29 de marzo de 2024
29 de marzo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Salud Mental y Acceso a la Justicia
El rol del psicólogo en el trabajo comunitario de las agencias ATAJO
El desafío de acercarse a las problemáticas barriales y comunitarias para pensar colectivamente cómo promover el acceso a la Justicia de personas o grupos sociales vulnerables y violentados en su subjetividad.

Por: Laura Duarte

El trabajo territorial implica la articulación entre las personas, las organizaciones e instituciones, centrándolo en tres ideas o conceptos clave: participación, comunicación y organización. El objetivo central es poder fortalecer la subjetividad de quienes viven en esos territorios. Y que las personas puedan sentirse sujetos, miembros de un colectivo social y agentes transformadores. Acá podemos pensar en dos conceptos: empoderamiento y resiliencia.

Estas interrelaciones entre personas, territorios y organizaciones se basan en una concepción de salud mental amplia, que trasciende al “sujeto individual” y que concibe a la salud mental como la posibilidad del acceso a derechos (salud, vivienda, educación, trabajo), y a las personas como sujetos con potencialidades de transformarse y transformar la realidad que los rodea y al Estado como ejecutor de la política pública que debe ser la herramienta para lograr dicha transformación.

El rol del psicólogo en el ámbito comunitario y la concepción de Salud Mental amplia se encuentran enmarcados en la Ley Nacional de Salud Mental, que lleva el Nº 26.657, sancionada en noviembre de 2010 y que en su artículo 3º señala: “En el marco de la presente ley se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona”.

El trabajo comunitario o territorial implica necesariamente trabajar interdisciplinariamente. No pensar a cada disciplina como compartimientos estancos sino generar ante cada situación un plus, un nuevo conocimiento producto del intercambio y del cruce de las disciplinas. Esto no implica perder de vista la especificidad de cada una, sino más bien, tener la capacidad de enriquecerse con los aportes del otro y poder tomarlos.

¿Cómo se ven reflejadas estas prácticas en la Dirección de Acceso a la Justicia?

El principal objetivo de la Dirección es contribuir a que la administración de Justicia llegue a los ámbitos de la sociedad históricamente relegados. Construir una puerta de entrada amigable, receptiva, empática, entendiendo a la Justicia como un servicio de justicia social y su acceso como un reconocimiento a los derechos. Desde esta concepción el protagonismo está centrado en las personas en tanto partícipes de las problemáticas y el rol de la Justicia trasciende su carácter punitivo para trabajar también en prevención, promoción y acompañamiento social. Tomando como ideas fuerza la aproximación que hace Mauro Cappelletti en “Acceso a la Justicia como programa de reformas y como método de pensamiento”, al conceptualizar el acceso a la Justicia como fortalecedora de los pilares del Estado de bienestar con una gestión descentralizada orientada a derribar los obstáculos históricos del acceso a la Justicia, creando una justicia más accesible.

Si entendemos de esta manera el acceso a la justicia, el rol del psicólogo en la Dirección de Acceso a la Justicia del MPF puede ser pensado por lo menos de dos maneras.

Por un lado, en lo que hace a la recepción de las personas que se acercan a las agencias ATAJO. Y por otro llevando adelante actividades de promoción de derechos en los territorios (con organizaciones sociales y con otras instituciones) pensando en el carácter preventivo de las actividades de promoción.

Atención de la demanda

Las personas que se acercan a las agencias, muchas veces están angustiadas, desbordadas, producto de la complejidad de las vivencias y situaciones que nos relatan. El rol de psicólogo consiste en escuchar, ayudar a ordenar el relato, organizar los pasos a seguir y estar disponibles para el otro. Pensando al otro no como sujeto individual, sino como sujeto colectivo, en su contexto, con su historia, sus relaciones. Teniendo presentes las instituciones que  lo atraviesan, sus ámbitos de participación y las posibles articulaciones que se puedan hacer. Esta escucha se realiza con el resto del equipo (o con parte de éste) y forma parte del momento transdisciplinario al construir las intervenciones en conjunto.

Conocer el contexto, el territorio es imprescindible: las dinámicas barriales, los tiempos, las urgencias, las necesidades, los festejos.

Esto puede verse reflejado en la construcción de informes psico-sociales que enriquecen la mirada, que aportan, por un lado el contexto de quien consulta de la mano del trabajo social y cómo ese contexto se hace texto en la subjetividad de quien relata su problema. Cada situación, en cada persona repercute de manera diferente. El poder escuchar esas singularidades, entender que no siempre es fácil poner en palabras y construir el relato de una situación traumática (violencias de todo tipo, abusos, muertes) y dar tiempo a que el relato de esa situación se construya, forma parte de la especificidad del rol del psicólogo, como así también evaluar con quién se acerca si quiere y está en condiciones denunciar la situación que está contando.

Promoción de derechos

Promover y llevar a cabo actividades de difusión y promoción de derechos también es una herramienta que aporta la psicología, por un lado desde la coordinación de espacios grupales y por otro, entendiendo a la salud mental en sentido amplio. Estos espacios promueven la salud mental en tanto los ámbitos de participación elevan la autoestima. Poder poner en palabras y compartir inquietudes con otros es un primer paso, a medida que las personas participan y logran resolver sus problemas con otros comienzan a recuperar confianza.

El pensar y trabajar con otros genera un aprendizaje de respeto a las diferencias y en ocasiones, superación de las diferencias o divisiones y la posibilidad de alcanzar objetivos consensuados y desnaturalizar algunas ideas y prácticas histórica y socialmente construidas. Esta idea es ampliamente desarrollada por Haiman El Troudi, Marta Harnecker, Luis Bonilla Molina en “Herramientas para la participación”. En general las experiencias de participación en grupos son fortalecedoras ya que facilitan la construcción de lazos, identificaciones y amplían el mapa de relaciones de quienes participan.

El trabajar con un grupo por lo menos durante 4 encuentros con constancia permite y promueve que quienes participen se transformen en multiplicadores o replicadores en la promoción de derechos y en potenciales derivadores a los ATAJOS.

Estas actividades serán enmarcadas dentro de las necesidades y problemáticas surgidas en el barrio. Esto puede ser mediante la sistematización de la demanda o mediante actividades pensadas para tal fin. Por ejemplo realizar un diagnóstico participativo. El diagnóstico participativo se realiza por medio de dinámicas grupales tomando herramientas de la Educación Popular que promueven la aparición de las voces de los participantes y habilitan el pensar colectivamente los problemas, y posibles soluciones y cómo llevarlas a cabo.

En este sentido, por ejemplo, el abordaje grupal de temas como la construcción de roles de género y violencia de género tiende por un lado a empezar a desnaturalizar los roles de género de mujeres y varones y la violencia como parte de las relaciones. Asimismo, quienes participan de estos espacios encuentran historias similares a las propias, las historias y modos de afrontarlas generalmente enriquecen y fortalecen a quienes participan. En los abordajes grupales por medio de talleres y grupos de reflexión la intención es también generar lazos y redes entre quienes participan.

Algo similar sucede cuando el tema que nos convoca es la Violencia Institucional. Compartir las experiencias y construir entre las y los participantes de los barrios la importancia de conocer y reivindicar los derechos ante las fuerzas de seguridad, en los hospitales. Algo similar sucede cuando la propuesta es pensar el acceso a la justicia o temas vinculados a la trata de personas.

La intención de replicar talleres en los barrios tiene como objetivo también empezar a problematizar esas relaciones de poder instituidas.

Para finalizar, y citando las palabras de Maritza Montero en el trabajo del psicólogo con perspectivas comunitarias, “esto supone una característica, realmente la primera y primordial, la esencial de la psicología comunitaria: lo comunitario incluye el rol activo de la comunidad, su participación. Y no sólo como invitada, o como espectadora aceptada o receptora de beneficios, sino como agente activo con voz, voto y veto.” (Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos. Editorial Paidós, 2004, Buenos Aires, Argentina).

De esta manera resulta imprescindible el acercamiento a las problemáticas barriales y comunitarias para pensar colectivamente cómo promover el acceso a la Justicia.

 

La autora es Licenciada en Psicología e integra el área de Formación y Promoción de Derechos de la Dirección General de Acceso a la Justicia del MPF.