctima pudo establecerse gracias al cotejo del ADN de la madre de la víctima
La identidad de la víctima pudo establecerse gracias al cotejo del ADN de la madre de la víctima con las 25 partes halladas en la escena del crimen, las muestras tomadas de la de la hoja del cuchillo, de su mango, del área de agarre de la amoladora, de una mancha de goteo de la pared del baño, de otra escurrida y en la canilla de la ducha, los que evidenciaron un “un único e idéntico perfil genético autosómico femenino que presenta identidad con el perfil genético autosómico femenino de quien en vida fuera” la víctima.
Sin embargo, se desconocía si efectivamente el hombre había asesinado a su concubina. Su identificación fue posible gracias al hallazgo de ADN del imputado en los guantes con sangre que fueron encontrados en la bañadera y las huellas dactilares que dejó en la parte de abajo del inodoro cuando lo removió del baño.
A juicio
De acuerdo a la hipótesis del representante del Ministerio Público Fiscal, el “hecho de haber dejado con antelación a los hijos de la pareja al cuidado de sus familiares -esto es, el viernes por la tarde-, evidencia a las claras, por un lado, la organización y diseño previos que el epigrafiado tuvo en cuenta –y luego puso en marcha- a la hora de planear cuales serían las circunstancias más ‘propicias’ para llevar a cabo su cometido mortal –esto es, estar a solas con la víctima, antes, durante y después de darle muerte para optimizar los resultados y además, probablemente, procurar deshacerse de los restos o de parte de ellos mediante su mutilación o cuanto menos imposibilitar o dificultar su pronta identificación mediante la cocción y/o facilitación de algunos de los fragmentos al perro de la vivienda para su ingesta- y por el otro, da cuenta de su intento por lograr impunidad refugiándose rápidamente en su país natal”.
Agregó que el imputado “no solo esperó y preparó el ambiente y momento propicios con marcada antelación para dar muerte a su pareja (…) sino que, a juzgar por las circunstancias en las cuales se halló el cuerpo (en la ducha, sin ropa colocada o que se encuentre en las inmediaciones y que den cuenta de su uso reciente) es dable decir, si se quiere a modo de hipótesis, que además calculó y tuvo en cuenta la menor posibilidad defensiva que el acto de bañarse y el recinto de la ducha podían significarle una mayor garantía para el éxito de su labor”.
En consonancia con lo solicitado por la fiscalía, el juez Decaría consideró clausurada la investigación y la elevó a juicio. Así, el imputado –quien se encuentra alojado en el Complejo Penitenciario N°2 de Marcos Paz- será juzgado por el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°14, que aún no fijó fecha de debate.