El fiscal ad hoc José Nebbia pidió este mediodía al Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca que imponga la pena de prisión perpetua al ex oficial de la Brigada de Investigaciones de esa ciudad, Gustavo Abel Boccalari, por el secuestro, las torturas y el homicidio, en la modalidad de desaparición forzada, del trabajador petrolero Julio Mussi, quien fue detenido ilegalmente el 22 de marzo de 1977 en Comodoro Rivadavia y llevado a la ciudad del sur bonaerense, donde finalmente fue desaparecido.
Nebbia, quien actuó durante el juicio junto al fiscal general Miguel Palazzani, reclamó además que se revoque la prisión domiciliaria del acusado, que se comunique la sentencia al Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires para que se inicie su proceso de destitución y que se solicite al Poder Ejecutivo la señalización como sitios de memoria de la Brigada de Investigaciones y Cuatrerismo, sede -dependiente de la Brigada- donde ocurrieron parte de los crímenes.
El representante del Ministerio Público Fiscal calificó los hechos como delitos de privación ilegal de la libertad agravada por el empleo de violencia, en concurso real con tormentos agravados por ser la víctima perseguida política y con homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más personas y con la finalidad de lograr la impunidad, bajo la modalidad de desaparición forzada de personas. Encuadró esas conductas en crímenes de lesa humanidad y genocidio, y puntualizó que el acusado debía responder en grado de coautor.
Antes de llegar al petitorio, Nebbia hizo un recorrido por todas las pruebas de la causa y las ventiladas durante el debate, que comenzó el 17 de febrero pasado. Reseñó que Julio Mussi tenía 32 años y vivía en Comodoro Rivadavia con su esposa y su hijo Alejandro, de tres años, y que era soldador de instrumental utilizado en la actividad petrolera. Había sido contratado por la compañía YPF, pero nunca pudo iniciar su trabajo allí.
Julio Mussi tenía 32 años y vivía en Comodoro Rivadavia con su esposa y su hijo Alejandro, de tres años. Era soldador de instrumental utilizado en la actividad petrolera.
Mussi fue secuestrado el 22 de marzo por personal del Ejército durante un allanamiento ilegal a su casa. Los militares se llevaron documentación personal y robaron el auto de su propiedad, que luego fue visto durante meses en el Regimiento 8 de Infantería de esa ciudad.
La víctima y una decena de personas secuestradas para la misma fecha en esa zona fueron trasladadas a Bahía Blanca en un avión Hércules c130 en un operativo a cargo de la Brigada de Investigaciones de esa ciudad bonaerense, del que participaron Boccalari y su superior, el comisario Luis Cadierno. Durante el traslado, "permaneció vendado y atado, fuertemente custodiado y sometidos a amenazas permanentes", describió el fiscal en base a los testimonios de los sobrevivientes.
En Bahía Blanca, Mussi fue confinado junto al resto de los prisioneros en un vagón ubicado en el patio de la Delegación Cuatrerismo de la Policía provincial, un centro clandestino de detención que las víctimas recuerdan como "el avión de madera" o "vagón". El lugar estaba a cargo del comisario Cadierno y del oficial Boccalari, situación que fue corroboroda tanto por los documentos como por los testimonios de quienes sobrevivieron. "El cautiverio en ese sitio transcurrió -por período de entre seis y ocho días- en condiciones infrahumanas, siempre atado y vendado, prácticamente sin recibir comida ni bebida, aspecto en el que también han coincidido todos los testigos que compartieron cautiverio con la víctima. Sufrió amenazas, golpes e interrogatorios con severas torturas", narró Nebbia.
En una ocasión en que era retirado del vagón, Mussi intentó soltarse, tras lo cual fue violentamente golpeado y torturado por sus captores. El hecho, que ocurrió en el patio de Cuatrerismo, fue narrado por los testigos durante el debate, quienes coincidieron en afirmar que Mussi fue golpeado brutalmente con la culata de las armas, que quedó agonizando y que lo último que recuerdan es que lo escucharon preguntar por su pareja y su hijo. Desde entonces, nunca más fue visto. El resto del grupo de prisioneros fue trasladado a la Brigada.
Las autoridades policiales y militares fraguaron un documento para hacer creer a los familiares que Mussi había recuperado la libertad.
"Estamos en condiciones de afirmar –señaló Nebbia– que Julio Argentino Mussi no sobrevivió a las feroces golpizas recibidas". El fiscal agregó que luego de su desaparición se intentó "sembrar un manto de duda sobre el destino final de la víctima" al fraguar su firma en un documento en el que quedaba asentado que se le había otorgado la libertad. Ese papel le fue mostrado más tarde a sus familiares cuando hicieron el reclamo por su paradero en el comando del V Cuerpo del Ejército.
El fiscal señaló que la participación de Boccalari en los hechos "no sólo ha quedado constatada en el plano del dominio de organización", al ser la persona que secundó a Cadierno en la Brigada, "sino incluso actuando de mano propia, en el operativo de secuestro y traslado, el sometimiento a cautiverio y la aplicación de las torturas".
"La metodología de simular la concesión de una libertad nunca concretada es una muestra del intento de Boccalari, junto a otros agentes, por desprenderse de un crimen, y auto-procurarse la impunidad a través de los resortes estatales. Boccalari no sólo desapareció a Mussi, sino que previamente utilizó a la propia víctima como instrumento desincriminante, antes de borrarlo de la faz de la existencia, de él y de sus seres queridos", analizó el fiscal.
"La pena nunca cubrirá el sentido, profundidad y densidad de los hechos, porque aquí no sólo nos enfrentamos a un hecho de estructura, sino que debemos arreglárnoslas con un absoluto irrepresentable: la desaparición de personas", concluyó antes de pedir la condena a prisión perpetua para el acusado.