“Tenía dos hijos y siempre quiso un tercero. La única forma era adoptando”, aventuró hoy la testigo convocada por la defensa de Ana María Grimaldos, en el marco del juicio en el que es juzgada por la apropiación de Javier Penino Viñas durante la última dictadura militar y su posterior ocultamiento durante más de 20 años. Fue el último testimonio antes de que las querellas, en un alegato unificado, soliciten 12 años de prisión por los delitos de retención y ocultamiento, supresión de la identidad y falsificación de documento (en este caso, como partícipe necesaria). El viernes 20 de marzo, será el turno del fiscal Horacio Azzolin para alegar ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°4.
Durante su exposición, la mujer contó que es amiga de Grimaldos desde que fueron vecinos en la localidad de Punta Alta, en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, dijo que “nunca preguntó” por los trámites de adopción cuando conoció al niño.
Las querellas -Abuelas de Plaza de Mayo y los abogados de Cecilia Pilar Fernández de Viñas, abuela de Javier y madre de la todavía desaparecida Cecilia Viñas- señalaron en su alegato unificado que el descargo de Grimaldos a lo largo del juicio no alcanzó “para desincriminarla”: estimaron que no ignoró la inexistencia de constancia de trámites, o el no haber concurrido a ningún organismo público o juzgado durante el supuesto proceso. Por el contrario, el 7 de septiembre de 1977 se hizo un certificado falso -firmado por un médico de la ESMA, donde su marido Jorge Raúl Vildoza se desempeñaba como comandante de la Unidad de Tareas 3.3.2- dando cuenta de que el bebé había nacido en su hogar- es decir, como si fuera hijo de ambos, y el 12 de ese mes fue inscrito en el registro civil.
Ello, según las querellas, explica que haya estado prófuga durante más de 20 años junto a su esposo. “Sabía que había dos familias que buscaban a Javier”, indicaron los letrados.
La próxima audiencia se realizará el viernes 20 de marzo. Ese día, desde las 10:00, alegará el fiscal Horacio Azzolin.