29 de marzo de 2024
29 de marzo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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La investigación por los crímenes en Campo de Mayo
Detuvieron a un ex militar imputado por el homicidio del ex diputado Muniz Barreto
El ex capitán de inteligencia Rafael López Fader se negó hoy a declarar ante la jueza federal de San Martín Alicia Vence. Los fiscales Blanco García Ordás y Bogetti habían pedido su detención por el caso de Muniz Barreto y por su intervención en dos centros clandestinos.

La jueza federal de San Martín, Alicia Vence, indagó hoy al ex capitan del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares, Rafael López Fader, a quien ordenó detener ayer por el secuestro, las torturas y el homicidio del ex diputado Diego Muniz Barreto y por los mismos delitos y la tentativa de homicidio contra su colaborador, Juan José Fernández, en una sucesión de hechos que ocurrieron entre febrero y marzo de 1977.

La detención e indagatoria se produjo a pedido del fiscal federal Miguel Ángel Blanco García Ordás y del fiscal ad hoc Hugo Bogetti, quienes el 16 de marzo pasado imputaron al ex militar por todas las víctimas que pasaron por los centros clandestinos de detención "El Campito", en Campo de Mayo, y en la Fábrica Militar Tolueno de Campana. López Fader, de 70 años, se acogió a su derecho de negarse a declarar y fue derivado al penal federal de Marcos Paz para continuar su detención.

El ex militar de inteligencia está acusado de haber participado del traslado para la ejecución de Muníz Barreto y Fernández el 6 de marzo de 1977 a la madrugada. Ambos se encontraban secuestrados en "El Campito" desde el 18 de febrero.

Según las pruebas con que se cuentan en la causa, López Fader fue parte del grupo que sacó del Comando de Institutos Militares de la Guarnición Campo de Mayo a las dos víctimas y los trasladó hasta el kilómetro 126 de la Ruta Nacional 18, a orillas del Río Paraná, en la provincia de Entre Ríos.

En ese lugar, el imputado y otros integrantes de grupos operativos que actuaban en la represión ilegal, les aplicó a Muniz Barreto y Fernández un tranquilizante para adormecerlos, los introdujo en un Fiat 128 propiedad de Fernández y luego arrojó el vehículo al río para terminar con sus vidas, simulando un incidente de tránsito.

Muniz Barreto murió ahogado. La dosis inyectada a Fernández, de gran contextura física, no llegó a dormirlo, aunque la víctima simuló hacerlo. De esta forma, logró escapar del auto y sobrevivir. Luego fue hallado por la policía, a quienes contó que había sufrido un accidente para evitar caer nuevamente en las manos de quienes lo habían secuestrado, torturado e intentaron matarlo. La justicia lo condenó por el "homicidio culposo". Fernández declaró todo lo que había ocurrido ante un escribano en Argentina y luego se exilió en Europa, donde murió años después. Su declaración es parte de las pruebas.

López Fader actuó en "El Campito" entre el 7 de septiembre de 1976 y el 31 de agosto de 1979 bajo el apodo "Raúl". Allí, formó parte de las "patotas", bajo el mando del Departamento II de Inteligencia de Institutos Militares. En efecto, diversos testigos citados por la Fiscalía en su pedido de detención lo señalan como partícipe de los interrogatorios y de las ejecuciones de los prisioneros. Los documentos de la causa también revelan que el propio imputado evaluaba la actividad y el desempeño de personal subalterno.

Al citar la prueba, los fiscales concluyeron en su pedido de detención que López Fader cumplía un "doble rol" que "consistía en privar de la libertad a las víctimas de autos, interrogarlas bajo la aplicación de tormentos, decidir sobre el destino final de las mismas y por otro lado, tecnificar el Departamento de Inteligencia con personal que él consideraba idóneo para la denominada lucha contra la subversión".

El hoy imputado por crímenes del terrorismo de Estado cuenta con una condena a diez años de prisión, que ya cumplió, por hechos también ocurridos durante la última dictadura. Se probó que fue partícipe del primer secuestro extorsivo que sufrió en agosto de 1979 el empresario Osvaldo Sivak, quien en 1985 volvió a sufrir otro secuestro, que culminó con su asesinato.