El Tribunal Oral en lo Criminal Nº22 comenzó el jueves pasado el juicio por el intento de femicidio de Aylín Silvera, ocurrido en junio de 2014. Lucas Silvera está acusado de haberle disparado siete veces dentro de su casa en el barrio Los Perales, de Mataderos. El hombre de 31 años está imputado por “homicidio agravado por el vínculo y por haber sido ejecutado mediado violencia de género con uso de arma de fuego, en grado de tentativa”.
En el debate interviene el fiscal Marcelo Martínez Burgos, con la colaboración de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres. La UFEM, a cargo de la fiscal federal Mariela Labozzetta, comenzó a intervenir en el caso en diciembre de 2015, a partir de la derivación efectuada por la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (Dovic), cuyas profesionales acompañaban a la víctima y a su familia por la presentación espontánea de la madre.
En ese momento, la causa se encontraba archivada, luego de que el juez ordenara la captura de Silvera. La UFEM y la Fiscalía de Instrucción N°45 realizaron una presentación conjunta ante el Juzgado de Instrucción N°26 para que se desarchivaran las actuaciones y se dispusieran medidas de protección para la víctima, así como también medidas de prueba para acreditar el contexto de violencia de género y localizar al agresor. En marzo de 2016, el hombre fue detenido en González Catán.
El testimonio de Aylín
Acompañadas por dos profesionales de la DOVIC, la joven comenzó a relatar ante los jueces Patricia Cusmanich, Gabriel Nardiello y Sergio Paduczak lo sucedido el 25 de junio de 2014. Esa tarde, Silvera la había llamado reiteradas veces pero ella no lo había atendido, pues ya estaban separados. Sólo hablaban cuando era algo relacionado al hijo que tienen en común. Cuando llegó a su casa, lo vio en la puerta. Él le reprochó que le había contestado un hombre la llamada y quiso entrar a la vivienda.
En ese momento, sacó un arma. Aylín retrocedió y Silvera comenzó a disparar. El primer tiro fue en la rodilla. “No me dijo nada antes, me apuntó a la cara”, recordó. Ella intentó protegerse con una silla y trató de escapar hacia el cuarto. El acusado la siguió y continuó con los disparos, incluso cuando ya estaba en el suelo. Siete tiros recibió: dos aún están dentro de su cuerpo. Uno de ellos fue el que le atravesó la vejiga y le tocó el nervio ciático.
“Él seguía disparándome en el dormitorio, me miraba fijo hasta que se le terminaron las balas y se fue”, manifestó. Ante las preguntas del fiscal, aseguró que no sintió los impactos en el momento sino que lo hizo cuando entraron sus hermanos a la casa y les dijo que no sentía las piernas. Fue trasladada al hospital Santojanni, donde fue operada de urgencia y estuvo internada durante 40 días. Durante un tiempo no pudo caminar y tenía que pedir ayuda para levantarse de la cama.
Contó que durante su internación y luego, cuando Silvera estaba prófugo, el acusado continuó enviándole mensajes, a pesar de que ella cambiaba el celular. También, relató un episodio de violencia sufrido un año antes: en el medio de una discusión, cuando ella le manifestó que quería terminar la relación, el le disparó en la pierna. Estuvo una noche internada. Cuando la madre quiso presentar la denuncia, le dijeron que debía presentarse la damnificada en persona para hacerla.
“Siempre tenía armas: pertenecía a la barra brava de Chicago y como tenía problemas con otros barrios, iba armado”, dijo Aylín. También, rememoró algunas discusiones donde Silvera le pegaba e incluso donde amenazaba con calentar aceite y arrojárselo. “Le conté a mi mamá sobre esto después de la última separación porque tenía miedo, sabía que me iba a hacer algo”, dijo.
Los dos hermanos de Aylín también declararon en el juicio. Ambos recordaron que vieron el día del ataque al acusado en las inmediaciones de la casa de la víctima. Los dos sostuvieron que, cuando llegó su hermana, se alejaron para que hablen y, momentos después, escucharon los disparos.
“Por atrevida” fue la respuesta que le dio Silvera a la hermana de Aylín cuando le preguntó por qué le había disparado. Detalló que, al salir de la casa, el imputado tenía la pistola en la mano y que incluso le apuntó con ella.
El debate continuará el próximo jueves, con la declaración de otros testigos y los alegatos están fijados para la primera semana de abril. “Escuché tantos tiros que pensé que estaba muerta”, manifestó. “Cuando me acerqué a la habitación, mi hermana estaba en el piso, con sangre alrededor y no podía hablar por el dolor”, describió.
También, recordó otros episodios de violencia que sufrió Aylín: el disparo en la rodillas, el intento de quemarla con aceite. “Después de las separaciones, le dejaba cartas de arrepentimiento, de no voy a hacerlo más”, enumeró. Al igual que Aylín, dijo que inmediatamente después del ataque, Silvera la llamó varias veces por teléfono.
También recordó haber visto las fotos y los mensajes que le enviaba el acusado a su hermana mientras estaba prófugo. Cabe destacar que, durante la instrucción, la Fiscalía 45º y la titular de la UFEM solicitaron la intervención del teléfono celular utilizado por el imputado. Además, la fiscal Labozzetta se reunió en 2015 con el personal de la División Homicidios de la PFA, que colaboraba en la investigación, para delinear una estrategia común para efectivizar la captura del por entonces prófugo.
Por último, declaró el hermano de la joven víctima. Rememoró que, después de escuchar los disparos luego de haber dejado a Aylín con Silvera, corrió hacia la casa y vio al acusado dentro y con un arma. “Me apuntó a la cara y me dijo que no me metiera porque me mataba”, aseguró. Agregó que se fue “como si no hubiera pasado nada”.
El debate continuará el próximo jueves con la declaración de otros testigos. Los alegatos están fijados para la primera semana de abril.