11 de noviembre de 2024
11 de noviembre de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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El debate continúa el próximo miércoles con cuatro nuevos testimonios
19 y 20 de diciembre: "Tardaron en decirme que era una bala de plomo"
Paula Simonetti, una de las testigos que se presentaron a declarar ante el tribunal, fue herida en 9 de Julio y Perón. Claudio Pandolfi y Federico Quevedo relataron lo ocurrido a una cuadra de distancia, donde mataron a Alberto Márquez e hirieron gravemente a Martín Galli y a Simonetti.

El Tribunal Oral Federal Nº6 , integrado por José Martínez Sobrino, Rodrigo Giménez Uriburu y Javier Anzoátegui, continuó hoy con las declaraciones testimoniales sobre los hechos que sucedieron el 19 y 20 de diciembre en los alrededores de Plaza de Mayo, el Obelisco y el Congreso. Los tres testigos de esta audiencia fueron solicitados por la Fiscalía, a cargo de Mauricio Viera, y relataron exclusivamente lo sucedido en la esquina de Avenida 9 de Julio y Sarmiento, la tarde del 20.

Dos de las siete causas que componen este juicio están relacionadas con los hechos que derivaron en la muerte de Alberto Márquez  y la "tentativa de homicidio" contra Martín Galli y Paula Simonetti. Según se estableció en la instrucción, los tripulantes de dos autos y una camioneta, que se dirigían por la 9 de Julio en dirección hacia Obelisco, dispararon balas de plomo contra los manifestantes. A bordo de los vehículos se encontraban Orlando Oliverio (por entonces comisario inspector), Carlos José López (ex subcomisario), Eugenio Figueroa (ex principal), Roberto Juárez (ex sargento primero), Gonzalo Firpo Castro (ex agente), Norberto Sabbino (ex inspector), Sebastián Saporiti (por entonces auxiliar), Horacio Berardi (ex auxiliar) y Mario Seia (ex principal).

"El estallido social estaba latente"

Claudio Pandolfi, actualmente secretario de la Procuraduría contra la Violencia Institucional, fue el primer testigo de la jornada y declaró por casi cuatro horas ante los jueces. El 20 de diciembre, junto con otros abogados de la CORREPI, se dirigió a Plaza de Mayo desde Lanús. Por la radio, se enteraron que la jueza María Servini de Cubría estaba aquel lugar: "nosotros íbamos para proteger a la gente, recorrer comisarias, presentar habeas corpus si era necesario".

Con una parte del grupo llegaron en subte hasta la Plaza, donde estuvieron muy poco tiempo. "La gente no podía correr, estaba ahogada por los gases", recordó. Desde allí, corrió por Diagonal Norte y quedó solo aunque siguió comunicándose por celular. "La Policía no avanzaba, era clara la intención de sacar a la gente de la Plaza", describió.

Llegó al Obelisco, donde había algunos manifestantes y luego llegaron algunas columnas de partidos políticos. Entonces, realizó un debate entre las cúpulas de las organizaciones para decidir si avanzaban o no hacia Plaza de Mayo. Después de un tiempo, Pandolfi comenzó a caminar en búsqueda de un kiosko donde comprar algo para tomar, pero sólo encontró una latita vacía que llenó con agua de la canilla de un edificio.

Sentado en el cordón de 9 de Julio y Sarmiento, observó la llegada de una camioneta y varios autos. Según su relato, fijó la vista en la camioneta, de donde bajó una persona con un arma larga, la cargó y disparó. "Al ver eso, corrí, salté la pared de un estacionamiento subterráneo y me refugié ahí", recodó Pandolfi. Cuando dejaron de oírse disparos, se asomó y vio un auto rojo que se iba a toda velocidad por la calle Sarmiento, en contramano.

Según rememoró, se acercó a la calle y vio a dos personas heridas, a las que luego identificaría como Alberto Márquez y Martín Galli. Un grupo de personas los rodeaban, así que él simplemente ayudó a terminar de ingresar a Márquez en el auto que lo llevó al hospital. En aquél momento, un patrullero se acercó y hubo nuevamente disparos, que dispersaron a los manifestantes.

Luego de observar como cargaron a Galli en un taxi, se dirigió a las oficinas la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, donde se reunió con otros abogados. Allí, fue que se decidió que no participaría como representante de las víctimas, ya que su testimonio podría ser utilizado en el juicio. En las preguntas que realizó una de las defensas, se intentó poner en duda su presencia y hasta se sugirió que podía estar influenciado por otros testigos: "no hablé con nadie que haya declarado, lo leo por las noticias y por la página Fiscales, de la Procuración General", explicó.

"Tardaron en decirme que era una bala de plomo"

Paula Simonetti vive en Italia, es fotógrafa para el diario La República y llegó a la Argentina este mes para declarar en el juicio. Una bala que entró en su espalda quedó alojada a centímetros de su vena aorta. El 20 de diciembre, estudiaba para un examen en su casa de Haedo. Con su novio Federico Quevedo, quedaron en encontrarse en la librería "Ghandi", en Corrientes al 1500 ya que querían manifestarse: "estaba indignada con lo que sucedía".

Cuando se bajó del tren en Once, "ya se sentía el olor a gases lacrimógenos". Junto con Quevedo caminaron Corrientes, donde no había represión, hasta 9 de Julio donde relató que allí la Policía tiraba gases. "No queríamos involucrarnos en una situación de peligro" dijo así que se dirigieron hacia Constitución por Cerrito hasta el boulevard de 9 de Julio y Perón.

Desde ese lugar sintió una "frenada" y vio entre dos y tres autos en la mano de enfrente de la avenida, desde donde bajaron personas vestidas de civil. Uno de ellos, con un arma larga, realizó un tiro al aire y luego hizo un gesto en semicírculo con el pertrecho, una "barrida de disparos". "Me di vuelta para huir y ahí sentí un dolor muy fuerte, como un pelotazo en la espalda", describió Simonetti. Se refugiaron en un puesto de diarios mientras la balacera seguía.

"No podía respirar, ni pararme pero Federico me decía que tenía que caminar", recordó. Luego relató que la auxiliaron en un edificio que está frente al Club Ginmasia y Esgrima de Buenos Aires, desde donde llamaron a una ambulancia que la llevó hasta el Sanatorio Otamendi. "Me hicieron una placa y yo no entendía que era; tardaron en decirme que era una bala de plomo", rememoró Simonetti frente al Tribunal. El proyectil pasó a través de sus vértebras y le fracturó dos costillas.

En la mochila que llevaba ese día, quedaron los rastros de la balacera: unos pañuelos rotos y su walkman rozado por una bala. En el fondo, Quevedo encontró otro proyectil de plomo, "parecido a la que tengo alojado". Todo esto consta en la causa, junto con parte de la ropa ensangrentada de aquel día.

El último en declarar fue Federico Quevedo. El novio de Simonetti había estado desde temprano en el centro; primero realizó una entrevista (estudiaba periodismo) y luego tomo fotografías de lo sucedido en Plaza de Mayo después del mediodía. "Limpien la plaza", escuchó que decía un hombre con un handy. Inmediatamente, se desató la represión contra los manifestantes, que se encontraban cerca de las vallas. "La policía y los caballos avanzaban sobre la gente", dijo.

Después de varias comunicaciones con Simonetti, y tal como relató ella antes, se encontraron sobre la avenida Corrientes. Acerca del episodio donde fue herida su novia, recordó que observó tres vehículos que se acercaron por Avenida 9 de Julio y cruzaron la calle Perón.

Tal como lo especificó Simonetti, se encontraban sobre en el medio del boulevard cuando vio que bajaba de uno de los vehiculos una persona con una escopeta y apuntaba. "Me dí vuelta y corrí con Paula". Luego, cuando notó que estaba herida, la llevó hasta un edificio, donde tocó todos los timbres para que los ayudaran. Cuando ya estaban en el Sanatorio Otamendi, se acercó un policía, que le preguntó que había pasado: "fueron ustedes", les contestó.

Quevedo aportó uno de los rollos de fotos sacadas el 20 de diciembre (el otro se lo robaron ese mismo día). Después tanto la Fiscalía como la querella le exhibieron videos, donde reconoció los vehículos en los que iban las personas que dispararon, en coincidencia con el relato.