24 de abril de 2024
24 de abril de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Segunda audiencia del juicio
Homicidio de Lucas González: “Nos decían que a gente como nosotros había que pegarle un tiro en la cabeza”, contaron los sobrevivientes de la balacera
La frase fue pronunciada por los jóvenes que estaban en el auto con el juvenil de 17 años de Barracas Central asesinado en noviembre de 2021. Durante el debate, declararon también los padres de Lucas mientras que uno de los policías implicados solicitó hablar en indagatoria.

En el marco de la segunda audiencia del juicio por el homicidio de Lucas González, los tres jóvenes que iban en el auto con el futbolista juvenil relataron ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº25 los detalles de lo ocurrido la mañana del 17 de noviembre de 2021. Además, declararon la madre y el padre de Lucas, quienes contaron cómo se enteraron de que su hijo había sido herido. “Me pregunto hasta el día de hoy por qué le dispararon, mi hijo no tenía armas, andaba con sus botines”, exclamó Cintia López. 

En el debate, interviene el titular de la Fiscalía General Nº18 ante los Tribunales Orales Criminales y Correccionales, Guillermo Pérez de la Fuente, junto con el auxiliar fiscal Francisco Brom.

En la causa se acusa al oficial Juan José Nieva, al oficial mayor Fabián Andrés López y al inspector Gabriel Alejandro Issasi, en su calidad de integrantes de la Brigada 6 de la División Brigadas y Sumarios de la Comuna 4 de la Policía de la Ciudad, de iniciar una persecución a bordo de un auto no identificable sobre la avenida Iriarte y Vélez Sarsfield contra el auto donde estaban Lucas, Julián Alejandro Salas, Niven Huanca Garnica y Joaquín Zúñiga Gómez. 

En esa circunstancia, los policías -que se encontraban realizando una investigación judicial por narcomenudeo en la zona- intentaron interceptar a los jóvenes y bajaron del auto sin identificarse, dirigiéndose hacia ellos con sus armas. Los cuatro chicos creyeron que se trataba de un asalto e intentaron huir. Ante esto, los integrantes de la brigada dispararon contra el auto y una de esas balas hirió de gravedad a Lucas en su cabeza, que falleció al día siguiente como consecuencia de ello. El auto donde iban los adolescentes fue detenido a pocas cuadras de allí por otras dos policías, en la intersección de Luzuriaga y Perdriel. Los tres adolescentes fueron detenidos y tratados como imputados hasta que el fuero de Menores determinó que no habían cometido ningún delito.

Además de Issasi, Nievas y López, en el juicio están imputados el comisario inspector Daniel Alberto Santana -jefe de la comuna 4 de la Policía de la Ciudad-; el comisario Rodolfo Alejandro Ozan -a cargo de la Comisaría Comunal 4 A-; el comisario Fabián Alberto Du Santos, el subcomisario Ramón Jesús Chocobar, el principal Héctor Cuevas, los oficiales Sebastián Baidon, Jonathan Alexis Martínez, Ángel Arévalos y Daniel Rubén Espinosa –todos integrantes de la Comisaría Vecinal 4D de la Policía de la Ciudad-; el comisario Juan Romero; y el subcomisario Roberto Inca, quien estaba a cargo de la División Sumarios y Brigadas de la Comuna 4 de la Policía de la Ciudad. A todos ellos se los procesó por haber alterado "los rastros y pruebas del delito” que habrían cometido los policías que dispararon contra Lucas y sus amigos, y por intentar fraguar el operativo para aparentar que se había tratado de un “enfrentamiento armado”.

Los testimonios de la familia de Lucas

La madre del joven, Cintia López, recordó cómo había sido la mañana del 17 de noviembre: Lucas salió temprano de su casa en Florencio Varela y le mandó un mensaje cuando llegó al predio que utilizaba el club Barracas Central en la Ciudad de Buenos Aires. Unas horas después, la mujer le envió otro mensaje que jamás fue contestado. En ese momento, vieron con su marido que en la televisión se hablaba de un tiroteo en Barracas y que habían capturado “a cuatro delincuentes”.

“A Lucas lo vieron, lo eligieron, lo encerraron y lo acribillaron”, dijo el padre de Lucas al respecto de la secuencia en donde le dispararon a su hijo. "Me lo quitaron los que lo tenían que cuidar, en lugar de salvarle la vida lo quisieron ensuciar”.

Tanto ella como el padre de Lucas se enteraron de lo que había sucedido pasado el mediodía, cuando un vecino y un pariente les dijeron que a Lucas “le habían pegado un tiro en la cabeza”, por lo que se dirigieron al Hospital Penna. “No nos dejaron verlo cuando llegamos y un policía nos decía que los chicos de ahora no le decían a los padres cuando andaban en cosas raras”, marcó Cintia. Un tiempo después, pudieron ingresar. “Estaba irreconocible. Me pregunto hasta el día de hoy por qué le dispararon, por qué hicieron lo que hicieron”, dijo la mamá y aseguró que su hijo no tenía armas. “Siempre andaba con sus botines, le quitaron su sueño de jugar al  fútbol”, lamentó.

“A Lucas lo vieron, lo eligieron, lo encerraron y lo acribillaron”, dijo el padre de Lucas al respecto de la secuencia en donde le dispararon a su hijo. Coincidió luego con lo manifestado por su esposa sobre cómo había sido el trato que recibieron en el hospital y la gestión que hicieron para trasladarlo al Hospital El Cruce de Florencio Varela. “Me lo quitaron los que lo tenían que cuidar, en lugar de salvarle la vida lo quisieron ensuciar”, concluyó.

Las palabras de los amigos

Julián Salas contó que conocía a Lucas desde la primaria y era quien manejaba el auto donde iban los cuatro jóvenes. Recordó que esa mañana, pasadas las 9.30, salieron del predio de Barracas Central y que su amigo bajó del vehículo a comprar un jugo en una esquina. Mientras charlaban sobre los entrenamientos, Salas dijo que notó que un vehículo se les acercaba. “Le toqué bocina porque pensé que estaba distraído pero en ese momento me encierran, paran y se bajan del auto con un arma”, puntualizó, y agregó: “Pensé que me iban a robar y cuando el conductor empieza a disparar, volanteo y me subí a un cordón”.

Marcó que no recordaba cuántos disparos habían sido porque “se nubló” y que recién volvió en sí cuando escuchó los gritos de sus compañeros que le decían que le habían dado un tiro a Lucas. De acuerdo a lo relatado, ahí redujo la velocidad y los otros dos chicos se bajaron del auto para pedir ayuda. A unas pocas cuadras, vio a dos mujeres policías y ahí descendió del vehículo para pedirles ayuda mientras llamaba a su mamá y a su papá contándoles lo que habían vivido.

Tras esto, dijo que fue hasta donde estaba Joaquin Zuñiga Gómez, que ya se encontraba sobre una reja en el momento en que llegaban muchos policías. Ante los jueces Daniel Navarro y Marcelo Bartumeu Romero y la jueza Ana Dieta de Herrero, mostró la remera negra que llevaba puesta ese día y que le "rompió la policía” mientras los increpaban a ambos.

“¿Por qué te rompieron la remera?”, le preguntó el fiscal. “Nunca entendí por qué lo hicieron. Pedí ayuda a la policía y nos insultaron, nos maltrataron y no habíamos hecho nada, simplemente habíamos escapado de un robo pero no nos dejaban explicar”, aseguró Julián.

“Nos empezaron a decir negros de mierda, villleritos y que a personas como nosotros había que darles un tiro a la cabeza”, marcó el joven, y aseguró que les pusieron unas esposas “que apretaban muchísimo”. Contó que estuvieron largo rato contra el suelo hasta que llegó el padre de Joaquín y que luego estuvieron toda la tarde dentro de un patrullero hasta que les dijeron que los iban a trasladar al Instituto Inchausti como detenidos.

Joaquín Zuñiga Gómez declaró después: comentó que a Lucas lo conocía desde los siete años y que tenían el sueño de jugar juntos en la primera división del fútbol argentino. Contó que lo conocía a Julián por su amigo y que con Niven compartieron entrenamiento en Independiente. Como sabía que vivía en Avellaneda, le ofreció ir en el auto porque todos iban para la zona sur del conurbano.

“Nos empezaron a gritar, nos decían que éramos unos villeros, nos acusaban de que habíamos matado a nuestro amigo y nos preguntaban donde estaba la falopa, donde teníamos el arma”, recordó uno de los jóvenes sobrevivientes. 

Al momento de relatar la situación de los disparos, el testigo dijo que se agachó porque escuchó los tiros y que después vio a Lucas lastimado, lo que lo llevó a bajarse y a correr para pedir ayuda. Aseguró que vio a dos mujeres policías a quienes solicitó auxilio y que unos minutos después el lugar se llenó de policías y que rápidamente lo pusieron primero contra la reja y después lo tiraron al suelo

“Nos empezaron a gritar, nos decían que éramos unos villeros, nos acusaban de que habíamos matado a nuestro amigo y nos preguntaban donde estaba la falopa, donde teníamos el arma”, recordó. “Le pedía por favor que me aflojen las esposas, que era jugador de fútbol, que se fijen en mi celular pero nos seguían diciendo cosas”, denunció, y declaró que luego apareció su papá y que ahí les sacaron las esposas y los llevaron a un patrullero. Tal como había dicho Julián, aseguró que fueron trasladados al instituto de menores y que no tuvieron novedades de Lucas hasta el día siguiente, cuando fueron liberados.

“No volví a ser el mismo ni social ni futbolísticamente. Tengo siempre la misma pesadilla, no siento ganas, tengo miedo todo el tiempo”, concluyó Joaquín al respecto de las secuelas que le dejó lo vivido.

Niven Huanca Garnica coincidió con sus compañeros al respecto de cómo había sido la mañana antes de que se cruzaran con los policías. Aseguró que vio un auto que pasó por al lado pero que no le prestó atención hasta que levantó la cabeza y vio a dos personas con un arma. “Escuché el disparo y sentí el volantazo del auto, estaba con los ojos cerrados y cuando los abrí, lo vi a Lucas con sangre en la cabeza”, puntualizó.

Marcó que salió corriendo porque pensaba “que los iban a matar a todos” y que por el shock siguió huyendo hasta que encontró una parada de colectivos y se subió a uno que lo dejaba en su casa. “La gente me miraba y me di cuenta que tenía manchas de sangre de Lucas en la ropa”, exclamó.

Tras contactar a su familia, ver lo que decían en los medios y pasar por dos comisarías (una en provincia y otra en Capital), el adolescente llegó con su madre a una seccional en Barracas, donde quedó detenido y le sacaron el celular. “Yo corrí por mi vida porque me estaban robando”, aseguró.

En la audiencia declararon también los padres y madres de los tres jóvenes. Por otra parte, Daniel Rubén Espinosa –integrante de la Comisaría Vecinal 4D de la Policía de la Ciudad- solicitó declarar en indagatoria. El hombre explicó que se acercó a la zona donde detuvieron a los adolescentes por orden de su superior y que fue uno de los policías que ayudó a sacar el cuerpo de Lucas del auto cuando vino la ambulancia.

Indicó que le ordenaron que vaya “de consigna” al Hospital Penna y que, cuando estaba allí, los médicos le dijeron que “se había caído de la cabeza de Lucas una bala”. Relató que al ingresar a la sala, se dio cuenta que era un “encamisado”, que es lo que recubre el plomo de un proyectil, y que lo guardó en su bolsillo envuelto en una servilleta porque su jefe le ordenó que debía “resguardarlo”. Ese material, según sus palabras, se lo dejó a quien vino a reemplazarlo unas horas después.

“No sé por qué estoy sentado acá ni porque estoy detenido, solo auxilié ese día a una persona que estaba herida. Un 18 de diciembre voy a tomar servicio a la comisaría y me detienen”, concluyó. El juicio continuará el 11 de abril.