05 de diciembre de 2025
05 de diciembre de 2025 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Interviene la fiscal general Gabriela Baigún
“Me daba miedo que me dejara encerrada”: declaró la víctima en un juicio por trata y abuso sexual en Recoleta
En el inicio del debate ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°6, la mujer brindó testimonio vía Zoom, con cámara apagada y bajo identidad reservada para no cruzarse en la sala con el imputado. A los 16 años fue a buscar trabajo como masajista y terminó abusada y explotada sexualmente. Contó que el acusado sabía que ella era menor de edad y que necesitaba el trabajo porque vivía en situación de calle.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) N°6 de la Capital Federal comenzó juzgar a un hombre que está acusado de haber abusado y explotado sexualmente a una adolescente de 16 años a la que en 2012 captó con una falsa oferta laboral de masajista. La primera audiencia contó con el testimonio clave de la víctima, quien relató que el imputado sabía que ella era menor de edad, que necesitaba trabajar porque vivía en situación de calle y que en varias ocasiones temió que la dejara encerrada en los departamentos del barrio porteño de Recoleta donde era prostituida.

En el juicio interviene la titular de la Fiscalía General N°3 ante los TOF de la Capital Federal, la fiscal general Gabriela Baigún. Y el tribunal está integrado de manera unipersonal por el juez Adrián Grünberg.

El imputado es Walter Barrientos García (60), quien está acusado de los delitos de abuso sexual con acceso carnal (en dos oportunidades), y trata de personas con fines de explotación sexual agravada por ser la víctima menor de edad, por haber mediado engaño y aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad, y por haberse consumado la explotación. Además, registra una condena -confirmada el mes pasado- de 7 años de prisión por abuso sexual agravado.

La declaración de la víctima

La víctima -identificada en el proceso como la “testigo C” para preservar su identidad- brindó su declaración por videoconferencia y con cámara apagada desde una oficina del tribunal, para no cruzarse con el imputado en la sala de audiencias. Además, estuvo acompañada por una psicóloga del Programa Nacional de Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata del Ministerio de Justicia.

En línea con la postura de la fiscalía para resguardar a la damnificada, el tribunal rechazó el pedido de la defensa para que la testigo apareciera en cámara, por lo que no fue expuesta visualmente en pantalla.

Al inicio de su relato y mediante la cámara que lo enfocaba en la sala, la testigo C reconoció a Barrientos García, a quien acusó de haberla explotado y abusado sexualmente entre noviembre de 2012 y enero 2013, y se refirió a cómo fue el proceso por el cual decidió denunciarlo en 2021.

La mujer que ahora tiene 29 años recordó que al momento de los hechos tenía 16, que vivió en situación de calle hasta los 18 y que buscaba un trabajo. Contó que se contactó con Barrientos a través de un aviso por internet y que él le ofreció enseñarle masajes para trabajar en un departamento que, en realidad, funcionaba como un espacio de explotación sexual.

La investigación acreditó que la explotación sexual de la víctima se consumó y se extendió aproximadamente tres meses. En este marco la adolescente era sometida a extensas jornadas de trabajo.

“Me preguntó si sabía hacer masajes y él dijo que me enseñaba”, recordó. En este contexto, la testigo detalló en qué circunstancias se dieron los dos abusos sexuales a los que fue sometida por Barrientos García -en uno de los cuales participaron también clientes del lugar-, y las directivas dadas por el acusado para tener sexo con clientes a cambio de dinero, luego de convocarla a trabajar con él en su casa de masajes.

A su vez, señaló el acusado tenía conocimiento respecto a que era menor de edad. "Desde el primer momento sabía la edad que tenía y también que tenía un hijo", dijo la víctima.

La víctima contó que atendía hasta tres personas por día y que solo recibía un tercio de lo que le pagaban los clientes por encuentro sexual, dinero que debía entregarle al imputado.

Asimismo, detalló que ella no tenía llave del lugar por lo que para salir dependía de su victimario para que le abriera la puerta. “A mí me daba miedo que me quisiera dejar adentro”, afirmó.

En otro tramo de su testimonio, describió y también reconoció por fotos exhibidas por la fiscalía, los departamentos donde fue explotada. Por último, explicó que pudo alejarse del acusado luego de viajar a Córdoba, aunque él intentó contactarla nuevamente.

Al inicio de la audiencia, el imputado -quien llegó trasladado del Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz-, rechazó prestar declaración indagatoria pero no descartó hacerlo más adelante.

También se leyó el requerimiento de elevación a juicio formulado por el titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°5, Franco Picardi, quien fue el fiscal a cargo de la instrucción.

El caso

La investigación comenzó en 2021 a partir de una denuncia anónima en la Línea 145 y derivó en la intervención de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX). Posteriormente, la víctima amplió su testimonio en Cámara Gesell ante profesionales de la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC).

La acusación sostiene que Barrientos captó a la adolescente mediante un ofrecimiento laboral engañoso y que, aprovechando su situación de vulnerabilidad, ejerció sobre ella una relación de poder y dependencia que le permitió explotarla sexualmente y abusar de ella en reiteradas ocasiones.

"Desde el primer momento sabía la edad que tenía y también que tenía un hijo", dijo la víctima en la primera audiencia del debate.

Según reconstruyó la acusación, la víctima se contactó por primera vez con Barrientos en noviembre de 2012 -tal como contó en la audiencia-, a través de una página de internet de avisos laborales.

Así, pactó un encuentro con el imputado en un departamento destinado al servicio de masajes, localizado en la calle Arenales al 2400, de Recoleta. En aquella ocasión y con la excusa de capacitar a la víctima acerca de las técnicas para realizar masajes, Barrientos logró que la damnificada se sacara la ropa y se acostara en una camilla, oportunidad en la que concretó el primer abuso sexual. Siempre según la acusación fiscal, el segundo episodio de abuso también tuvo lugar en el mismo sitio.

A su vez, la investigación acreditó que la explotación sexual de la víctima se consumó y se extendió aproximadamente tres meses. En este marco la adolescente era sometida a extensas jornadas de trabajo, por la que el acusado obtuvo como ganancia directa una comisión sobre el valor de los "pases" para que mantenga encuentros sexuales con varones adultos a cambio de dinero (de los 300 pesos por servicio, la víctima solo recibía 100).

En este marco, también los testimonios de la víctima señalaron que en el lugar -dos departamentos en un mismo edificio- había otras cuatro mujeres de entre 20 y 30 años que también eran explotadas sexualmente en jornada de lunes a sábados, de 11 a 19.

“Barrientos logró mediante una oferta engañosa de trabajo, el aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad de la víctima, a través de una posición de autoridad, que implicaba la dominación económica sobre ella, es decir, aprovechándose de una relación de poder desigual para incidir sobre su libertad, ejerciendo influencias psicológicas que permitieron controlar su sexualidad durante el tiempo que duró la explotación, limitándola y así lograr los abusos señalados, basados, entre otras cosas, en la desigualdad de género”, sostuvo Picardi en el requerimiento de elevación a juicio leído en la audiencia.

“Esta situación de violencia de género genera que la víctima carezca de recursos psíquicos para rechazar eventuales agresiones sexuales, donde su capacidad de resistencia se encuentra mermada o directamente anulada por la acción sistemática de violencia física, verbal o psíquica ejercida por el autor”, añadió en la acusación.