El Tribunal Oral Federal de General Roca condenó a 10 años de prisión a un empresario de la construcción y un cómplice por el delito de privación ilegal de la libertad coactiva, robo y lesiones en perjuicio de un joven que estuvo más de cinco horas cautivo con el objeto de que su padre saldara una deuda con la cesión de una propiedad, en un hecho ocurrido el 1° de febrero del año pasado, en la ciudad rionegrina de Viedma.
En el juicio intervino la titular del Área de Transición de la Unidad Fiscal de esa jurisdicción, la fiscal general María Claudia Frezzini, acompañada por los auxiliares fiscales Diego Paolini y Constanza Lavoz Campos, que durante los alegatos habían solicitado la pena de 11 años de prisión para los condenados, identificados como el empresario Miguel Ángel Llambay -dueño de una empresa fabricante de losas industriales-, y su cómplice Jorge Rubén Toledo.
De esta manera, los jueces Simón Pedro Bracco, Alejandro Adrián Silva y Marcos Javier Aguerrido los consideraron coautores penalmente responsables del delito de privación ilegal de la libertad coactiva agravado por la participación de tres o más personas; en concurso ideal con lesiones leves y en concurso real con robo agravado por el uso de arma de fuego cuya aptitud para el disparo no pudo tenerse por acreditada.
Asimismo, en el caso de Toledo, a quien se lo declaró reincidente por tercera vez, también se lo consideró autor del delito de daño agravado por la finalidad de impedir el libre ejercicio de la autoridad.
Por otra parte, el tribunal ordenó el decomiso de la finca tipo chacra donde estuvo cautiva la víctima, situada en Viedma, aunque la efectivización de esta medida quedó sujeta a la comprobación de la titularidad del inmueble.
El caso
El hecho ocurrió el 1° de febrero de 2024, alrededor de las 11, cuando Llambay, Toledo y un hombre más que no pudo ser identificado, interceptaron a un joven, que le debía dinero al empresario, en una gomería ubicada en el barrio Lavalle y, mediante el empleo de un arma de fuego y sin mediar palabra alguna, lo obligaron a abordar su vehículo personal.
De allí emprendieron la marcha y se retiraron raudamente del lugar hasta llegar a una chacra, ubicada sobre la Ruta Provincial N°1 a la altura del kilómetro 17, que era propiedad de Llambay.
Según lo acreditado en el debate, una vez en el lugar, llevaron a la víctima al quincho contiguo de la propiedad, donde lo arrojaron al suelo, le colocaron alrededor de su cuello un collar de perro y lo cubrieron con una especie de manta de color blanca, propinándole múltiples golpes de puño y patadas, así como también otros contundentes aplicados con un arma de fuego en distintas partes del cuerpo, lo que le produjo una serie de lesiones.
Luego, apuntaron con un arma de fuego a la víctima y la obligaron a comunicarse con su padre para que le diga que lo tenían secuestrado y que debía firmar una cesión de derechos de una casa, caso contrario le iban a “pegar un tiro”.
Allí retomó la comunicación Llambay, quien habló directamente con el padre y le dijo que debía entregar un inmueble que era de su propiedad en forma de pago por una deuda que su hijo había contraído con él. Asimismo, antes de cortar el llamado, le hizo saber que una persona se acercaría a su domicilio para concretar la transacción.
Momentos después del llamado, un agente inmobiliario, enviado de parte de Llambay, se acercó al comercio del padre de la víctima para que este firmara unos papeles. Sin embargo, éste se negó y el agente debió retirarse del lugar sin concretar la transacción. Acto seguido, el padre realizó la denuncia a la policía local.
En ese ínterin, los captores continuaron con agresiones hacía la víctima hasta que, alrededor de las 13 la liberaron, bajo la amenaza que para las 16.30 debía tener las escrituras de la casa firmada. Asimismo, se quedaron con sus pertenencias: el celular, un reloj plateado tipo pulsera marca “Citizen” y la suma de 90 mil pesos en efectivo.
Luego de la denuncia, se realizó una investigación que culminó con el allanamiento de la chacra y con la detención de Llambay. Por su parte, Toledo intentó huir en dirección hacia Bahía Blanca cuando se enteró que la Policía Federal lo estaba buscando. En esa persecución, antes de ser rodeado en una rotonda en inmediaciones de la localidad de Médanos, Toledo chocó a un patrullero por intentar hacer una maniobra evasiva.