Cinco policías tucumanos -tres de ellos en actividad y dos retirados o exonerados- comenzaron a ser juzgados por su presunta participación en el secuestro extorsivo de un hombre que en febrero de 2022 permaneció cinco horas cautivo hasta que fue liberado tras el pago de 200 mil pesos y la entrega de un auto como rescate. En la audiencia inicial, la víctima aseguró que aún padece una serie de secuelas por lo sucedido y recordó que sus captores en todo momento le decían: "La libertad cuesta, gordito". Por el caso, hay un sexto imputado identificado aún prófugo.
El debate se inició el lunes pasado ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOCF) de Tucumán, en esta ocasión compuesto por las juezas Carina Farias y Cristina Giordano y el juez Abelardo Basbus. Como representantes del Ministerio Público Fiscal intervienen el fiscal general ante ese TOCF, Pablo Camuña, y el auxiliar fiscal Daniel Weisemberg.
De los cinco acusados, los tres que estaban en actividad al momento del hecho son el excabo Ricardo Julio Rodríguez (47), por entonces con destino en la comisaría de Tafí Viejo Centro de la Unidad Regional Norte (URN) de la Policía de Tucumán; el excabo primero de la Comisaría Seccional 13 de la URN, Martín Darío Romano (42) y José Benito Villa (47), quien prestaba servicios en la Jefatura Zona II URN. En tanto, los otros dos imputados son el retirado exsargento ayudante José Antonio Gallo (65), y el exonerado exagente Eduardo Germán Agüero (44).
Las conductas endilgadas a los cinco agentes policiales encuadran como secuestro extorsivo consumado, agravado por haberse logrado el cobro del rescate, por la participación de tres o más personas y por ser tres de los intervinientes funcionarios policiales; y robo agravado por haber sido cometido mediante el empleo de armas de fuego cuya aptitud para el disparo no pudo tenerse por acreditada y por haber sido cometido en despoblado y en banda. Romano, Rodríguez, Agüero y Gallo deberán responder como presuntos coautores, mientras que en el caso de Villa deberá hacerlo en calidad de partícipe necesario.
La declaración de la víctima
El primer testigo del debate fue la víctima del secuestro, cuyas iniciales son P.N. y de 44 años, quien aseguró que se dedicaba a la construcción y, ahora, a la cría de animales y otras tareas rurales en la finca que su familia tiene hace 35 años, donde justamente fue capturado hace tres años y, además, vive actualmente.
Sin embargo, el testigo explicó ante los jueces los traumas que le quedaron por lo que vivió a raíz de este episodio. “Me he venido al abandono, ya no quiero salir. Me quedo en el campo. No he quedado bien, he perdido mucho trabajo. Ya no quiero trabajar casi”.
Guiado por las preguntas del fiscal Camuña, P.N. hizo un pormenorizado relato de las cinco horas en las que aquel 18 de febrero de 2022 estuvo cautivo hasta que su familia pagó el rescate por su liberación.
Sobre el momento de la captura, recordó que aquel día, mientras se preparaba para volver a su casa en la capital tucumana, aparecieron “varios hombres, tres de ellos vestidos de policías diciendo ‘¡allanamiento, allanamiento, al piso!’”.
Explicó que en ese momento estaba con un empleado de la finca, que a ambos les exhibieron armas, los tiraron al piso, los esposaron y que en ningún momento le exhibieron orden judicial alguna.
El auxiliar fiscal Daniel Weisemberg (arriba en el centro) y el fiscal general Pablo Camuña (abajo a la derecha), durante la audiencia. Foto: captura de la transmisión de la audiencia
La víctima aseguró que los policías “se llevaron herramientas y las armas” -tres escopetas- que tenía en la casa y que después de hablar con su teléfono, lo subieron a un auto y se lo llevaron cautivo. “Me decían que mire para abajo, iba esposado en el asiento de atrás”, contó.
Cuando el fiscal Camuña le preguntó qué le decían sus secuestradores y por qué lo llevaban, P.N. respondió: “Ellos lo único que me decían era ‘la libertad cuesta gordito’”.
Afirmó que ya en la ciudad de Tucumán, permaneció esposado en un auto hasta que en un momento, lo subieron a su propia moto -que los secuestradores habían traído desde el campo-, y lo liberaron en la puerta de su casa, luego de que su papá pagara el rescate.
“Se fueron en un auto que mi papá les entregó. Un Fiat Palio Weekend. Entregó 200 mil pesos y un auto”, dijo.
Camuña preguntó en qué condiciones estaba cuando fue liberado y el hombre contestó: “Aterrorizado, no veía la hora de que terminara la pesadilla”.
En otro tramo de su declaración y ante otra pregunta del fiscal general, la víctima contó que a tres o cuatro días de haber sido liberado reconoció a uno de sus captores “por su fisonomía, que era delgado”, como uno de los autores de un robo cuya filmación fue difundida por un canal de televisión. “Hasta el momento estaba asustado, aterrorizado, y cuando vi todo eso, tomé valor. Estaban haciendo mucho daño, y fui a hacer la denuncia”, afirmó.
Por último, dijo ante el tribunal que si bien no se sentía presionado por declarar, sí admitió que temía que algún miembro de su familia sufra alguna represalia y señaló: “Quiero que esto se termine y volver a mi vida normal”.
A lo largo de las dos primeras jornadas, también declararon otros testigos convocados por la fiscalía y la defensa, además de proceder al análisis documental e instrumental de la prueba presentada. Se estipula que los alegatos del Ministerio Público Fiscal serán la semana próxima.
El caso
De acuerdo al requerimiento de elevación a juicio presentado por el fiscal subrogante de la Fiscalía Federal N°2 de Tucumán, Agustín Chit; la auxiliar fiscal Julia Vitar; el titular de la Unidad Fiscal Especializada en Criminalidad Organizada (UFECO), Santiago Marquevich; y el auxiliar fiscal de esa dependencia, Ignacio Rueda, el secuestro extorsivo se concretó entre las 14.30 y las 19.45, aproximadamente, del 18 de febrero de 2022, en una finca ubicada en la localidad de Arroyo Mixta, departamento de Leales.
Según la acusación de los fiscales, la víctima, P.N., se encontraba con un empleado en una finca familiar cuando seis individuos, entre ellos Romano, Agüero, Rodríguez, Gallo, el acusado aún prófugo y un sexto hombre no identificado, irrumpieron en el lugar vestidos con uniformes de la Policía de Tucumán, sin orden judicial, gritando “al piso, somos policías, esto es un allanamiento”. Además, sostuvieron que este accionar fue facilitado por Villa, quien conocía a la víctima y la finca, proporcionando información previa al grupo.
Armas, municiones y uniformes policiales secuestrados en los allanamientos. Foto: Fiscalía Federal N°2 de Tucumán.
Según lo reconstruido por la fiscalía, los secuestradores esposaron a ambos hombres y le dijeron que estaban detenidos sin mostrar documentación alguna que avalara el procedimiento. Los secuestradores fotografiaron a su víctima en la parte trasera del domicilio donde había plantas de marihuana, y le hicieron expresa mención de que su libertad “tenía un precio”.
En ese contexto, P.N. les indicó a sus captores que no poseía dinero, motivo por el cual a lo largo del cautiverio los autores del hecho tomaron el teléfono de la víctima y cursaron llamadas de índole extorsivas hacía su entorno familiar. Los secuestradores se comunicaron con diversos parientes y en un principio les exigieron la entrega de un millón de pesos en concepto de rescate a cambio de su liberación.
En paralelo, registraron la vivienda y robaron herramientas y armamento, entre los que se encontraban dos escopetas, una pistola semiautomática, dos rifles de aire comprimido de tipo carabina, una motosierra y un compresor.
Tras las negociaciones, los secuestradores acordaron con los familiares la entrega de 200 mil pesos en efectivo y un automóvil propiedad del padre de la víctima en concepto de rescate, y le refirieron a esta última que la conducirían a una unidad policial.
Según se reconstruyó en el caso, la banda de secuestradores subió a P.N. a uno de los dos rodados en los que habían llegado, se llevó una motocicleta marca Honda propiedad de la víctima y se dirigió por la Ruta Nacional N° 9 hacia la ciudad de San Miguel de Tucumán. En ese trayecto, el grupo detuvo la marcha en un almacén donde uno de ellos compró una gaseosa.
Luego de transitar por distintos sitios, los tres captores que se desplazaban con la víctima cautiva volvieron a parar en el Círculo de Oficiales de la Policía de Tucumán. En ese sitio, los tres secuestradores descendieron del vehículo para conversar, mientras P.N. permaneció solo en el interior del automóvil.
Luego de diez minutos, retornaron al auto con la víctima y continuaron circulando por la capital provincial, cargaron combustible y se dirigieron hacia la plaza del Barrio Jardín. Allí los secuestradores aguardaron en los bancos de la plaza el arribo del resto de la banda. Tras 45 minutos en ese sitio, uno de los captores obligó a P.N. a subirse junto con él a la motocicleta y se dirigió hacia el domicilio donde lo habían secuestrado, con la escolta de los cómplices que se encontraban en el segundo vehículo.
Pago de rescate y liberación
Alrededor de las 19.15, el conductor de la moto arribó con P.N. al domicilio de este último, donde ya se encontraban reunidas las víctimas pasivas -es decir, las personas extorsionadas- del caso: su pareja, su padre y su cuñada.
Otro de los captores llegó a la vivienda y recogió la bolsa con el dinero de una parte del rescate y se retiró caminando hacia la esquina de la intersección de las calles Sargento Cabral y Marcos Paz, donde se subió a un auto que lo estaba aguardando. En tanto, el secuestrador que llevó a la víctima en moto, luego de dejarla allí, se retiró en el automóvil que los familiares también habían entregado en concepto de rescate. La liberación se dio alrededor de las 19.45, es decir, tras un poco más de cinco horas de cautiverio.