Tras la declaración de otras dos víctimas, este martes al mediodía declaró la licenciada Zaida Gatti, a cargo del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata del Ministerio de Justicia de la Nación, en el juicio por trata de personas en el ex prostíbulo “La Posada”, que se desarrolla en Mar del Plata.
Ante las preguntas del fiscal Juan Manuel Pettigiani, Gatti precisó que desde la conformación del área en 2008 hasta fines de 2016 se asistieron 10.357 víctimas de trata, tanto con fines de explotación sexual como laboral. Y contó que desde el Programa -además de haber actuado en allanamientos en La Posada- se tomó contacto con una víctima que había escapado de la red, quien denunció haber sufrido maltrato psíquico y psicológico.
Consultada por la "molestia" que genera la intervención del área en las defensas de los imputados, la profesional señaló que “tiene que ver con la función de las psicólogas que intervienen, que escuchan a la víctima en entrevistas confidenciales; hay parte de la información que se les pierde, porque declaran sin la coacción de la mirada y la presencia del explotador, en forma reservada. Las víctimas suelen decir mucho más de lo que luego pueden declarar, por eso ese primer momento es fundamental”.
En la misma línea, Gatti sostuvo: “Tenemos experiencia para identificar a las víctimas de trata, aún cuando la víctima diga que no es víctima. Cuando se habla de libertad, que tienen llave, celular o disponibilidad para salir, eso es libertad ambulatoria. La libertad que no tiene esa víctima no se puede demostrar de forma concreta. Es temor; por ejemplo si las víctimas son extranjeras, lo que profundiza la situación de vulnerabilidad, es temor por la situación migratoria, también pueden estar amenazadas con que si llega la policía la van a ir a buscar a ella”. En este sentido, marcó los cambios que fue atravesando el delito desde la sanción de la ley, “para mantener los beneficios económicos a través de las víctimas”.
Más adelante, señaló que “conocer el lugar de origen de las víctimas implica conocer la situación de vulnerabilidad en la que están inmersas, cuáles son sus necesidades económicas, de asistencia de salud de ellas, sus hijos y familiares, los casos de violencia de género previos, conocen todo su entorno”. “Las víctimas suelen viajar y regresar al lugar de explotación. Estamos ante personas que raramente concluyeron estudios primarios, que no tienen acceso a conocer sus derechos, es muy difícil que puedan denunciar sin que sean tildadas de prostitutas, y eso genera miedo y vergüenza”, añadió luego.
¿Se emplean mecanismos sutiles de dominación?, le preguntó el representante del MPF. “Son cada vez más sutiles. Se van aggiornando ante el avance de la Justicia. Muchas veces basta con el engaño original: puede ser el ofrecimiento de un trabajo falso, o bien que van a ejercer la prostitución pero en otras condiciones, esto quiere decir, con otra cantidad de dinero a cambio porque de lo que van a ganar le descuentan el pasaje, el hospedaje o el alimento”, respondió la psicóloga.
Por otro lado, Pettigiani la consultó por la existencia o no de discursos armados en las víctimas. “Se observan más en víctimas de explotación sexual. Tienen un discurso aleccionado muchas veces desde el primer momento, hemos visto casos en los que incluso se hacían simulacros de allanamientos. Ese discurso se cae cuando se ve que dos relatos son iguales: eso es imposible porque cada uno tiene vivencias personales. Y en medio de ese discurso aleccionado, con cuestiones concretas, se ven las contradicciones”, sostuvo la profesional.
Sobre el final de su interrogatorio, antes de dar paso a las defensas, el fiscal le preguntó si había víctimas que no se reconocen víctimas. La respuesta fue afirmativa. “De las más de siete mil víctimas de trata con fines de explotación sexual que hemos asistido, solamente el 2% se reconoce como víctima. Cuando entran al circuito están convencidas que van a llegar a cobrar algún dinero, justamente por las sutilezas con las que son tratadas”.
En este marco, apuntó: “La situación de vulnerabilidad previa contrasta con la situación de buen trato por parte de los explotadores. Muchas veces es entendido como un cuidado que les faciliten el lugar donde dormir o que las vayan a buscar para llevarlas al prostíbulo, pero en definitiva son cuidados para la organización y no para las víctimas”.
“Hay situaciones que las víctimas no pueden ver hasta pasados muchos años. Si no hay asistencia permanente esto no se revierte”, subrayó.