29 de marzo de 2024
29 de marzo de 2024 | Las Noticias del Ministerio Público Fiscal
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Interviene el fiscal Oscar Ciruzzi
Continúa el juicio a una oficial de la Policía de la Ciudad por el crimen de un matrimonio en Parque Avellaneda
“Evidentemente las personas autoras del homicidio tenían conocimiento del lugar, sabían los movimientos de la familia y que tenían algún dinero ahorrado”, marcó el jefe de la División Homicidios de la Policía Federal Argentina. Declararon además otros ocho testigos.

El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº7 realizó hoy la segunda audiencia en el juicio a la oficial de la Policía de la Ciudad acusada por el homicidio de un matrimonio en el barrio de Parque Avellaneda, cometido en junio de 2019. En el debate, donde también está imputado el novio de la oficial, declararon nueve testigos: la mayoría fueron compañeros de trabajo de los acusados.

La oficial Sonia Rebeca Soloaga está acusada de haber cometido el crimen aprovechándose de la relación que había forjado con las víctimas. María Delia Speranza (63) y Alberto Antonio Chirico (71) solían habilitar el ingreso de la acusada al baño e incluso le daban algunas comidas, ya que ella trabajaba en la comisaría vecinal 9C y hacía rondas en la zona. De acuerdo al requerimiento de elevación a juicio realizado por la responsable de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°1 Estela Andrades, el 11 de junio de 2019 entre las 12 y las 14.30 Soloaga entró a la casa ubicada en Eugenio Garzón al 3500 con el objetivo de robarle a la pareja entre 70 y 80 mil dólares que tenían guardados en distintos lugares de la casa. Según se comprobó luego, Soloaga estaba en proceso de pagarle un viaje a Disney a su hija por su cumpleaños de 15. Diego Alberto Pachilla, pareja de Soloaga, está acusado de ayudarla a eludir la investigación.

Soloaga está acusada por los delitos de “robo agravado por su comisión con arma de fuego, en concurso real con el delito de homicidio doblemente calificado por haber sido cometido con alevosía, y para consumar el otro delito y lograr la impunidad, que se agrava a su vez por haber sido cometido con un arma de fuego, en concurso real con falsa denuncia”. La policía de 36 años está detenida desde julio de 2019 en un complejo penitenciario federal. A Pachilla se le endilgó el delito de “encubrimiento doblemente agravado por tratarse el hecho precedente de un delito especialmente grave y por ser funcionario público”.

“La denuncia del arma para mi fue un ardid”

Uno de los testimonios que escucharon hoy los jueces Alejandro Noceti Achaval, Gabriel Vega y Gustavo Rofrano fue el del jefe de la División Homicidios de la Policía Federal Argentina. El efectivo policial intervino en la investigación a pedido de la fiscal de instrucción y explicó por qué relacionaron los dos hechos ocurridos ese 11 de junio: el doble homicidio y la denuncia que Soloaga hizo sobre el robo de su arma reglamentaria. 

Cabe recordar que la fiscalía consideró que esa presentación tuvo como propósito cubrir su accionar y poder deshacerse de la pistola utilizada en el crimen. En la denuncia, Soloaga había manifestado que fue interceptada en las calles Recuero y Culpina por dos autos y que un hombre y una mujer le robaron su pistola y 300 mil pesos. “Hice una denuncia que fue falsa, me hago cargo de eso”, sostuvo en su indagatoria la semana pasada, aunque negó ser responsable de los homicidios.

El jefe de la División Homicidios resaltó el hallazgo de un almohadón que presentaba orificios de arma de fuego: “En mi experiencia, fue utilizado para silenciar el disparo del arma y para no ver el resultado final del hecho que se estaba cometiendo”.

A preguntas del fiscal Oscar Ciruzzi, el jefe de la División Homicidios explicó hoy en el juicio que luego de realizar el trabajo científico comenzaron con el “trabajo de campo”: identificar las cámaras, conseguir videos y hablar con los familiares. Recordó que cuando se enteraron del hecho denunciado por Soloaga (donde según ella habría accionado dos veces su arma), comenzaron a recabar información al respecto de lo que denunció. 

“Ese arma reglamentaria era concordante con el calibre del arma que había sido utilizada para matar a las dos víctimas”, clarificó. “La denuncia del arma para mi fue un ardid”, determinó. A raíz de una serie de sospechas, se solicitaron intervenciones telefónicas, allanamientos y se requirió material también a la Policía de la Ciudad. “Evidentemente las personas autoras del homicidio tenían conocimiento del lugar, sabían los movimientos de la familia y que tenían algún dinero ahorrado”, consideró el testigo. Incluso resaltó el hallazgo de un almohadón que presentaba orificios de arma de fuego: “En mi experiencia, fue utilizado para silenciar el disparo del arma y para no ver el resultado final del hecho que se estaba cometiendo”.

Rememoró también el testimonio que la hija de las víctimas le brindó (y que reiteró en su declaración en el juicio), donde la madre le hacía referencia a una oficial mujer que pasaba al baño y con quien su padre tenía una relación de confianza. Otra circunstancia que le llamó la atención fue que uno de los autos que Soloaga denunció que la había perseguido era el mismo modelo que tenían las víctimas estacionado en la puerta de su casa. 

Respecto del supuesto robo y persecución denunciado por Soloaga declaró luego una de las oficiales de policía que aquella tarde fue llamada al lugar. Contó que se dirigió como custodia hasta el Hospital Piñeiro con la imputada para que la atendieran y que Pachilla iba en un móvil detrás suyo. Recordó que mientras estaban en la guardia, la pareja se comportaba de forma extraña y que Soloaga no quería que ella se acercara a su mochila. Marcó que desde el hospital fueron hasta una clínica privada porque tardaban en atenderla.

Contó luego que en un momento alzó la mochila y la sintió medio pesada y que un rato después escuchó a la acusada hablar con alguien por teléfono y referirle que no había dicho nada de la pistola para que no la peritaran. “Eso me hizo pensar que podía tener el arma en la mochila”, aclaró la testigo y manifestó que se lo comunicó a sus compañeros de comisaría. 

Este aviso fue ratificado por otro de los testigos que se presentó en la audiencia, un policía que declaró haberse acercado a la clínica para preguntarle a Soloaga por el tema. El inspector contó ante las preguntas del fiscal que le había llamado la atención que no se encontraran vainas en el lugar donde Soloaga supuestamente había disparado y que no se registraran llamadas al 911 por parte de los vecinos de la zona.

Esta jornada declararon además una oficial que concurrió ante el llamado de la policía que se encontró la puerta de la casa abierta y un compañero de comisaría de Soloaga, así como una amiga suya que trabajaba en otra dependencia policial. Para la próxima audiencia, que también se llevará adelante de forma virtual, están previstos siete testigos.