Ayer declararon los últimos testigos en el marco del juicio que se le sigue a dos hombres acusados de administrar la fábrica, ubicada en el barrio porteño de Caballito, que se incendió en marzo de 2006. Como consecuencia, murieron seis personas, cinco menores de edad y una mujer embarazada.
De esta manera, quedó culminada la etapa de prueba del debate oral que comenzó el 18 de abril. El próximo lunes 30 de mayo a las 9.30 horas se realizarán los alegatos del fiscal Fabian Céliz, y de las defensas.
La última audiencia comenzó con la ampliación de la declaración de uno de los imputados, Luis Sillerico, quien negó las acusaciones y dijo que él “siempre fue empleado de Juan Manuel (Correa)”, el otro acusado. “Es falso todo lo que declararon los testigos”, agregó.
Luego declaró un vecino del taller, que en marzo de 2006 vivía en la casa pegada al predio y que, según relató, antes del incendio había hablado con uno de los dueños ya que percibía mucho movimiento en la zona. “Veía anomalías como cargamento de guata, machimbre, bolsas de papas y cada vez más personas en el taller”. Con respecto al día del accidente, aseguró que “cuando llegamos, con los vecinos intentamos romper los barrotes de la puerta pero no pudimos. Queríamos rescatar a los niños que estaban adentro pero había barrotes como en una cárcel. La gente afuera gritaba. Después me enteré que el techo se cayó arriba de donde estaban los chicos". Ante las preguntas del tribunal, el testigo añadió: “Las rejas estaban en la puerta de entrada, en el garaje y en las ventanas de arriba”.
"La gente comía arriba de las máquinas, al igual que los oficinistas lo hacen en sus escritorios. En este rubro, el textil, todo se maneja de palabra y de manera informal. Cuanto más trabajas más cobrás", reconoció uno de los acusados.
A continuación, el otro imputado en la causa, Juan Manuel Correa, también hizo uso del derecho de ampliar su declaración y se refirió a los dichos de Sillerico. “No entiendo por qué Luis está mintiendo. La gente comía arriba de las máquinas, al igual que los oficinistas lo hacen en sus escritorios. En este rubro, el textil, todo se maneja de palabra y de manera informal. Cuanto más trabajas más cobras”, concluyó.
Los últimos testimonios estuvieron a cargo de un técnico de Edesur, que realizó un informe sobre la instalación eléctrica del taller; Yola Quispe, que relató que en el cuarto dormía con su esposo y sus tres hijos; Martín Salinas y Teofilo Mendoza Ticona.