“Con mis compañeras decíamos: ‘algún día se va a caer esto’”, declaró en la audiencia de hoy una ex empleada de Beara cuando le preguntaron sobre el entrepiso que se derrumbó dentro del boliche la madrugada del 10 de septiembre de 2010. El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº7 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires escuchó, además, a otros cuatro testigos que también trabajaron en el lugar. Tres de ellos, al ser preguntados por el fiscal Oscar Ciruzzi, mencionaron que el entrepiso “vibraba” o se movía.
La madrugada del 10 de septiembre de 2010 dentro del local bailable Beara -ubicado en la Avenida Scalabrini Ortiz 1638- los ex integrantes del grupo “Ráfaga” llevaban adelante un recital. Cerca de las 3.50, el entrepiso del local colapsó y se derrumbó sobre la planta baja, lo que ocasionó las muertes de Ariana Beatriz Lizarriaga (21) y Paula Leticia Provedo (20) y las lesiones de los y las jóvenes que se encontraban esa noche. Entre los 17 implicados en el juicio están los responsables del boliche y del local de al lado, ex funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que debían controlar el estado del lugar y policías que están acusados de cobrar coimas. La investigación del caso fue llevada adelante por el fiscal Andrés Madrea.
Los jueces Alejandro Noceti Achaval, Gabriel Vega y Gustavo Alterini escucharon primero a una mujer que trabajaba en el guardarropas del lugar y que estuvo presente la noche del derrumbe. “El fin de semana anterior fue mucha más gente todavía y se movía mucho más el piso, me pareció raro que ese día no se cayera”, marcó ante las preguntas del fiscal Ciruzzi.
Luego, declaró el hermano de la mujer, que trabajaba en la barra de bebidas que estaba en el entrepiso. Recordó primero que había personas que eran invitadas por lista pero que también ingresaba gente que pagaba la entrada en el lugar. Cuando la fiscalía le preguntó por el estado del entrepiso, recordó que una vez le comentó a Agustín Dobrila -uno de los socios del lugar e imputado en la causa- que se “filtraba” la luz que venía del piso de abajo, como si el entrepiso no estuviera del todo fijado a la pared.
“El fin de semana anterior fue mucha más gente todavía y se movía mucho más el piso, me pareció raro que ese día no se cayera”, declaró una mujer que trabajaba en el guardarropas del boliche.
“Cuando había mucha gente en los recitales vibraba todo, me daba miedo porque temblaba todo”, sostuvo y marcó que aquella noche, al agacharse para buscar algo en la heladera de la barra, se produjó un apagón, se escuchó un ruido y posteriormente muchos gritos. Si bien todo el local estaba a oscuras, con ayuda de celulares de las personas que estaban ahí pudo dilucidar que se había desplomado parte del entrepiso. Otro de los hombres que trabajaba como bartender sostuvo que percibió vibraciones “habituales” pero que no le daba la impresión de que algo “se fuera a caer”.
Tras un cuarto intermedio, declaró ante los magistrados una ex empleada, que trabajaba de camarera y también cumplía funciones en la caja. “Se movía el entrepiso cuando se bailaba. Incluso con el caminar de nosotras -las empleadas- también vibraba pero lo menos que pensé es que se iba a caer el piso”, consideró. La mujer estuvo aquella noche y resaltó que algunas de sus compañeras le habían mencionado que había como “huecos” o “hundimientos” en el entrepiso.
La última en declarar fue otra ex empleada que se retiró antes de que ocurriera el derrumbe. Ante las preguntas del fiscal, dijo que conocía gente que había pagado entrada para ingresar a Beara pero que primero ingresaban las personas que estaban dentro de una lista.
Al respecto del estado del entrepiso, recordó las charlas que tenía con otras empleadas. “Con mis compañeras decíamos: ‘algún día se va a caer esto’”, rememoró y describió que el piso tenía un movimiento, una vibración. También recordó que se “sentía” un hundimiento en una zona cercana a las escaleras y que sus compañeras de trabajo le habían mencionado hundimientos en la zona cercana a la pared. La joven se fue unos minutos antes del hecho y marcó que su madre la despertó cerca de las seis de la mañana cuando se enteró de un accidente ocurrido en Beara. “Se cayó el entrepiso, sabía que iba a pasar”, recordó que le dijo a su madre ese día.
Al concluir la audiencia, el presidente del Tribunal sostuvo que iba a reiterar el llamado a otro testigo que no quiso asistir a la audiencia del lunes. Sobre ese hombre, el fiscal Ciruzzi pidió que se lo lleve a declarar con la fuerza pública. El juicio se reiniciará el próximo 2 de marzo.
Una ex empleada recordó que una vez le comentó a uno de los socios de la firma -imputado en la causa- que se “filtraba” la luz que venía del piso de abajo, como si el entrepiso no estuviera del todo fijado a la pared.
Los imputados
Juan Carlos María Yun, Agustin Dobrila e Iván Andrés Fliess eran socios en la empresa “El Viejo Sabio S.A.”, que explotaba comercialmente el boliche Beara y también el local “Caramel”, ubicado al lado. Los tres llegaron a juicio acusados por los delitos de “homicidio culposo agravado por el número de víctimas en concurso ideal con lesiones culposas y leves y cohecho activo en concurso real”. Esa última imputación incluye el presunto pago de coimas de su parte para lograr la habilitación de Beara.
En esa línea, Leandro Camani y Matías Pantarotto, ambos gestores de “El Viejo Sabio” y que se ocuparon del trámite de habilitación y de los presuntos pagos, están acusados por los mismos delitos que los socios. Dentro de la lista de acusados está el maestro mayor de obras Gustavo Amaru, quien dio el aval para la habilitación y que está imputado por los homicidios y las lesiones así como por el delito de “falsedad ideológica de documento público”. Por su parte, el co-organizador del recital de aquella noche, Maximiliano Fratino, está considerado entre los responsables por las muertes y heridos.
Por otra parte, el ex responsable de la Dirección General de Habilitaciones y Permisos del Gobierno de la Ciudad, Martín Diego Farrell, llega al debate acusado de los delitos de homicidio culposo agravado por el número de víctimas en concurso ideal con lesiones culposas y leves y cohecho pasivo en concurso real. De acuerdo a la acusación, fue el funcionario que intervino directamente en la habilitación de Beara y Caramel.
Con respecto al ex director de Habilitaciones Especiales Pablo Damián Saikauskas, se lo llevó a juicio por los mismos delitos que a Farrell aunque únicamente alcanzan al local Beara. Misma situación enfrentan el exjefe del Departamento de Esparcimiento, Norberto Cassano; el arquitecto responsable de Verificaciones y Habilitaciones, Isaac Rasdolsky; y el inspector del Área de Esparcimiento, Carlos Gabriel Mustapich. La exdirectora de Fiscalización y Control del Gobierno de la Ciudad, Vanesa Ileana Berkowski, llegó a juicio acusada por el delito de “incumplimiento de deberes de funcionario público”, por no haber fiscalizado la situación.
Agustín De Grazia era encargado de Beara y se turnaba, de acuerdo a la acusación, para pagarle a los policías las coimas, por lo que se lo consideró partícipe de cohecho activo.
El comisario de la Policía Federal Argentina Rodolfo Cabezas y los integrantes de esa fuerza Gustavo Flaminio, Luis Acosta y Julio González fueron considerados responsables por los delitos de “homicidio culposo agravado por el número de víctimas; lesiones culposas graves y leves; y cohecho pasivo”. De acuerdo a la acusación, los cuatro recibieron sobornos mensuales entre 2007 y 2010 por parte de los dueños de los locales Beara y Caramel.