El Tribunal Oral en lo Criminal Nº16 comenzó ayer con el juicio contra dos médicos acusados por la muerte de un niño, ocurrida en agosto de 2002. A Karina Melillo y a Oscar D´Onofrio, se les imputa el delito de “abandono de persona agravado por ser seguido de muerte”. En el debate, interviene el fiscal Fernando Fiszer.
Antes de las indagatorias de los acusados, quienes se negaron a declarar, el abogado Vadim Mischanchuk solicitó a los jueces Inés Cantisani, Gustavo González Ferrari y Hugo Decaría que declaren la extinción de la acción penal por prescripción. Consideró que la resolución de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional donde se procesó a los imputados en mayo de 2015 fue “nula” por excederse en sus funciones. Sostuvo, también, que en todo caso, los médicos debían ser juzgados por “homicidio culposo” y no por abandono y que el plazo para juzgarlos había caducado.
Fiszer consideró que no se puede privar a la sociedad y a la familia de saber lo que ocurrió.
El fiscal consideró que ambas cuestiones ya habían sido resueltas antes de la elevación a juicio y explicó que la descripción de los hechos puede encuadrar tanto en abandono como en homicidio culposo. Para Fiszer, no se puede privar a la sociedad y a la familia de la víctima de saber lo que ocurrió con el niño y si su muerte fue por algo que merezca reproche penal, por lo que le pidió al Tribunal que se continue con el juicio. En esa línea, los jueces establecieron que es necesario avanzar con el debate para dilucidar qué figura penal corresponde.
La causa
Valentín tenía dos años y medio cuando se quemó el 11% de su cuerpo luego de que le cayera una pava con agua caliente en su casa de Avellaneda el 15 de agosto de 2002. Primero, fue atendido en el Hospital Eva Perón de Lanús y esa noche fue trasladado a la Clínica 15 de Diciembre, por corresponder a la Obra Social De Choferes De Camiones que tenía la familia. Incluso el pediatra e imputado D´onofrio ya había atendido allí a un hermano del niño. Fue ubicado en una habitación común y el médico de guardia, luego de escuchar lo sucedido, le habría informado a la familia que lo enviarían al Instituto del Quemado para que pudiera ser evaluado por especialista. Esa noche, después de extraerle sangre y cambiado el suero, una enfermera le comunicó a los familiares que le darían unos calmantes a Valentín para que no estuviera molesto.
A la mañana siguiente, otro médico se presentó en la habitación y les dijo que dejarían al niño en ayunas ya que debían anestesiarlo, algo que finalmente no ocurrió. A las 14, fue trasladado al Instituto del Quemado y regresó a las 15:30. En ese momento, el padre solicitó que revisen el suero de su hijo, ya que les habían dicho en el Instituto que estaba mal puesto. Pese a los reiterados reclamos de los padres, recién a la noche una enfermera comprobó la situación y le sacó el suero. Mientras tanto, en la misma habitación ingresó una niña que sufría de neumonitis aguda.
A las 0:30 del 17 de agosto, Valentín comenzó con vómitos. La pediatra Melillo recién se presentó a la mañana. Para el mediodía, el nene (que había ingresado sin fiebre), tenía picos de 38 grados. La médica les dijo a los familiares que ya le habían dado medicación para eso y que eso podía deberse “al proceso de curación de las heridas”. Les refirió, además, que si volvía a vomitar, le pondrían el suero nuevamente, algo que no se hizo. Esa tarde, mientras se agravaba el cuadro de Valentín, fue trasladado a otra habitación ya que en la primera hacía mucho calor y afectaba al pequeño.
A las 06:30 del 18 de agosto, la madre del niño recibió un llamado para que concurriera de inmediato a la clínica ya que Valentín había vomitado mucho y la médica no había concurrido. Ante el reclamo de la enfermera, la pediatra habría dicho que la reacción del niño era porque “extrañaba a la madre”. Pasadas las 8, los vómitos continuaban y la fiebre seguía muy elevada. Recién en ese momento, se presentó otra médica, que estaba de turno esa mañana y le preguntó si Valentín había ingresado así. Los familiares le contestaron que no, por lo que dispuso que se le coloque suero por las piernas y les informó que el nene habría contraído una infección intestinal en la propia clínica.
Al agravarse aún más el estado del niño, Ayala solicitó la presencia de D´onofrio y el traslado del paciente a otro establecimiento, ya que ahí no había sala de terapia intensiva para pediatría. Cuando el imputado se presentó en la habitación, Valentín ya había fallecido. Según el requerimiento de elevación a juicio realizado por el fiscal Andrés Madrea, al nene “no se le habría proporcionado la atención debida, en especial, una sala de aislamiento para tener un mínimo contacto con situaciones que pudieran provocar la infección de sus heridas”. Y agregó: “tampoco se le habría suministrado antibióticos hasta el 18 de agosto, ni proporcionado un cuidado regular en especial ante los vómitos y fiebre, ni atendido los reclamos de atención por parte de los familiares”.
Intervención de la Cámara Federal de Casación Penal
La jueza de instrucción Alicia Iermini decretó en varias oportunidades el sobreseimiento de los médicos de la Clínica, decisión que era convalidada por la sala VI de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional. A través de un recurso del fiscal de Cámara Joaquín Gasset, la causa llegó a la Cámara Federal de Casación, que en diciembre de 2014 hizo lugar a lo solicitado por el representante del Ministerio Público.
La causa tuvo innumerables dilaciones a lo largo de los años.
En el fallo, el juez Eduardo Riggi consideró que hay testimonios y documentación en la causa que muestran que Valentín no fue atendido durante las horas de la noche de los días 16 y 17 de agosto. En esa misma línea, el juez Juan Carlos Gemignani sostuvo: “resulta lógico que si un paciente de alto riesgo tiene una evolución negativa y su salud denota signos de una desmejoría alarmante como sucedió con el niño, que fueron advertidos inmediatamente por el círculo familiar que se encontraba a su cuidado, y transmitido a quienes se encontraba a cargo de la Clínica, se proceda conforme amerita la situación y se realicen todas las medidas tendientes a revertir el cuadro clínico que terminó con la vida del menor. Pero, nada de esto sucedió en el caso”.
La resolución de Casación ordenó que otra sala de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional sea la que dicte los procesamientos de los imputados. En marzo de 2015, la sala IV estableció que los “pormenorizados testimonios de los familiares de la víctima dando cuenta de su deficiente atención médica, encuentran correlato con el resultado de la última experticia practicada por los especialistas del Cuerpo Médico Forense”.
Los jueces de la Cámara del Crimen sostuvieron: “aún cuando ambos imputados aleguen que actuaron de manera correcta y de acuerdo a la buena práctica médica, sus descargos se contraponen abiertamente con las pruebas reseñadas, que, conforme lo señalara la Cámara Federal de Casación Penal, corroboran la existencia de una manifiesta desatención y consecuente abandono del infante afectado. Tal desaprensión, además, queda en evidencia ante los contundentes dichos de Ayala, quien brindó un minucioso relato sobre el estado de salud del enfermo y la grave descompensación clínica que presentaba en horas de la mañana del 18 de agosto, cuando se hiciera presente en la clínica”.