El fiscal general Pablo Ouviña y el auxiliar fiscal Santiago Ghiglione solicitaron hoy que se imponga la pena de 25 años de reclusión al ex vicecomodoro de la Fuerza Área Jorge Alberto Espina, a quien acusaron como autor mediato de los delitos de privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos de diez víctimas, y de abuso deshonesto en perjuicio de una de ellas, cometidos durante la época del terrorismo de Estado en el centro clandestino de detención Virrey Cevallos, situado en el barrio porteño de Monserrat.
La petición condenatoria de la fiscalía fue realizada al cabo de la segunda audiencia de su alegato, que había comenzado el viernes pasado, ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°2 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el marco del denominado juicio "Virrey Cevallos II". El centro clandestino de detención que llevaba ese nombre también era una base militar de inteligencia de la fuerza aérea, sostuvo la fiscalía. Pues, tal como indicó la semana pasada, casi todos los casos de víctimas que pasaron por allí “están vinculados de alguna manera con la sospecha de haber intervenido en algún atentado en contra de la Fuerza Aérea".
Luego de un relato pormenorizado de los hechos que afectaron a cada víctima, del análisis de la organización de la Fuerza Aérea para intervenir en el plan criminal desplegado durante el terrorismo de Estado y de la labor del acusado como jefe de las áreas de inteligencia de la fuerza que actuaron en Virrey Cevallos, Ouviña acusó a Espina por:
El juicio se reanudará el 12 de noviembre a las 9.30 con el alegato de la defensa del acusado.
El fiscal precisó que desde 1967 la carrera de Espina estuvo signada por la labor en la Jefatura II de la Fuerza Aérea, es decir, en inteligencia: "Incluso llegó a ser profesor en la escuela de inteligencia de la SIDE".
"Efectivo control sobre sus subordinados"
La fiscalía culminó el alegato acusando a Espina como autor mediato de todos los hechos que llegaron a juicio. "Se encuentra acreditado que, en el periodo en que funcionó Virrey Cevallos, Espina fue jefe de la División C del Departamento Interior [de la Jefatura II de Inteligencia de la Fuerza Aérea] y de la División A a partir de la creación del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA)", consideró Ouviña.
"Mientras estuvieron a cargo de Espina, tanto la División C del Departamento Interior, como la División A del SIFA, tuvieron como función la de reunir información vinculada con las organizaciones identificadas como subversivas y que iba a ser utilizada para combatirlas", precisó el fiscal general.
Añadió que también fue probado en el debate que "las personas que operaban Virrey Cevallos pertenecían a las divisiones a cargo de Espina" y que está "acreditado el efectivo control que, como jefe, Espina tenía sobre sus subordinados, pues las pruebas reunidas en este juicio conducen a ratificar la certeza de que su liderazgo se caracterizaba por un riguroso control de las personas a su cargo".
En efecto, la fiscalía construyó en su alegato la responsabilidad de Espina con una lectura crítica de su legajo y con un cruce de datos con documentos de inteligencia y con los legajos de sus subalternos, particularmente de Félix Morilla y de Jorge y Enrique Monteverde, quienes fueron reconocidos por sobrevivientes tanto en el centro clandestino de detención como en los operativos de secuestro.
En un pasaje del alegato, Ouviña se detuvo en los conceptos que, como superior, Espina vertió en el legajo de uno de sus subordinados, que actuaba en tareas de reunión de información entre 1977 y 1978: “Posee capacidad natural para las tareas de calle”, escribió el ahora acusado sobre el personal a su cargo. "Ya explicamos qué son las tareas de calle. Implica tomar contacto directo con los integrantes de una determinada organización gremial, sindical, política, estudiantil, empresarial, o subversiva, para obtener información", explicó el fiscal. Luego, precisó cómo aquellos agentes se infiltraban entre quienes luego fueron sus víctimas. Recordó al respecto el relato de Miriam Lewin, quien dijo que se vio sorprendida cuando vio que sus captores "eran personas jóvenes, que se parecían a ellos [los y las militantes], se peinaban como ellos, se vestían como ellos, y hasta fumaban los mismos cigarrillos que ellos".
Por otro lado, Ouviña ponderó que los destinos de Espina “tanto anteriores como posteriores son compatibles con su caracterización como un valioso activo dentro de la inteligencia de la Fuerza Aérea en el marco del terrorismo de Estado".
"Las pruebas reunidas en este juicio conducen a ratificar la certeza de que su liderazgo se caracterizaba por un riguroso control de las personas a su cargo", dijo el fiscal sobre el acusado.
En efecto, el fiscal precisó que desde 1967 la carrera de Espina estuvo signada por la labor en la Jefatura II de la Fuerza Aérea, es decir, en inteligencia. "Incluso llegó a ser profesor en la escuela de inteligencia de la SIDE", agregó.
Con posterioridad a los hechos que se juzgan en ese juicio, en septiembre de 1979, "pasó a ser nada menos que jefe de la Regional de Inteligencia Buenos Aires y a integrar la Fuerza de Tareas 100, como jefe de la Plana Mayor", dos agrupamientos "creados durante 1976 para intervenir específicamente en la denominada lucha contra la subversión", valoró el fiscal.
Víctimas
En el comienzo de su exposición de hoy, la fiscalía completó la prueba sobre los hechos que llegaron a juicio. La semana pasada había expuesto sobre los delitos que tuvieron como víctimas a Carlos Daniel Gurbanov, Juan Crisoto Alcaraz, José Oscar Osuna, Osvaldo Antolín, Miriam Lewin y Osvaldo Gabriel Lanzillotti. En la audencia de hoy expuso los casos de Osvaldo Antonio López, Vilma Gladys Aoad y los hermanos Jorge y Alejandro Lorenzo.
De acuerdo con la prueba expuesta por la fiscalía, los casos se desarrollaron de la siguiente manera:
"Eran personas jóvenes, que se parecían a ellos, se peinaban como ellos, se vestían como ellos, y hasta fumaban los mismos cigarrillos que ellos", recordó el fiscal la caracterización que hizo Miriam Lewin sobre sus captores.