El Tribunal Oral en lo Criminal Nº23, integrado por Héctor Magariños, Pablo Jantus y Javier Anzoategui, comenzó ayer con el debate por el homicidio de John Camafreitas, de 18 años. El único acusado es el ayudante de la Policía Federal Martín Naredo, quien está imputado por "homicidio agravado por haber sido cometido en ejercicio de su función como personal policial". El Ministerio Público Fiscal está representado por Ariel Yapur y estaba presente, además, el titular de la Procuraduría contra la Violencia Institucional, Abel Córdoba. La madre de la victima es querellante en la causa (representada por la abogada María del Carmen Verdú, titular de la organización Correpi) y fue la primera testigo.
Luego de la lectura de los requerimientos de elevación a juicio, Delia Castro le relató a los jueces cómo se entero del estado de Camafreitas y cómo fue el trato en la comisaría donde trabajaba el acusado. "Cuando llegué desde Moreno, los médicos me explicaron el estado desesperante en el que estaba mi hijo y yo quise saber donde estaban sus cosas" relató.
En ese momento se dirigió hacia la comisaría: "los policías estaban muy nerviosos". Allí, estaba, demorado, el amigo de la víctima aunque nunca le explicaron porqué y tampoco le dieron las pertenencias que había ido a buscar. En una segunda visita a la seccional, habló con el subcomisario responsable: "Sólo me hablaba de Naredo, de lo terrible que había hecho pero que era su mejor hombre", recordó.
Al terminar el relato de Castro, el fiscal solicitó al Tribunal que cite a declarar como testigo al amigo de Camafleitas, algo que no había sido requerido nunca en el proceso. Luego de un cuarto intermedio, los jueces le dieron la razón y lo citaron para el próximo jueves. Del traslado del joven (de tán sólo 17 años) se encargará la Procuvin.
"Es una falta de respeto que conteste cualquier cosa"
El presidente del Tribunal criticó en duros términos al policía que estaba aquél día en la patrulla con Naredo. Juan Moreyra relató a lo largo de una hora lo sucedido, con varias contradicciones e incoherencias en su relato. Primero explicó que él se encargó de detener al joven que estaba con Camafreitas y que no escuchó ningún disparo, a pesar de estar a 20 metros aproximadamente.
"Naredo se me acercó para pedirme que solicite una ambulancia al SAME, que se le había escapado un tiro", recordó. Explicó que moduló al comando radioeléctrico y luego se quedó quieto y no se acercó a la víctima: "No sabía como actuar, no era hace mucho policía de calle". Para Moreyra la situación "no ameritaba" extraer el arma y no se sentía en peligro.También, hizo referencia al sumario administrativo que le iniciaron luego del hecho: "Consideraron que fui imprudente en la toma de decisiones, por haber perseguido a un menor".
Luego, le realizaron preguntas sobre las armas reglamentarias y el uso del seguro. En ese punto, el testigo se contradijo. Según sus explicaciones, era "lo mismo" llevar el arma con o sin seguro y afirmó que de cualquiera de las dos maneras "podía dispararse si se caía". Reiteró, en más de una ocasión y a pesar de las preguntas de los jueces, que no oyó ninguna detonación aunque está probada su presencia a escasos metros del incidente.
Los vecinos
Angelo Mercante y Alfonsina Alberti salieron aquella noche a dar una vuelta con su bebé. Hacía mucho calor por lo que se dirigieron hacia Plaza Boedo. Al bordear la manzana, vieron que había "palos y piedras tirados" por lo que fueron hacia la Avenida Independencia. Mercante relató (luego de varias confusiones por la calle en la que se encontraba) que desde ahí observaron la detención de dos chicos y como uno de ellos "forcejeó" con el uniformado.
"El agente lo puso contra una cortina y un instante después escuché el disparo", describió. Aunque primero dijo haber visto a Naredo corriendo con el arma en la mano, luego se retractó. "La situación no daba para pegarle un tiro a alguien", concluyó. Su pareja coincidió, aunque no recuerda otra detención. "Pensé que le iba a dar un culatazo para frenarlo", explicó sobre la situación Alberti pero aclaró que no tenía una visión muy clara de lo que sucedía.
La causa
El hecho sucedió el 21 de enero de 2012 a la madrugada, cuando un patrullero (donde estaban Naredo y el agente Juan Moreyra, ambos de la comisaría 8ª) se dirigió hacia Plaza Boedo, alertados por unos supuestos disturbios. John Camafreitas estaba junto a un amigo, menor de edad, en Sánchez de Loria e Independencia. Al verlos, los agentes bajaron del auto e intentaron detenerlos por lo que los jóvenes corrieron hacia la Avenida.
Naredo corrió a Camafreitas, mientras que Moreyra detuvo rápidamente al otro joven. Según el requerimiento de instrucción, firmado por la fiscal Betina Vota, el imputado habría llevado el arma en su mano cuando redujo a la víctima, "la habría preparado para el disparo y se la colocó sobre la cabeza". En su indagatoria durante la instrucción, Naredo dijo que "en algún momento" sacó el arma mientras intentaba reducir a Camafreitas pero que se le cayó al suelo. "Hubo un forcejeo por agarrar la pistola, después siento un chasquido y ahí se quedó todo", expresó el imputado.
Las pericias para determinar si el arma funcionaba correctamente fueron encargadas a Gendarmería Nacional. Según el análisis que realizó la fiscal, resulta "improbable" que los hechos se hayan desarrollado como relató Naredo. La pistola presentaba dificultades por la presencia de óxido, lo que requería utilizar una mayor fuerza a la habitual para accionarla. "No es factible que la misma se haya caído al suelo y sola se haya 'montado', es decir, que haya quedado una bala en la recámara", explicó.
También, se realizaron pericias para constatar la posición en la que se encontraba la víctima al momento del disparo y si coincidían con el relato del policía. Según los informes, Naredo estaba de pie mientras que la víctima se encontraba semiagachada y que el disparo fue realizado a muy corta distancia. Para la fiscal, el relato de los hechos realizado por el imputado "carece de sustento probatorio y fáctico" ya que el arma "nunca pudo haberse montado" por una caída al suelo.
La representante del Ministerio Público concluyó que Naredo, cuando alcanzó a la víctima, tenía el arma en su mano y que la apoyó (o por lo menos la acercó bastante) a la cabeza de Camafreitas y que desde ahí le disparó. El joven se desplomó en la calle y llegó al Ramos Mejía en estado de coma. Falleció cuatro días después, el 25 de enero de 2012.