El Tribunal Oral en lo Criminal Nº10 comenzó ayer el juicio contra Paula Romano, acusada de matar y robar aproximadamente 20 mil pesos, una elevada suma de dólares y dos celulares. La mujer declaró por primera vez (en instrucción se había negado) y reconoció haber estado la noche del 29 de julio de 2014 en el departamento de la víctima pero dijo que no se acordaba de nada. En el debate, interviene el fiscal Carlos Giménez Bauer, en tanto que la instrucción estuvo a cargo de la fiscal Silvana Russi.
Romano está acusada de haberle propinado a Julio César Vitoria 24 puñaladas en diferentes zonas de su cuerpo entre las 20:48 y las 21:16 de ese 29 de julio. El homicidio ocurrió dentro de la casa de la víctima, sobre la calle Bacacay, en el barrio de Flores. Los delitos que se le imputan son el de robo agravado por haber sido cometido con armas y homicidio agravado para facilitar y consumar la comisión de este último, con alevosía.
Vitoria, de 63 años, había conocido a la acusada en 2003, cuando ella comenzó a trabajar como empleada en un bar que tenía en el barrio de Palermo. De acuerdo al requerimiento de elevación a juicio realizado por la fiscal Silvana Russi, luego de un tiempo, Romano y Vitoria comenzaron una relación íntima, más allá del vínculo laboral que no se prolongó mucho tiempo.
Se veían ocasionalmente para mantener relaciones sexuales y, más allá de esos encuentros, solían hablarse por “Whatsapp”: ella le enviaba a veces fotos suyas desnuda o mensajes eróticos. Al pasar los años, los encuentros se volvieron más esporádicos pero, meses antes del asesinato de Vitoria, la acusada comenzó a contactarlo nuevamente, por lo que volvieron a encontrarse con mayor frecuencia.
En la semana previa a la muerte de la víctima, Vitoria se iba a reunir con Romano pero el encuentro se pospuso dos veces. Finalmente, arreglaron verse el martes 29 de julio. Según consta en la causa, esa mañana, el hombre guardó en un mueble de su habitación una suma de dinero que había contado. La secuencia fue observada por su empleada doméstica, quién recordó esa escena en el juicio. Cerca de las 14:30, se fue hacia Moreno junto con un empleado de la heladería al cumpleaños del hijo de otra empleada.
Entre las 17:30 y las 18:00, se dirigió a una de las heladerías de su propiedad. Allí fue que le mostró a uno de sus empleados un mensaje que le había enviado Romano donde le pedía que “se deje” y que “se prepare para la fiestita”. Dentro del local, su hijo le entregó la recaudación, aproximadamente 20 mil pesos. El hombre la guardó en su mochila y luego fue a tomar el tren de la línea Sarmiento hasta su casa en Flores.
El último contacto de Vitoria con su entorno fue antes de las nueve de la noche, cuando un amigo lo llamó pero éste le dijo que estaba por bajar del tren. Romano lo esperaba hacía varios minutos en la puerta de la casa. Ambos ingresaron juntos a las 20:48, según una filmación de una cámara de seguridad.
Tal como le había indicado en unos mensajes, Romano comenzó un juego sexual donde el hombre se encontraba desnudo, con sus manos atadas y con una cuerda en el cuello. En ese estado de indefensión, lo apuñaló y le robó. Salió del lugar pasadas las 21:15 y minutos después le envió un mensaje a su marido: “Les podemos dar todo a nuestras hijas!!!”
Durante la audiencia de ayer, Romano dijo que conoció a Vitoria en 2003, que mantuvieron una relación con “una vida sexual abierta”, ya que realizaban juegos y utilizaban objetos. Contó que, si bien se distanciaron un tiempo, luego retomaron la relación y que él le insistía para que deje a su marido y a sus hijas.
Ante los jueces Alejandro Becerra, Silvia Mora y Guillermo Yacobucci, aseguró que no recordaba lo sucedido aquella noche después de haber entrado al departamento de su amante. “Yo lo quería a Julio, no entiendo qué pasó”, manifestó. No aceptó preguntas ni de la Fiscalía ni de las dos querellas que representan a los hijos de la víctima.
Los testigos
Los primeros en declarar fueron los dos hijos de Vitoria. Ambos estaban al tanto de la relación que mantenía su padre con la acusada. El hijo fue quién encontró el cuerpo de la víctima la tarde del 30 de julio de 2014, luego de haberlo llamado insistentemente. Había ido al departamento con el socio de su padre y con un amigo. Aseguró que a la casa de Flores no entraba mucha gente, sólo la de confianza y que la víctima solía manejarse con dinero. La hija vivía en Cuba al momento del homicidio.
Luego, declaró el socio y amigo, quién estuvo esa tarde que encontraron el cuerpo y describió cómo fue encontrado. Ante las preguntas del fiscal Giménez Bauer, dijo que estaba al tanto de la relación de Vitoria con “Paulita”, que era ocasional y sólo cuando él tenía ganas de verla.
“El jueves antes de la muerte me había comentado que Paula lo estaba hinchando porque quería que se aten, que tuvieran sexo atados”, recordó. Coincidió en que su amigo no llevaba gente a su casa y que la única mujer a la que llevó fue a “Paulita”.
En esa misma línea, declaró el otro amigo de Vitoria: “él me decía que si conocía a una mina, la lleve a un telo por seguridad, que haga como él, que a la única que llevaba a su casa era a Paulita”. Aseguró que el 30 de julio habían intentado localizar a la víctima porque debían hacer juntos una diligencia y que por ese motivo fue hasta Flores con el hijo y el otro amigo.
También, se presentaron dos empleados de Vitoria que lo vieron el día de su muerte. Uno de ellos contó que el hombre le había mostrado un mensaje donde una chica le decía que lo iba a atar en la cama. La otra empleada recordó que la víctima le había exhibido una conversación con una mujer donde ella le escribía que iban a hacer “cositas raras” esa noche.
La empleada doméstica confirmó que no solía ingresar gente al departamento de Vitoria y que la única mujer que había visto en los 14 años que trabajó con la víctima fue a Romano. El juicio continuará el próximo 30 de marzo.