11 de mayo de 2024
11 de mayo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Los represores están acusados de los crímenes de tres víctimas del terrorismo de Estado
Vuelos de la muerte: pidieron la elevación a juicio de los cinco integrantes de la Plana Mayor del Batallón 601
Están imputados por haber participado de la operatoria mediante la cual, desde el aire, se arrojaban al agua los cuerpos de las víctimas de la dictadura. “De este siniestro y sistemático procedimiento no hubo sobrevivientes, sólo han quedado los cuerpos sin vida que la marea trajo hacia las costas uruguayas y argentinas, y que en muchos casos fueron enterrados como NN”, destacan en el pedido los fiscales García Ordás y Bogetti que, desde la Oficina de Derechos Humanos de San Martín, instruyeron la causa.

El fiscal federal Miguel García Ordás y el fiscal ad-hoc Hugo Bogetti, quienes se encuentran a cargo de la Oficina de Derechos Humanos de San Martín, solicitaron la elevación a juicio de la en la que se investiga los crímenes perpetrados desde el Batallón de Aviación Militar 601 del Cuerpo IV, en Campo de Mayo. En el expediente, están imputados Eduardo José María Lance, Luis del Valle Arce, Delsis Ángel Malacalza, Horacio Alberto Conditi y Alberto Luis Devoto por haber participado en la desaparición de tres personas, víctimas de los denominados “vuelos de la muerte” durante la última dictadura cívico-militar.

Se trata de los casos de Juan Carlos Rosace, Adrián Enrique Accrescimbeni y Roberto Ramón Arancibia, quienes -de acuerdo con los elementos probatorios recogidos- permanecieron secuestrados en Campo de Mayo.

Accrescimbeni y Rosace, compañeros del cuarto año del Colegio Mitre de San Martín, fueron privados de su libertad el 5 de noviembre de 1976 y luego fueron vistos en el centro clandestino de detención conocido como “El Campito”. Sus cuerpos aparecieron juntos a fin de aquel año en la zona sur del Río de la Plata, a la altura de la localidad de Punta Indio, y luego inhumados como NN en el cementerio de la ciudad de Magdalena. Arancibia, en tanto, fue secuestrado el 7 de mayo de 1977 y fue visto en el centro clandestino El Vesubio, en el ámbito del Cuerpo I del Ejército, hasta que luego fue trasladado a Campo de Mayo -sede del Cuerpo IV- donde se lo vio por última vez con vida, según las referencias brindadas por sobrevivientes. Su cuerpo apareció en la costa de Santa Teresita el 24 de febrero de 1978.

Ahora, la jueza federal de San Martín Alicia Vence debe resolver el pedido de los representantes del MPF.

La Plana Mayor

Los fiscales destacaron que “la estructura de la Plana Mayor Operacional del Batallón de Aviación 601 estaba conformada por un Jefe -Luis del Valle Arce-, Segundo Jefe -Delsis Ángel Malacalza- y su Plana Mayor, integrada por oficiales de Personal (S-1) -Alberto Luis Devoto y Horacio Alberto Conditi- ; Inteligencia (S-2) -Alberto Luis Devoto-; Operaciones (S-3) -Eduardo José Lance- y Logística (S-4) que actuaban de manera conjunta y coordinada para el éxito de las operaciones relacionadas con la ‘lucha contra la subversión’”.

Asimismo, el Batallón de Aviación 601 de Campo de Mayo dependía orgánicamente del CAE y funcionalmente del Comando de Institutos Militares. Esa “plana mayor junto con algunos de sus subordinados conformaron una maquinaria perfectamente aceitada destinada a la eliminación física de las personas cuyo destino final ya estaba decidido”, precisaron García Ordás y Bogetti. En concreto, “desde ese Batallón partieron infinidad de vuelos de avión y/o helicópteros que transportaban personas privadas de la libertad, en la mayoría de los casos del centro de detención clandestino de Campo de Mayo, que eran arrojadas desde las aeronaves a las aguas del Río de la Plata o al océano Atlántico”, agregaron.

En otra parte del escrito, los responsables de la fiscalía especializada puntualizaron que “de este siniestro y sistemático procedimiento no hubo sobrevivientes, sólo han quedado los cuerpos sin vida que la marea trajo hacia las costas uruguayas y argentinas, y que en muchos casos fueron enterrados como NN”.

Vuelos de la muerte

El procedimiento de los “vuelos de la muerte” y/o “vuelos fantasmas” efectuado para llevar a cabo el “destino final” de las víctimas, se iniciaba cuando “los vehículos de transporte ingresaban por las puertas 1, 4 o 7, dado que eran los ingresos cercanos al Batallón de Aviación 601 que permitían el acceso de vehículos de gran porte. Los vehículos que no se veían ingresar a Campo de Mayo, recorrían una ruta proveniente de la zona boscosa que se encontraba a un lateral del aeródromo. Dicho camino provenía de la franja cercana la prisión militar, que es donde estaba ubicado ‘el campito’”, indicaron los representantes del MPF.

“De las declaraciones valoradas se pudo establecer como parámetro que los vehículos que trasladaban a las víctimas al aeródromo como los que custodiaban a aquélla ingresaban tanto a Campo de Mayo como al Batallón de Aviación sin control alguno, por orden directa de los superiores del Batallón de Aviación”, resaltaron, tras lo cual, añadieron que, “generalmente, las aeronaves ya se encontraban esperando a las víctimas en la cabecera de la pista. Los vehículos de transporte se paraban a un costado de éste y se subían a los damnificados a los aviones. Los Twin Otter tenían una escalera al costado, mientras que los Fiat se cargaban por la parte trasera”.

A partir de diversos testimonios, en la causa también pudo recabarse que esa “operatoria era llevada a cabo por oficiales y suboficiales. Los conscriptos en esos momentos o eran relevados de sus puestos o se los obligaba a mirar a otro lado o hacer cuerpo a tierra. Por otra parte la mayoría de los vuelos eran nocturnos y al momento de cargar los aviones, en muchos casos se apagaban adrede las luces para que no se pudiera registrar la actividad. Los datos obtenidos han sido gracias a alguno de los conscriptos que no han cumplido debidamente con dicha imposición”. Finalmente, “la carga de las víctimas duraba aproximadamente media hora y luego el avión partía”.