El Tribunal Oral en lo Criminal Nº17 comenzó esta semana con el juicio contra Felipe María Stanga, acusado de disparar contra su ex cuñado mientras estaban dentro de un auto con otros amigos. El joven de 28 años está acusado de los delitos de “homicidio con dolo eventual agravado por su comisión mediante arma de fuego” y “portación de arma de guerra sin la debida autorización legal”. En el debate, interviene el fiscal Oscar Ciruzzi. Los jueces Juan Giudice Bravo, Pablo Vega y Alejandro Noceti Achával establecieron que los alegatos se realizarán el próximo 9 de agosto.
El 24 de octubre de 2014, Stanga se dirigió a la casa de uno de sus amigos en la barrio de Belgrano, donde también estaba Tomás Gonzaléz Rossi. Al llegar, cerca de las 20:30, les dijo que venía de la casa de sus padres y que tenía su pistola calibre .40 con él. Ubicó el estuche en una barra de la casa para cenar. Cerca de la medianoche, otro amigo pasó a buscarlos en un auto “Ford Focus” para ir a bailar. Se dirigieron primero a la casa del imputado, ubicada en Moldes y Crisólogo Larralde, ya que debía cambiarse y dejar el arma.
La víctima se sentó en el asiento del acompañante mientras que Stanga se ubicó detrás del conductor. Cuando circulaban por Larralde, antes de llegar a la Avenida Cabildo, el acusado realizó un disparo que impactó en el tórax de González Rossi, lo que le produjo la lesión de ambos pulmones y el desgarro de la aorta. La víctima murió minutos después, a la 1:35 del 25 de octubre, en el Hospital Pirovano.
En su indagatoria ante los jueces, Stanga dijo que llevaba consigo la pistola esa noche porque la había dejado en la casa de sus padres durante un viaje que había hecho tiempo atrás. Ante las preguntas de la Fiscalía, afirmó que no recordaba si el arma tenía el cargador colocado o si había revisado si estaba cargada pero aseguró que Tomás le había pedido verla en la casa de su amigo ya que quería ir a cazar.
Luego, indicó que cuando estaban en el auto, la víctima insistió para que le mostrara la pistola, por lo que la sacó del estuche y la puso en su falda. Negó haber empuñado el arma sino que explicó que se estiró, con los manos y brazos extendidos y con el caño apuntando hacia él para que Tomás la tomara y, que en ese momento, se produjo “un estallido”. Los jueces le marcaron, en ese momento, que en su declaración en instrucción había dicho que el arma apuntaba hacia el damnificado cuando la sacó. “En ese momento tenía mucho estrés, ahora lo recuerdo como lo conté”, expresó.
Stanga recordó haber dicho que “se le había escapado un tiro”. También explicó que la víctima le habría manifestado que el arma le producía “algo así como adrenalina” y que en ningún momento “tuvo miedo”. Las preguntas de la querella, a cargo de los abogados Nuria Drendak y Aníbal Mathis, se dirigieron a establecer el manejo de las armas que tenía el imputado. Según constestó, cazaba desde los 12 años aunque remarcó que la pistola marca RUGER SR .40 la tenía desde hacía un año y sólo había practicado tiro al blanco en algunas oportunidades.
En el juicio, declararon las familias de ambos jóvenes, los amigos que estaban con ellos esa noche, los efectivos que participaron del operativo esa noche y dos peritos, uno de ellos perteneciente al Cuerpo Médico Forense.Tanto la madre como la hermana de la víctima resaltaron que Stanga y González Rossi no eran tan cercanos, sino que tenían una relación “de cuñados” y que, además, habían trabajado juntos. Ambas sostuvieron que se había producido un distanciamiento entre ambos un año antes del hecho, aunque luego de que el damnificado finalizara la relación con la hermana del acusado, volvieron a acercarse.
Ariel Redondo era el dueño de la casa dónde se reunieron aquella noche. Ante los jueces, aseguró que durante la cena no se mencionó el tema del arma ni nadie pidió verla. Se subió al auto detrás del asiento del acompañante y que todo era normal hasta dos cuadras antes de llegar a la casa del imputado. “Felipe sacó el arma y Tomás le dijo `guarda eso que me da miedo´, se dio vuelta con los brazos extendidos como para alejarlo y en ese momento hubo un fogonazo blanco” recordó.
Tanto el fiscal Ciruzzi como la querella le preguntaron si recordaba si Stanga había dicho luego del disparo: “ni bien pasó, Felipe dijo `se me escapó un tiro´, rememoró. También aseguró que fue él quién propuso ir al Hospital Pirovano.
Luego, fue el turno de declarar de Javier Mira, quién conducía el auto Ford Focus esa noche. En línea con lo declarado por su amigo, dijo que la conversación era normal en el auto. “No sabía que había un arma dentro del auto hasta la explosión” aseguró y recordó que antes del disparo, Tomás habría dicho “algo relacionado con el miedo”.
También, declaró el perito balístico que intervino en la causa y detalló las características de la pistola y sus seguros. Especificó que, para que se produzca el disparo, se debe accionar la cola del disparador con una fuerza equivalente a 2,8 kilos y en un punto determinado del gatillo. Indicó que, en base a las pericias realizadas, el disparo fue realizado a una distancia mayor a 15 centímetros. En la causa, consta un informe que especifica que la distancia de disparo fue de 50 centímetros.