La Sala IV de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional confirmó el procesamiento del médico Aníbal Lotocki, acusado del homicidio del paciente Rodolfo Christian Zárate, que falleció el 16 de abril de 2021 tras diversas complicaciones derivadas de una intervención quirúrgica. En el caso, intervienen la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°1, a cargo de Pablo Recchini, y la Fiscalía General N°3 ante la Cámara, cuyo titular es Mauricio Viera.
El 15 de abril de 2021, Zárate -de 50 años- ingresó a la clínica “CEMECO”, ubicada en la calle Colpayo 20 en el barrio de Caballito, para realizarse una dermolipectomía programada, intervención que consiste en la remoción de tejidos en distintas partes del cuerpo, tales como “cuello, hombros, pectorales, brazos, axilas, cara anterior del abdomen, pelvis, región lumbar y sacar y glúteos”.
Tras la operación, Zárate fue llevado a una habitación, donde lo asistió una enfermera que notó algo inusual en su drenaje. En ese momento, se lo comunicaron a Lotocki quien dispuso que Zárate volviera a ingresar al quirófano, donde le reabrió una de las heridas. Tras pasar la noche dolorido y sin poder dormir, el paciente se descompensó la mañana del 16 de abril y fue intubado, al tiempo que personal de la clínica se comunicó con su obra social, desde la que enviaron una ambulancia, cuyos médicos advirtieron la complejidad del cuadro y convocaron a una segunda ambulancia.
En ese momento, el paciente sufrió un paro cardíaco y falleció luego de que intentaran reanimarlo, por lo que se dio intervención al SAME, que constató la muerte y comunicó el hecho a la comisaría de la zona, donde Lotocki quedó demorado.
En junio de este año, el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°60, Luis Schelgel, procesó sin prisión preventiva a Lotocki, como autor del delito de “homicidio simple con dolo eventual” y ordenó un embargo sobre sus bienes hasta cubrir los 4.804.700 millones de pesos.
“Está comprobado que Zárate no falleció por un problema estructural de salud previo que no fue advertido en los escuetos exámenes prequirúrgicos que le practicó Lotocki, ni por culpa de las ambulancias de Ayuda Médica que tardaron en llegar a CEMECO, ni porque estaba apurado por ser operado, ni porque intervino la mala fortuna, sino pura y exclusivamente porque, como bien propone el Fiscal de la causa, el acusado se representó que el paciente podía morir y, aún así, nada hizo para evitarlo”. indicó el juez.
Contra esa decisión, la defensa del médico presentó una apelación ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional. En la audiencia, la Fiscalía General Nº3 estuvo representada por Verónica Fernández de Cuevas, quien sostuvo la postura de que debía confirmarse el procesamiento. Hizo foco en lo expuesto por la Junta Médica realizada en la causa y recalcó que no existía urgencia para llevar adelante la operación, que excedía además la categoría de procedimiento ambulatorio.
Agregó que en el informe realizado por los peritos se había indicado que el médico a cargo no realizó los controles que ameritaba la diabetes grado II detectada, a pesar de haberlo medicado en respuesta a tal hallazgo, así como por su padecimiento previo de Covid-19 y condición de tabaquista. Marcó que el acusado no tomó medida alguna para cambiar la dirección que, desde los primeros instantes posteriores a la internación, se advertía que estaba tomando el caso.
La decisión de los camaristas
“Concluimos en que es posible, con el grado de certeza exigido para esta etapa del proceso, atribuirle responsabilidad penal al imputado por la muerte de Zárate por cuanto su conducta resultó indiscutiblemente la causa determinante del resultado, que no se hubiera producido si no hubiera intervenido quirúrgicamente a Rodolfo Cristián Zárate, o adoptado mayores cuidados durante el control posterior a su práctica”, remarcaron los integrantes de la sala IV Ignacio Rodríguez Varela, Julio Lucini y Hernán Martín López.
Indicaron entonces que se adviertió desde el principio que Lotocki “aceptó tomar conscientemente riesgos -para el paciente, obviamente- por sobre lo que postulan las buenas prácticas de su profesión y el conocimiento de las circunstancias generales y específicas que se presentaron”. En ese sentido, señalaron que existió una cadena de decisiones que adoptó y que sumieron progresivamente al paciente “en la agonía que condujo a su fallecimiento”.
“Debe quedar claro que la insistencia de Zárate de someterse a la operación, mencionada por la defensa, no supone ningún atenuante ni condicionamiento para las decisiones que adoptó Lotocki. Se trata de una esfera exclusiva del médico, no puede aceptarse seriamente que el paciente hubiera contribuido en la formación del riesgo de ser operado en tal condición, aún de saberse tabaquista, infectado de COVID o diabético grado II. No cabe esperar de su parte ninguna estimación de los peligros en los que se estaba embarcando, al menos nada relevante que pueda modificar y menos atenuar la responsabilidad del médico, originando cursos causales que la descarten o, que ni siquiera la modifiquen sustancialmente”, marcaron los jueces en respuesta a los argumentos planteados por la defensa de Lotocki.
Cuestionaron también el establecimiento donde se llevó adelante el procedimiento, que solo estaba preparado -y autorizado- para intervenciones simples y ambulatorias. “La clínica en cuestión tenía muy serias dificultades para atender una eventual derivación de casos a unidades de terapia intensiva, ya que no las tenía contratadas y así quedaba a la suerte el hallar disponibilidad en cualquier centro, con el agravante de las limitaciones de esa época”, marcaron, en relación a la situación de los centros de la salud durante la pandemia por COVID 19.
Hicieron foco en la decisión que tomó Lotocki con respecto al post-operatorio, al ordenar que pasara la noche en esa clínica, aún cuando no estuviera en las condiciones para hacerlo. “En toda la noche, además, no procuró estar al tanto de manera cierta y constante de la evolución del cuadro, que ya sabía a ciencia cierta que se había complicado y podía requerir respuestas urgentes”, explicaron los jueces. “Cuando volvió a la clínica a continuar operando en tan precarias condiciones, Zárate ya llevaba más de 20 horas en el lugar, había cuadruplicado la permanencia autorizada tras una simple cirugía ambulatoria. Incluso lo vio y se enteró -si es que no lo supo antes- de otros síntomas de mayor alarma aún, como la reiteración de los cuadros de baja saturación y requerimiento de oxígeno”, agregaron.
“El imputado conocía la extrema gravedad advertida por quienes estaban en la clínica, solo que voluntariamente lo mantuvo en una espiral de riesgo extremo, echando suertes a su providencial recuperación. Todavía lo hizo esa mañana aceptando las altísimas probabilidades de un curso fatal, apostando a que la víctima volviera en sí y superase el trance. Siguió sin reconocer la emergencia, a consciencia y con plena voluntad, a pesar de haber iniciado ya una transfusión de sangre -con dudoso procedimiento por su premura- que por ventura pudiera revertir el cuadro”, puntualizaron
Para los magistrados, la muerte de Zárate derivó del accionar consciente y voluntario de Lotocki. “La disposición del imputado a mantenerse voluntaria y conscientemente al margen de la legalidad debida a los derechos de su paciente, se confirmó y puso de manifiesto en mayor medida con su conducta posterior a la cirugía”, marcaron.
Por último, los jueces de la Cámara sostuvieron que no abordaron los agravios relativos a la significación jurídica postulada por el juez “sin perjuicio de las someras referencias que hemos realizado antes para poner de resalto que no se advierte que sea arbitraria o constituya un manifiesto error en la aplicación de la ley de fondo, aunque se avizore al respecto un debate extenso y profundo en las etapas ulteriores del proceso”.