El ex cabo de la Policía Federal Adrián de Miguel y su supuesto cómplice en un robo en una vivienda de Constitución, Enrique Huertas, se declararon ayer inocentes en el inicio del juicio que se les sigue por robo agravado, pero fueron reconocidos por los testigos como los autores del delito.
El juicio está a cargo del Tribunal Oral N° 16, presidido por María Cristina Bértola e integrado por los Inés Cantisani y Gustavo González Ferrari, con la intervención del fiscal Fernando Fiszer, interinamente a cargo de la Fiscalía N°16 ante los Tribunales Orales en lo Criminal.
De Miguel y Huertas están imputados por el delito de robo agravado por el uso de arma de fuego, y, en el caso del primero, calificado por su condición de policía.
El debate comenzó ayer con la lectura de la imputación a de Miguel y Huertas, quienes además decidieron ampliar sus declaraciones indagatorias ante los magistrados.
De Miguel, quien se desempeñaba como cabo en la Comisaría N°23, comenzó su exposición alegando ser adicto a la cocaína, y que al momento de los hechos se encontraba bajo tratamiento. Respecto a los hechos que se le imputan, el ex oficial sostuvo que el día del hecho, aproximadamente a las 3 a.m. concurrió a la calle Brasil al 1300, con la intención de comprar cocaína, la cual era vendida por los moradores del departamento “9”. Asimismo, refirió que fue en el auto de su concubina, el cual estacionó a metros del lugar, y que tenía encima su arma, credencial y chapa de policía.
Agrego que mientras estaba en el pasillo del edificio, en el momento en el que el proveedor había ido a buscar la mercancía, de Miguel escuchó gritos provenientes del departamento “8”, al tiempo que dos personas salían de allí. Agregó que uno de los hombres le dijo: “quédate mosca que para vos no es”, mientras se alejaban por el pasillo, para trepar por unos caños hacia la terraza. Fue entonces cuando llegó un móvil de la Comisaría N°16.
Según de Miguel, él se identificó con los efectivos policiales y les admitió que estaba en el lugar para comprar droga. Cuando los efectivos le pidieron que abriera la puerta, el golpeó primero en la casa del dealer –quien no lo atendió- y luego en lo de una vecina, quien finalmente permitió el acceso de los uniformados. También, el ex cabo sostuvo que mientras estaba en la vereda con los demás policías que habían llegado, salió una persona del edificio y lo señaló como una de las personas que lo había robado minutos antes. Asimismo manifestó no conocer a Huertas, y que no opuso resistencia cuando fue detenido.
A su turno, Enrique Adrián Huertas negó también conocer a de Miguel, y sostuvo que cuando fue detenido se identificó con el nombre de su hermano, W.G., pues él tenía antecedentes por encubrir el robo de un coche. En relación al día del hecho, Huertas sostuvo que estuvo hasta las 23.00 en casa de su tía, de donde se llevó por equivocación la billetera de su primo, R.M. Dijo que se fue a bailar a Adrogué, y que luego –cerca de las 2.30- se trasladó a Constitución para encontrarse con una amiga, cita que no llegó a concretar.
Huertas sostuvo que, mientras caminaba por la calle Brasil, fue detenido por dos policías, que lo revisaron. Agregó que uno de los efectivos forcejeó con él y que le rompió su celular. Asimismo, dijo que, tras ser esposado, apareció un hombre que lo señaló como el autor del robo sufrido en su casa.
En su defensa, el imputado sostuvo que está operado de un pulmón y que le falta un testículo, por lo que “una persona operada no puede andar trepando y saltando”.
Las víctimas
Tras su declaración, los imputados fueron trasladados a una oficina contigua, para que pudieran ingresar a la sala los testigos a fin de brindar juramento de decir verdad.
El primer testigo en declarar fue J.J.B.P., uno de los moradores del departamento 8 de Brasil al 1300. El joven sostuvo que aquel 23 de marzo, se encontraba en casa de su padre, con su novia, viendo un partido de fútbol, cuando de repente ingresaron varias personas, que se identificaron como policías y les refirieron que se trataba de un allanamiento. Asimismo manifestó que debían haberlo hecho con llaves, pues la puerta no fue violentada ni tampoco escucharon ruidos.
J.J.B.P. pidió que le exhibieran la orden para allanar el domicilio, pero en lugar de ello, lo golpearon y ataron con precintos. Sostuvo que las personas fueron directamente a revisar el cuarto de su padre, y que se llevaron dinero, joyas, computadoras y celulares. Respecto de los imputados, J.J.B.P. reconoció a de Miguel como el oficial que le exhibió la chapa al ingresar, al tiempo que sindicó a Huertas como el responsable de revisar el cuarto de su padre.
En similar sentido se expresó el segundo testigo, E.J.B.C. dueño de la casa, quien sostuvo que al ingresar los supuestos policías, lo agarraron del cuello y le apuntaron, y que luego los ataron a todos –menos a las chicas- con precintos de plástico. Agregó que no pudo ver bien a los policías, y que todos llevaban guantes y armas, una de las cuales fue olvidada sobre la mesa del comedor, y encontrada por su hijo de nueve años.
E.J.B.C sostuvo que sintió cuando los ladrones escaparon por los techos, y que -cuando pudo liberarse- salió a la calle y vio a un hombre que estaba con la policía, al cual las chicas identificaron como uno de los ladrones. Asimismo, el hombre refirió que los efectivos recién tomaron fotos de la vivienda cuando él los llamó para que fueran a buscar el arma que encontraron.
Luego fue el turno de S.R.A.R., quien dijo que al momento de ingresar los hombres ella se encontraba en el baño, desde donde pudo ver que uno exhibía su chapa de policía. Agregó que puso resistencia para que la sacaran del baño, por lo que rompieron la puerta, y luego la ataron con precintos, lo que le lastimó las manos. Refirió además, que otra joven que estaba en la casa con ella fue quien –tras zafarse de los precintos- los liberó a todos.
También dijo que un vecino alertó al sistema de emergencias 911 y reconoció –por foto- el arma que encontraron en el comedor, aunque no pudo hacerlo cuando se la exhibieron en el debate.
Los vecinos
Las exposiciones prosiguieron con la declaración de G.M., la vecina del departamento “4” que le abrió la puerta a los efectivos de la Comisaría N°16. La mujer sostuvo que era de madrugada cuando escuchó ruidos y decidió salir al pasillo. Allí un hombre –que sería de Miguel- le pidió la llave para abrirle a los efectivos, pero al verlo nervioso la mujer decidió abrir ella. La testigo dijo que no pudo aportar más datos porque se volvió a meter en su casa.
Luego declaró S.B., quien vive con su madre en el segundo piso del edificio. El hombre manifestó que se la pasaba “pidiendo ayuda a la comisaría N°16 pues el edificio es difícil”. S.B. refirió haber llamado a la policía por ruidos que escuchó en la terraza, a donde se dirigió, pero sólo le pareció ver una sombra. El testigo también refirió que los policías detuvieron a uno de los sospechosos, cuando intentaba saltar a su terraza.
Los policías
También declararon el Sargento Primero L.C.C., el Ayudante W.H.L., el Cabo Primero L.A.V. y los subinspectores C.E.B. y A.V., de la Comisaría N°16.
L.C.C. declaró que concurrió al lugar por unos disparos, alertado por el Comando Radioeléctrico, y especificó que cuando llegó una persona que estaba del otro lado de la puerta –que sería de Miguel- se le identificó como policía y le dijo que había llamado por una pelea. Mientras conversaba con el hombre, pudo ver que atrás tres personas trepaban a los techos.
Asimismo, manifestó que una señora le abrió la puerta, y que se dirigió al departamento 8, donde encontró a un grupo de personas atadas que manifestaban haber sido robadas por efectivos policiales durante un supuesto allanamiento. Agregó que él libero a dos, y que uno de los habitantes –J.J.B.P.- se fue corriendo hacia la calle Pedro Echagüe, donde habría reconocido a Huertas, y que cuando regresó, reconoció a de Miguel.
Por su parte, W.H.L. sostuvo que concurrió al lugar alertado por el Comando, y que de Miguel les dijo que él los había llamado, pero no recuerda que se hubiera identificado como policía. Asimismo, el efectivo manifestó que detuvo a Huertas sobre la calle Pedro Echagüe, y que tras forcejear con él, este se habría tirado al piso donde comenzó a romper el teléfono Nextel y a masticar el chip.
A su turno, el subinspector C.E.B. indicó que fue el responsable de efectuar la requisa en el Renault Twingo de de Miguel, al día siguiente del hecho. El oficial sostuvo que de allí secuestraron documentación del vehículo, la billetera y documentos de R.M, –primo de Huertas- y un juego de esposas. Asimismo, sostuvo que luego fue al departamento de la calle Brasil, al ser alertado sobre el hallazgo de un arma, que secuestró.
En similar sentido a los dichos de W.H.L., declaró el cabo L.A.V., quien dijo que fue de Miguel quien les abrió la puerta, que se quedó en la vereda y que se identificó como policía. Asimismo, el oficial sostuvo haber secuestrado de la terraza, a la que se accedía fácilmente, un par de guantes y un teléfono Nextel.
El último en declarar fue el subinspector A.V., quien detuvo a de Miguel, que se identificó como policía y adujo vivir en el lugar. Agregó que cuando él llegó al edificio de la calle Brasil, había cinco o seis personas discutiendo con el imputado, al que acusaban de haber ingresado a su casa para robarles en un allanamiento simulado.
El dueño del arma y los demás testigos
En la jornada de ayer también declararon D.I., M.A.S. y R.G.M.
D.I. era el dueño de la pistola encontrada en casa de las víctimas. Al respecto, el hombre refirió que fue desprovisto de su arma durante una “entradera”, cuando llegaba a su casa de Temperley, el año pasado.
Por su parte, M.A.S. declaró en relación a la requisa del auto de de Miguel y refirió que creía que había sido efectuada de tarde, y que secuestraron una billetera de cuero marrón, unas esposas y un teléfono. En cuanto a R.G.M., esté se refirió a la detención de Huertas, y dijo que no recordaba haber visto que se secuestrara nada de la Policía Federal.
El debate se reanudará mañana, a partir de las 9.00 con la declaración de los restantes testigos. Asimismo, está previsto que alegue el fiscal Fiszer y, luego de que aleguen los abogados defensores, el tribunal dicte sentencia.