Una pareja y su hijo de 25 años fueron apresados e imputados por el delito de Trata de personas. Tenían en cautiverio a una joven de 22, y a su hijo de apenas un año y medio. La chica era obligada a prostituirse y, además, se la había separado de su bebé, que a la vez sufría maltrato por parte de los secuestradores.
La víctima logró escaparse en un descuido de uno de los proxenetas cuando salió del hotel junto a un “cliente”. Inmediatamente se dirigió a una comisaría, que le dio aviso a una fiscalía provincial y ésta a una Federal.
La fiscal María Virginia Miguel Carmona le solicitó a la Policía Federal, a la que ya había comisionado para que encontrara a la joven, que fuera a buscarla y se ocupara de recuperar a su hijo, que se encontraba retenido por sus captores.
La representante del Ministerio Público Fiscal contó a Fiscales que “tomó a su cargo el procedimiento y que, tratándose de un caso riesgoso, pues no sabían con quién o qué se encontrarían, les indicó a los policías de que fueran todos uniformados y con el móvil policial, y que con todo el tacto y la prudencia, lograran hablar en buenos términos con la gente que tenía al pequeño, y que procuraran que estos lo entregaran en un marco tranquilo, todo como para evitar exponer al niño a una situación de violencia”.
La fiscal acordó con la Orden de los Trinitarios y de la Merced, que tiene una casa que es el único lugar disponible en la ciudad de Villa María como refugio seguro para víctimas de trata y de violencia de género, para que la joven y su hijo pudieran pasar la noche ahí, y ser contenidos y resguardados de las potenciales represalias que pudieran tomar los proxenetas.
Al día siguiente, Miguel Carmona se entrevistó con la víctima, cumpliendo con los recaudos antes de que declare para no revictimizarla al relatar todo su padecimiento, y para saber si estaba dispuesta a hacer la denuncia. Frente a esto último, la respuesta fue afirmativa. Veinticuatro horas después la joven se presentó en la fiscalía junto a su bebé. Como el niño presentaba lesiones, se llamó a una médica para que lo revisara. La profesional pudo constatar que el pequeño era sometido a maltratos físicos, tenía hematomas en la cabeza y quemaduras de cigarrillos en las manos y una lesión en el labio.
Después de la denuncia, fueron allanados los lugares en los que la víctima había estado privada de su libertad y donde había manifestado que había cosas suyas y de su hijo. Allí fue detenida la pareja de personas mayores y encontraron documentación de la joven y su hijo, pero el principal ejecutor de las agresiones se había fugado.
Sin embargo, el día sábado 26 de septiembre por la tarde, el prófugo fue capturado en la ciudad de Córdoba cuando pretendía ser ocultado en la casa de una familia conocida.
Modus operandi
La madre denunció que unas personas en Santa Fe le habían proporcionado el teléfono de otra que era proxeneta en Villa María y que como ella estaba en una situación desesperante, y no tenía para el sustento de su hijo ni propio, decidió llamarlo.
El hombre le pagó el pasaje en Villa María y ella lo retiró de la terminal de Santa Fe, acciones típicas de la trata de personas en las que se puede comprobar la captación y el traslado. En teoría, el arreglo era que el proxeneta le iba a entregar el 50% de lo que recaudara. Pero a los 3 días, su hijo de 25 años se apropió de su vida, violándola sistemáticamente todos los días, y la encerró con llave en una habitación sin baño, además de separarla de su hijo de apenas un año, que fue a parar con los padres del hombre que la abusaba.
Según comentó la víctima, era explotada por el joven de 25 años de lunes a lunes, desde las 18 hasta las 4 de la mañana. En ese lapso, llegaba a atender más de 16 hombres por día, que pactaban con el explotador, la llevaban a un hotel, y después la devolvían al lugar. Antes de salir de la casa, contra su voluntad, el tratante le inyectaba cocaína que la dejaba en un estado semi inconsciente, sin fuerzas para oponerse o defenderse. Asimismo, se quedaba con todo el dinero que la joven producía con la explotación de su cuerpo, cerca de tres mil pesos por día.