Ante los jueces Ines Cantisani, María Cristina Bértola y Gustavo González Ferrari, el fiscal Fernando Fiszer realizará sus alegatos el próximo lunes 28 de septiembre, en el marco de una causa donde se juzga a siete personas acusadas de realizar “secuestros virtuales”. Luego de la exposición del Ministerio Público, será el turno de las defensas de los imputados. Todos están acusados del delito de extorsión, algunos en grado de tentativa, cuya pena prevista va de los cinco a los diez años de prisión.
Según la investigación llevada adelante por Susana Calleja, de la fiscalía de Distrito de La Boca, los acusados extorsionaban a sus víctimas exigiéndoles joyas y dinero, en algunos casos hasta 50 mil dólares, a cambio de liberar a los allegados que estaban supuestamente secuestrados. Las llamadas se producían de madrugada: simulaban tener al familiar, mientras otro miembro de la banda actuaba como si estuviera cautivo y lloraba pidiéndole a la víctima que le entregara a los captores lo que estos le pidieran.
En la última audiencia, cinco de los acusados ampliaron su indagatoria ante los magistrados. Todos negaron su participación en los hechos y acusaron a los policías de la División Antisecuestros que participaron en el expediente de querer perjudicarlos. Con respecto a los celulares que constan en la causa y que fueron utilizados para realizar los secuestros virtuales, dos de los acusados dijeron que los móviles eran utilizados por mucha gente porque en sus casas no había teléfonos fijos.
Durante el juicio, además de las víctimas y los efectivos que realizaron la investigación y efectuaron los allanamientos; declararon familiares y vecinos de los imputados. Uno de los testigos que presentó la defensa fue un comerciante de quiniela, quién especificó que un acusado había ganado tres premios entre 2012 y 2013, de entre 500 mil y 1 millón de pesos. En su indagatoria, este imputado esgrimió que por este motivo tenía dinero y que no necesitaba cometer un delito.
Con respecto a los allanamientos, un testigo civil del procedimiento recordó una escena que se dio en uno de los domicilios, donde se detuvo a una de las acusadas. Esa mujer era identificada como “Estrella” en las conversaciones telefónicas, apodo que fue negado por la imputada, quién dijo que en la comunidad gitana se les dice así a las chicas jóvenes y que por lo tanto, no se referían a ella. El testigo rememoró que la mujer quería fumar durante el allanamiento y que los policías no se lo permitían. Ella insistía hasta que su marido le dijo: “Basta, Estrella”.
¿Cómo era la maniobra?
Según la investigación, que abarca siete hechos diferentes, cada uno de los imputados cumplía un rol bien definido. Había una figura femenina, quien cumplía el rol de “llorona” y que aparentaba ser la persona secuestrada. Estaba también el “falso captor”, quién era el encargado de establecer la comunicación y coordinar con la víctima la entrega del “botín”. También, había “recogedores”, que retiraban el dinero o lo que fuera entregado como rescate.
Las comunicaciones se daban entre las 12 de la noche y las 6 de la mañana, principalmente los fines de semana. En cinco de los siete hechos que se les imputa, los damnificados entregaron parte del dinero y las joyas que les reclamaban los supuestos captores.
Durante los allanamientos a los domicilios de los imputados, realizados en mayo de 2014, se secuestraron varios autos de alta gama, dinero tanto en pesos como en divisas extranjeras y muchas joyas. Según el requerimiento de instrucción, “parte de ello es producto de la actividad ilícita que llevaba a cabo todo el grupo que, además de las relaciones que los vinculan por su participación en este tipo de hechos, también ostentan lazos familiares”.