El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº17 comenzó ayer el debate oral contra un prestamista de nacionalidad paraguaya y de 46 años, acusado de haber cometido el femicidio íntimo de su pareja, en febrero de 2023 en el barrio Zavaleta. Además, le imputan la portación ilegal del arma de guerra con la que presuntamente asesinó a la mujer. En el juicio, intervienen la fiscal María Luz Castany y la auxiliar fiscal Daniela Portas.
Durante esta primera audiencia, se escucharon ocho testimonios, que dieron cuenta de cómo era el vínculo entre el acusado, Esteban Rojas Almada, y la víctima, Ferni Cristina Ayala Palacios. Con el objetivo de resguardar la integridad de los testigos, intervino la Superintendencia de Violencia Familiar y de Género de la Policía de la Ciudad. Por otra parte y ante el pedido realizado por el Ministerio Público Fiscal, el juez Pablo Vega dispuso que se cite a otras tres personas a declarar. El debate continuará el próximo 30 de octubre.
El caso
De acuerdo con la acusación, el 19 de febrero de 2023, entre las 7.44 y las 9.15, Rojas Almada disparó contra Ayala Palacios con una pistola 9 milímetros a una distancia de entre 5 y 15 centímetros. Previo a ello, la mujer habría intentado repeler una agresión física por parte del hombre, producto de lo cual tenía lesiones en manos, muñecas, antebrazos, brazos, cabeza, cuello y piernas.
Esa madrugada, la pareja había ido a un boliche en Constitución a ver una banda de música junto con familiares y amigos. Pasadas las 4, se dirigieron a una discoteca ubicada a menos de dos cuadras de distancia. Allí, cerca de las 6 de la mañana, el acusado tuvo una discusión con uno de los amigos de su pareja.
Tras esto, Rojas Almada y Ayala Palacios se retiraron en el Volkswagen Vento del hombre hacia el domicilio en el que convivían, en la manzana 18 del Barrio Zavaleta (Villa 21-24). Una cámara de seguridad registró cuando la mujer ingresó al departamento, alrededor de las 7.41 del 19 de febrero y minutos después lo hizo Rojas Almada. Allí, se produjo la agresión física contra la joven de 28 años y los dos disparos que recibió.
El cuerpo de la mujer fue hallado al día siguiente por una de sus hermanas, cuando concurrió a la vivienda dado que no le respondía los mensajes. Rojas Ayala -tal como quedó registrado en una cámara de seguridad- abandonó la vivienda y se mantuvo prófugo hasta que Interpol lo encontró, tras permanecer cinco meses prófugo, en julio de 2023 en la República del Paraguay. Agotada la instrucción, en marzo pasado, el titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°44, Pablo Recchini, requirió la elevación a juicio para Rojas Almada.
La audiencia
Ante los jueces Vega, Julio López Casariego y Juan Giudice Bravo, Rojas Almada se negó a declarar y su defensa solicitó un traductor guaraní para brindar su indagatoria en la próxima audiencia.
Tras esto, declaró en primer lugar el amigo de Ferni que estuvo en el bar la madrugada previa a su asesinato. Contó que la conocía hacía más de siete años pero que en los últimos meses se había alejado del grupo, por lo que se alegró cuando ella lo invitó a bailar. “Me asusté esa noche porque la vi muy mal, muy demacrada, flaca y pálida”, detalló.
A preguntas de la fiscal Castany, recordó que ella le hizo referencia a que su pareja era “muy celoso” y luego relató el entredicho que tuvo con el acusado. “Le dije que mi amiga ya había sufrido mucho y que la cuide y él interpretó que estaba hablando de un ex así que me dijo que no diga más nada porque me iba a pegar si no paraba”, puntualizó.
Luego, declaró la madre de la víctima, quien también mencionó la forma en que la personalidad de su hija había cambiado desde que había comenzado a convivir con Rojas Almada y que incluso se había alejado de su familia. “Me quiero ir a España, Esteban es muy celoso, anda detrás mío todo el tiempo, no tengo privacidad para nada”, habría dicho la víctima según contó su madre.
También se presentó ante el tribunal otra de las amigas que estuvo aquella noche en los boliches de Constitución con Ferni. Ante las preguntas realizadas por la fiscalía, no solo contó cómo fue aquella noche sino cómo había cambiado la joven desde que salía con el acusado. Relató una serie de episodios que culminaban con el hombre presentándose “de casualidad” y de sorpresa en todos los lugares donde Ferni estaba. “Voy a ir aunque me tenga que separar”, le habría dicho la víctima a su amiga al respecto de la noche en la que fueron a bailar.
Las tres hermanas de la víctima también declararon. Dos de ellas salieron con ella horas antes del femicidio. En línea con lo declarado por su madre y sus amigos, ambas explicaron cómo Ferni era “controlada” por su pareja y que eso incluso la había apartado de su hijo. Marcaron que la madrugada del 19 de febrero la víctima estaba “acorralada” y que no la vieron divertirse.
“Ferni era muy extrovertida antes, trataba de que todos estuvieran todo el tiempo contentos y ahora solo trataba de que él no se enojara”, aseguró una de las hermanas en un tramo de la declaración. Ambas dijeron que la joven mencionó en varias ocasiones que Rojas Almada le revisaba el celular y que era “un enfermo” de los celos.
“Ella tenía que reportarse con él todo el tiempo: Ferni le mandaba fotos de todo lo que hacía”, recordaron. Con respecto a cómo se enteraron de la muerte de su hermana, explicaron que, para el mediodía, su sobrino les comentó que no podía comunicarse con su mamá.
A partir de ahí, comenzaron a llamarla y a mandarle mensajes, que nunca les respondió. Una de las hermanas llamó al acusado pero los dos teléfonos que tenía estaban apagados. Cerca de la noche, fueron hasta la comisaría para radicar una denuncia porque “sospechaban que algo podía haber sucedido”.
Pasada la medianoche y sin tener novedades, dos de las hermanas, la cuñada de todas y un amigo de la familia (que también declararon) se dirigieron hasta la manzana 18 del Barrio Zavaleta y rompieron la puerta de la casa de Ferni y Almada Rojas. “No llegué a entrar a la habitación que la vi tirada, tenía como tres puntitos en el pecho”, dijo una de las mujeres.
Tras los testimonios, la fiscal solicitó que se convoque a tres testigos nuevos de acuerdo a lo que surgió en la audiencia y que se oficie a un centro de estética donde supuestamente la víctima habría realizado un procedimiento para borrarse uno de sus tatuajes, específicamente el que tenía con el nombre de una expareja. De acuerdo a lo que declararon sus familiares, esa decisión obedecería a que el acusado estaba celoso.
Si bien la defensa se opuso, el juez Vega consideró que lo solicitado por el MPF se encontraba dentro de lo estipulado por el artículo 388 del Código Procesal Penal. Allí se estipula que si en el curso del debate se tuviera conocimiento de nuevos medios de prueba “manifiestamente útiles, o se hicieren indispensables otros ya conocidos”, el tribunal podrá ordenar, aún de oficio, la recepción de ellos.
Además, el magistrado sostuvo que la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en su artículo 14 inciso “i” establece un criterio de amplitud probatoria.
“Incluso si hubiera alguna duda, esta norma sostiene que esa duda debe ser zanjada a favor de la amplitud probatoria, más teniendo en cuenta que los delitos de género no son cometidos en presencia de testigos, por lo que desentrañar estas situaciones requiere una amplitud en los medios de prueba”, explicó el juez Vega.